Descubre el origen del gaditano barrio de La Viña

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CÁDIZDIRECTO / E.Escoriza.- La Viña, barrio gaditano por excelencia, de gente humilde dedicada a la pesca. Un pequeño nido de calles que saben a sal porque el mar siempre las unió. Las paradojas de esta ciudad. Una viña que no tiene vino ni viñedos sino cañas de pescar y caballas.

Para hallar la explicación hay que remontarse al siglo XVIII. Fue entonces cuando se inscribió esta zona como barrio en la división administrativa del consistorio de la época. Por entonces se encontraban registrados unos dieciocho barrios en intramuros según el control del cabildo.

En sus orígenes, el barrio de La Viña fue un conjunto de huertos y viñas, como ocurría con otras zonas de la ciudad, como la plaza de Mina que fue un huerto perteneciente a los franciscanos, o el Mercado de Abastos donde antes estaba el huerto del convento de Los Descalzos. En este caso, las tierras de La Viña pertenecían en el siglo XVII «al cerero Juan López de Malabar, aunque otras fuentes consultadas indican que era Juan López Mar Abad. Según parece, en esta propiedad estaba su taller de cerería, algunas huertas y la mencionada viña de Malabar, muy próximo a la zona conocida como los terrenos de la Palma donde ya había varias casas, puesto que en las actas capitulares del 10 de marzo de 1636, un licenciado llamado Alonso de Cecina, maestro de escuela en Cádiz, pidió permuta de unos tributos sobre algunas de las casas situadas en la plazuela de San Martín y de unas casas situadas en la calle de la Palma», según apunta Fernando Soto en su blog Cadiz.3000.

No fue hasta la construcción del antiguo Hospicio -donde se encuentra el actual edificio de Varcárcel- cuando las calles del barrio empezaron a cobrar vida y a llenarse de casas. En un principio el barrio no era más que el arrabal de la zona del Pópulo. «Pero la nomenclatura popular le renombraría como barrio de la Palma de la Viña, algo que la burguesía consideró vulgar y la renombraría como barrio de la Palma del Hondillo. Entre los habitantes siempre llamaron la zona como barrio de la Palma o Palma de la Viña», detalla Soto.

A finales del siglo XVII fueron cedidos los terrenos de la viña de Malabar a la recién fundada cofradía de La Palma para que erigieran allí el templo viñero, que salvaría al barrio en 1755. De esta forma, a mediados del XVVIII el barrio empezó a poblarse por aquella gente que llegaba a la ciudad en pleno apogeo del comercio con América.

Pensándolo bien, la paradoja da un giro de tuerca más. En La Viña nacían las uvas. Uvas que daban vino. Vino que tiene como dios a Baco. Baco que fue el inicio de las bacanales que han desembocado con el paso del tiempo en la celebración del carnaval. Carnaval que nació en La Viña. El círculo encaja a la perfección.