El recibimiento de la agrupación ya anticipaba lo que estaba por venir. Aunque algunos sectores habían generado el relato de que podrían ser censurados, lo cierto es que el público reaccionó con la misma actitud que ante cualquier agrupación mala, mala: con la escopeta cargada, ironía y cierto desdén. Y la tensión se disparó al final de la actuación de Abre los ojos.
Lágrimas de una jovencísima componente que fueron usadas para acusar al público de censura y de no dejar que se oyera su mensaje. De la calidad de la agrupación y la falta de ensayo (hasta el punto de no entrar si quiera bien en el pito del cuplé) no dijo nada su autora, Catalina Balber.
La guasa gaditana no tardó en hacer acto de presencia, con cargas y cánticos durante la actuación. Desde Los Hinchapelotas al Me han dicho que el Amarillo, pasando por Los Yesterdays o Los Duros Antiguos. El Falla optó por poner Carnaval en lo que pretendía ser un mitin, no sabemos de qué porque no se escuchó. Entre que cantaban muy atrás, que la orquesta no cantaba, que cada vez eran menos componentes los que interpretaba… el mundo se quedó sin oír lo que querían decir.
Y al finalizar la actuación, el Teatro entero despidió a Abre los ojos al grito de “Campeones, campeones”, una carga que suele reservarse a las actuaciones más desastrosas o bochornosas del concurso. Esta vez, con versión modernizada con las luces de los teléfonos móviles. Las lágrimas de esa componente y la entrevista en la televisión municipal parecieron terminar de encender a la autora.
Entre bastidores, la tensión se palpaba en el ambiente. Catalina Balber no dudó en enfrentarse a los medios de comunicación tras la actuación, lanzando acusaciones de censura y adoctrinamiento. “Llevamos tres meses preparándolo, pero ya teníamos dentro de la agrupación un caballo de Troya, que estaba desplazando la agrupación. Nos estaban avisando, pero yo no creía a quien me avisaba”, afirmó, sugiriendo que hubo sabotaje interno. Según su versión, la agrupación tuvo que incorporar nuevos integrantes a última hora, lo que afectó su actuación.
Balber acusa a la prensa y defiende su mensaje
Sin apartarse de la confrontación y con 0 autocrítica, Catalina Balber aseguró que la reacción del público no fue espontánea, sino que había sido orquestada desde los medios de comunicación. “Nos la esperábamos. Nos mandaban de forma agresiva, pero ya estaba todo preparado. Y yo lo avisé. Hace un par de días dije: “Va a pasar esto, porque ya de hecho están incitando en el diario que lo hagan“. Balber responsabilizaba a la prensa de la hostilidad que encontraron en el Falla tras la espectación que se creó en determinados medios de comunicación.
Balber también denunció que algunos componentes de su chirigota abandonaron el proyecto tras leer esas noticias. “Al ver eso en prensa y al ver a otros que estaban diciendo lo que iban a hacer, algunos componentes se fueron”, aseguró. Su interpretación de los hechos es que el rechazo del público no se debió a la calidad de su repertorio, sino a una supuesta campaña mediática en su contra.
Además, la autora insistió en que su chirigota tenía el nivel suficiente para competir: “La chirigota está ensayada. Tenemos algunas voces que son buenas. Tenemos gente de Carnaval, porque algunos componentes han participado otros años en agrupaciones de Carnaval”. Sin embargo, la percepción del público fue completamente distinta, ya que desde el primer momento los gritos e interrupciones se impusieron sobre la interpretación del grupo.
Balber también se refirió a la presencia en su agrupación de una joven de 16 años, cuya familia, según ella, vivió un episodio trágico relacionado con la pandemia. “Falta de respeto es lo que han hecho hoy aquí, incluso con una cría de 16 años. Yo tengo una niña de 16 años, que su padre estuvo a punto de morirse por un pinchazo, por un antigrejado”, expresó, en un comentario confuso que intentaba reforzar su discurso sobre la falta de libertad de expresión de su chirigota.
¿Buscando el telonazo que nunca llegó?
Durante meses, la estrategia de la agrupación parecía girar en torno a la posibilidad de ser “vetados” o “silenciados” en el Falla. Sin embargo, lo que ocurrió fue todo lo contrario: la chirigota actuó sin ningún tipo de problema y fue tratada como cualquier otra. La reacción del público no fue de escándalo o rechazo por su mensaje, sino la misma que suele recibir una agrupación sin chispa y sin gracia. No hubo abucheos ensordecedores ni un gran revuelo, solo la constatación de que su propuesta no tenía el nivel suficiente para destacar.
Balber insistió en su discurso tras el fiasco de la actuación: “Nosotros hemos venido a dar un mensaje porque tenemos el derecho, porque hay libertad”. Sin embargo, cuando se le cuestionó por la evidente falta de calidad de su chirigota y si habían ensayado lo suficiente, su respuesta fue evasiva: “Bueno, pues es falta de respeto para una agrupación que llevamos tres meses ensayando”.
A pesar de las acusaciones de la autora, la realidad del COAC desmontó la narrativa de censura. No hizo falta ningún veto, ni ninguna decisión de la organización o el jurado para que la propuesta se desinflara por sí sola. Fue el público, con su particular manera de reaccionar, quien dejó claro que no todo vale en el Carnaval de Cádiz. Igual es que la chirigota negacionista se negó a ensayar al menos lo suficiente para que todo el mundo se supiera las letras.
¿De verdad le ha merecido la pena a Catalina Balber este escarnio público y haber sometido al grupo a ese mal rato para tratar de dar a conocer su mensaje?