El Cádiz CF ha confirmado que es otro equipo con Gaizka Garitano. Un equipo solidario, luchador, con alma y que sabe apretar los dientes y ponerse el mono de faena y apretar los dientes y sufrir para ganar como ha hecho ante el CD Mirandés.
Con esta receta los amarillos han sumado tres importantísimos puntos ante el CD Mirandés tras jugar con un hombre menos casi toda la segunda parte por la expulsión de Diakité.
El cuadro cadista ha pasado por diferentes fases en este encuentro y en cada momento ha hecho lo que le pedía el choque hacer. Ha sabido, por tanto, competir. Al estilo de la segunda, si quieren, con entrega y casta. Pero es lo que se le echaba en falta al equipo. Y a los jugadores. Y lo que es más importante, creyendo en el equipo, otro logro de Garitano.
El técnico cadista apostó por la continuidad. Cuando las cosas salen bien, hay que tocarlas o menos posible, dice una ley no escrita del fútbol. Garitano parece aplicarla a rajatabla. Sacó el mismo once inicial (salvo el cambio obligado del lesionado Fali) que ante el Eldense.
Y pronto su apuesta pareció darle la razón. Había gente que aún no se había sentado cuando Climent enganchó un zapatazo en una gran jugada de Carlos Fernández que él mismo había iniciado. El nuevo lateral zurdo cadista sumaba su segundo gol (golazos) en otras tantas titularidades.
Y Carlos Fernández parecía demostrar que está para eso, para inventarse esa jugada. Para jugar y hacer jugar más que para finalizar. Parece claro que al delantero sevillano hay que medirlo por lo que genera más que por lo que finaliza. Porque no está teniendo fortuna de cara a puerta. En el minuto 26 lo volvió a demostrar, cuando un sensacional pase de Ontiveros (el marbellí sigue a otro nivel) lo dejó solo ante el meta Raúl Fernández. El rechace lo mandó a la red de cabeza Sobrino.
Poco antes había comenzado la noche horribilis de Diakité y la gran noche de David Gil. El medio centro cometió un penalti tan tonto como claro y meta de Getafe se lo detuvo a Panichelli.
Con el 2-0 el marcador estaba más claro que el juego. El Mirandés se acercaba y creaba peligro y, aunque el Cádiz se defendía bien, daba la sensación de que en cualquier momento se podía meter en el partido. Carlos Fernández intentó ampliar la ventaja con un remate en plancha a centro de Alcaraz, pero la inercia del juego había cambiado.
El Cádiz pareció dedicarse a defender para tratar de dejar pasar los minutos y alcanzar el descanso sin que se moviera el marcador más. Pero no lo consiguió. A la salida de un saque de esquina, Alcaraz toca en el primer poste sin conseguir despejar y en el segundo Panichelli le gana la acción a Víctor Chust en el, probablemente, único lunar de valenciano en este choque.
El gol parecía de los denominaos sicológicos, y no fue el único palo mental que recibiría el Cádiz. Nada más comenzar la segunda parte, una entrada desmedida e innecesaria de Diakité acabó con el mediocentro cadista justamente expulsado. Con toda la segunda parte por delante y ante una de las revelaciones del campeonato, el Cádiz debía defender su ventaja con un jugador menos.
Si antes del descanso el partido era de entrenador, tras la expulsión, más aún. Garitano debía intervenir en el choque para evitar la igualada y algo más del rival. Y lo hizo desde sus premisas: la cordura, el orden y la apuesta por la entrega para competir el partido.
En otro momento de la temporada el equipo probablemente habría hasta perdido el choque. Su bajón físico, su cuota de mala suerte (puede que originada por el pesimismo generalizado en torno al proyecto) y la confianza de los amarillos habrían acabado con, al menos, un gol del rival.
Pero no. Ahora no. A este Cádiz no. El fútbol son dinámicas, estados de ánimo que dicen algunos. Y Garitano ha conseguido que a este Cádiz le soplé el viento a favor. Buscado y con trabajo. Con cambios de conceptos y adaptándose más y mejor a lo que pide la segunda, pero con viento a favor. Sin perder en los últimos cinco partidos (seis con este), al equipo se le ha cambiado el ánimo y la cara. Y así lo reflejó en el choque.
Garitano apostó por lo que viene apostando desde su llegada: equilibrar al equipo y armarlo de atrás adelante. Y con un hombre menos y en ventaja en el marcador, más aún. Fue introduciendo modificaciones para armarse y rearmarse y equilibrar las ofensivas del Mirandés, que cada vez acumulaba más rematadores y jugadores al rechace. Los últimos cambios del Cádiz llegaron justo antes del córner con el que amplió su ventaja.
Un saque de esquina que demostró que las jugadas a balón parado tienen que darle muchos puntos a este equipo porque tener a Ontiveros hay que aprovecharlo. El marbellí no solo ofrece talento, fútbol y calidad con el balón en juego, si no que en acciones de estrategia firma medios goles fácilmente.
La pasada jornada fue en el Elda con el gol de Alcaraz. Esta vez ha sido en el Nuevo Mirandilla con el 3-1 que hizo Víctor Chust. El central estaba peleándose con dos defensores por lo que parecía más una posición para llamar la atención o prolongar el centro que como objetivo del remate. Pero Ontiveros se la puso en la cabeza con tanta fuerza que Chust prácticamente solo tenía que preocuparse de poner el cogote, que el balón iría solo hacia dentro.
Con el 3-1, el Mirandés tocó zafarrancho y el Cádiz despliegue defensivo. Y dio un ejemplo de solidaridad, con Álex y Ontiveros defendiendo los centros rivales desde a la altura de su área (¡¡Ontiveros destacando en labores defensivas!!) y todo el equipo dejándose todo por impedir que el rival se volviera a acercar. Y cuando no podía la defensa, aparecía David Gil.
El Mirandés es un equipo que se nutre, principalmente, de jugadores cedidos por equipos vascos. Pues recurrió al tópico del fútbol del norte: cargar el área con muchos jugadores y centrar una y otra vez desde las bandas. O intentarlo. El Cádiz echó el resto. Baste mirar que jugadores como Ontiveros (está hasta poner los ejemplos) no podían más en los últimos minutos y al final del choque apenas tenían fuerza ni para abrazar a los compañeros.
Las cifras demuestran que el Mirandés lo intentó más, pero que en tiros a puerta estuvieron igualados, y ahí el Cádiz ha recuperado la efectividad. Y eso que un remate en el que Chris Ramos, de cabeza, llegó más alto que el meta rival con las manos se marchó fuera por muy poco.
Con este triunfo, el Cádiz mantiene el descenso a seis puntos (siete al tener ganada la diferencia de goles con el Eldense) y deja a dos equipos con muy pocas opciones de darle alcance Tenerife y Cartagena están a 15 puntos. Además, ganan por primera vez dos partidos seguidos en liga, sigue sin perder con Garitano y parece haberle tomado el pulso a la categoría.
Los amarillos están a siete puntos (reales) del descenso y a once de los puestos de promoción que cierra, precisamente, el Mirandés. Dato para muy optimistas: los amarillos le han ganado la diferencia de goles al cuadro de Miranda de Ebro. Para realistas: el primer objetivo debe seguir siendo alcanzar los 50 puntos. Ya solo quedan 20.