El año de 1977 sucedieron hechos que no se deben olvidar y que forman parte de la Historia, en España, por ejemplo, se aprobaba que los nombres de pila de las personas pudieran inscribirse en el Registro Civil en cualquier idioma, en el Zaire entraba en erupción el volcán Nyiragongo, los científicos identifican la bacteria que origina la enfermedad de los legionarios o «legionela», se produce la matanza de los abogados en la calle Atocha de Madrid o en televisión se estrena la serie «Raíces». Pero en Cádiz, en Los Barrios, se produce un hecho que difícilmente podrán olvidar muchos de sus vecinos: la desaparición de Francisco Román Fontalba.
Desapareció un 1 de marzo de 1977, tenía 16 años y era un chico delgado, moreno y tenía una leve cojera. Hoy tendría 56 años pero, como sucediera con el «niño pintor» de Málaga, jamás se supo de él ni de su paradero.
Inquietud de la familia
La familia pasó momentos de unos momentos terribles ante la incertidumbre de lo sucedido con Francisco, ni siquiera hoy se atreven a especular con lo que pudo pasar y menos con los malos ejemplos que vemos, a diario, en los medios de comunicación, como recordaría su hermana Milagros.
Francisco Román era un adolescente rebelde e inconformista, había tratado en varias ocasiones fugarse, en uno de esos intentos fue atropellado por un automóvil que le dejó con esa leve cojera. «Era travieso, inquieto y sí, quería marcharse, pero cuesta entender… Sólo una vez recibimos una carta, no mucho después de su fuga. Decía que estaba bien» relataba Milagros. Aunque parece difícil que una persona que desaparece y establece contacto con posterioridad sólo remita una carta y no vuelva a dar más señales de vida.
A partir de su desaparición comienza la cruzada de su madre por saber que pudo suceder y comienza a difundir su foto en carteles o a través de los medios de comunicación. Como en toda búsqueda masiva se reciben pistas que no eran correctas pero, pese a todo, se siguen pues alguna de ellas podía «ser la buena».
¿Recuerdan en programa «Quién sabe dónde» de Paco Lobatón? era un programa que trataba de localizar a personas desaparecidas, todo un éxito de la pequeña pantalla en los 90. También visita el plató para que se tratara de localizar a su hijo pero el resultado fue infructuoso.
A día de hoy aun no se sabe que sucedió con Francisco Román, en el mes de marzo de 201 desde CÁDIZDIRECTO se recordó su desaparición del joven dado el «recordatorio» de búsqueda de Inter SOS y @desaparecidos.
Más desapariciones
Celestino era un trabajador que una mañana siguió su rutina habitual, tomó sus cosas y se marchó a trabajar. Cuando finalizó su jornada de trabajo tomó su vehículo para reemprender el camino de vuelta a su hogar, hogar al que nunca llegó. Era el caluroso mes de junio del año 2000. Celestino Naves Llaneza tendría hoy 64 años y jamás se supo de él más. Del viaje de San Fernando (trabajo) a El Puerto tampoco se conoce de ninguna incidencia, sólo que desapareció sin dejar rastro.
El caso del empresario Rafael Ávila Tirado también es significativo, sanluqueño de 45 años, desapareció sin más. Dejó su cartera en la mesa del trabajo y se marchó tras la jornada laboral, nunca más se supo de él. Hubo un hecho llamativo en su desaparición: tras 12 horas sin saber nada de él se recibió una llamada en su domicilio en el que se pedía un rescate.
Francisco de Borja Zaragoza Ramírez de 30 años, desapareció el 7 de julio de 2005 en la localidad de Barbate. Camiseta gris, bañador azul y chanclas. Parece mentira que con tan poca ropa y efectos personales alguien pueda desaparecer pero así fue. No se saben motivaciones para «esfumarse» y que jamás se supiera nada más de él, pero su desaparición es otro hecho certificado.
Lucía Saelices Franco, aquejada de demencia senil, de 75 años y desaparecida en Sanlúcar de Barrameda; la última vez vestía chaqueta roja y falda oscura. Caminaba por la calle Banda Playa el 14 de marzo cuando se la vio por última vez. Se dirigía a casa de una hermana, jamás llegó a su destino.
Son los desaparecidos en Cádiz, personas de las que jamás se supo, personas que dejaron una profunda tristeza en el corazón de unos familiares que anhelan su regreso.