Carnaval contra el cáncer. La chirigota callejera de Carlota Tormes

La callejera ‘¿Quimio están ustedes? Una chirigota con mucho tumor’ transforma el dolor en risas y conciencia, con una recaudación destinada a la AECC

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Carlota Tormes y Ángel Gago junto a sus hijos, Mario y Asier.
Carlota Tormes y Ángel Gago junto a sus hijos, Mario y Asier.

Hoy, 4 de febrero, se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer. Más allá de tratamientos y estadísticas, hay algo que no siempre se menciona y que, para muchas personas, marca la diferencia: el humor como herramienta de resiliencia. Reír en medio de esta tormenta no significa restarle importancia a la lucha, sino encontrar un respiro en medio de la batalla. Porque, como dijo Mario Gago, tras su actuación con el cuarteto: “La vida hay que tomársela con humor”.

Y es que su madre, Carlota Tormes, se encuentra en fase de recuperación de la enfermedad, tras haber sido operada, y para este Carnaval ha organizado una chirigota callejera que ya desde el nombre se ríe del bicho: Quimio están ustedes. Una chirigota con mucho tumor. Resiliencia a la forma de Cádiz.

El pasado domingo 19 de enero, en la tercera semifinal de infantiles del COAC 2025, Mario Gago (hijo de Carlota Tormes y el cuartetero Ángel Gago) actuó con su agrupación A que voy yo y lo encuentro. Tras el pase, el joven que interpretaba al Doctor Watson (ayudante de Sherlock Holmes), se dirigió al micrófono y cámara de Onda Cádiz para enseñar la chapa de la chirigota callejera de su madre, conocida como ¿Quimio están ustedes? Una chirigota con mucho tumor.

Mario explicó que la recaudación de las chapas irá destinadas para la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer), ubicada en Cádiz y, además, dejó una frase para el recuerdo en su intervención: ”La vida hay que tomársela con humor”.


El rostro y la historia detrás de este gesto de Mario son los de su madre, Carlota Tormes, quien, junto a su familia y amigos, ha encontrado en el Carnaval una forma de afrontar su enfermedad. Carlota cuenta como La chirigota Quimio están ustedes nació, como tantas otras grandes ideas, de un chispazo de humor entre amigos. ”Todo esto vino a raíz de una puñetera locura. Íbamos a un campo Ángel y yo, con unos amigos más y Juanmita Bocuñano, amigo de toda la vida, coge y me suelta la preguntita: ”¿¡Quimio están ustedes!?, obviamente, desde el máximo cariño”. A partir de entonces, comiezan con la ”tontería” de montar una chirigota callejera, ”y así lo hicimos”.

El grupo lo componen entre varios amigos y amigas de la familia Gago Tormes, algunos de ellos autores y componentes de agrupaciones del Carnaval gaditano.

Carlota (zaragozana de nacimiento pero ya gaditana absoluta) agradece enormemente el trabajo que realiza la Asociación Española Contra el Cáncer en Cádiz, pues ”son todos voluntarios y trabajan en el hospital Puerta del Mar todos los días y visitan a la gente a la que acaban de operar”, comenta. La asociación cuenta con un servicio de voluntariado de psicólogos y tienen atención telefónica durante las 24 horas del día, ”su labor es muy de agradecer”, detalla.

Así, la componente de la chirigota callejera, ha decidido, junto a todo el grupo, donar a la asociación la recaudación económica que obtengan a raíz de la venta de chapas y libretos.

Carnaval contra el cáncer. La chirigota callejera de Carlota Tormes
Ilustración de la chirigota callejera ‘¿Quimio están ustedes? Una chirigota con mucho tumor’.

Terapia carnavalera: risas, amigos y familia frente al cáncer

La detección del cáncer se dio en el momento de la primera mamografía que tuvo que hacerse, oficialmente, al cumplir los 50 años. Le comentaron que vieron algo y que les gustaría revisar su caso, una vez más, para salir de posibles dudas. Cuando se lo confirmaron, Carlota reconoce que se desmoronó pues ”no sabía bien cómo actuar ante mi familia”.

Así, el 8 de marzo del pasado año le detectaron tres bultos en el pecho. ”Lo que en principio iba ser cortar el pecho y la posterior reconstrucción acabó siendo tres bultos transformados en una mora, cogiendo todo el sistema linfático”, explica Carlota.

Respecto al proceso antes de la operación reconoce que ”he estado mucho tiempo con las defensas bajas. Estuve aislada en el Hospital Puerta del Mar a raíz de una infección en la boca, pues surgieron muchos hongos en el esófago. Mi marido Ángel siempre estaba conmigo, con su mascarilla puesta en todo momento”.

”Se me fue la vista, no podía ni ver la tele, ni leer. Estuve tirada en una cama durante mucho tiempo sin poder levantarme ni siquiera para ir al baño. Se te caen los mocos, se ponen las uñas negras, no te puedes lavar. También lo del sabor que tenía a metal me sentó fatal, con lo que a mí me gusta comer”, explica Carlota.

”No quiero ser una guerrera, quiero que en el SAS no haya listas de espera”.

Desde el principio, Carlota ha intentado normalizar la enfermedad, aclarando que su chirigota ”no banaliza con el cáncer” sino que lo que pretende es normalizarlo. Así, entiende que habrá gente a la que la chirigota no le guste, pero al fin y al cabo, se trata de ”contar la experiencia de una familia y de una mujer”, afirma.

Respecto al temor que acontece a la enfermedad, Tormes reconoce que ”existe el miedo, por supuesto”, pero ”hay que hacerle frente”. La mujer se mantiene firme, pues no quiere que le llamen ”guerrera”, sino que ”en el SAS no haya listas de espera”, comenta, añadiendo que ”el cáncer no es rosa, es una putada muy gorda. Lo tuve que asumir desde el principio y luego tomar los medios necesarios para curarme”.

Desde el momento en que sabía de su cáncer, afirma que el proceso ha sido muy duro, pues ”me lo detectaron en un momento muy malo”, ya que había comenzado a estudiar un grado superior de óptica y, después de dos años de formación, cuando iba a empezar a trabajar le avisaron de que tendría que operarse.

Al mismo tiempo, reconoce que su situación tras la operación es complicada. ”Tengo 51 años, si ahora a mí no me quieren dar una minusvalía, ¿qué pasa?, ¿de qué vivo?”, se pregunta.

”La ciencia me va a curar el cuerpo, pero el coco me lo están curando mis amigos”.

Para ella, el apoyo de sus familiares y amigos ha sido ”fundamental” y la creación de la chirigota es ”para reírse, para divertirse”. La creación de esta agrupación se ha hecho ”como forma de terapia”, comenta.

”La ciencia me va a curar el cuerpo, pero el coco me lo están curando mis amigos, los que no me han soltado la mano en ningún momento”, afirma con decisión.

El día a día de Carlota

A pesar del cansancio que tiene debido a las sesiones de radio, Carlota se levanta todos los días para despertar a sus hijos y prepararles el desayuno para el colegio, además de preparar la comida. ”Incluso le dije a Ángel que buscase un cubo de fregona que no hubiese que escurrir, porque no puedo coger peso con la mano derecha”, explica.

Tras cuatro meses de encierro, Carlota comenzó a realizar ganchillos, de forma artesanal, una vez que recuperó la vista. Dice que tras la operación, ahora se siente ”como un Nokia”, cargado de batería, no antes que ”parecía un Iphone”.

”En mi casa el carnaval en estas fechas es una locura. Ensayo de uno, ensayo de otro. Mamá planchame esto. ¿Oye dónde está el pito? Oye que me voy a ensayar. A partir del 23 de enero no se ve otra cosa en la tele que no sea carnaval”, comenta entre risas.

Carlota reconoce que se emocionó mucho con el mensaje que Mario lanzó a través de la televisión local. ”Tiene un corazón que no le cabe en el pecho, le salen las cosas sola. No le gusta estudiar, aunque saca sus asignaturas adelante, sobre todo, de los profesores que les cae bien”, señala con una carcajada. Destaca además que la ilusión de su otro hijo, Asier, es salir en la categoría de adultos y hacer un cuarteto con su padre, Ángel Gago.

Los cuatro siguen con sus ensayos. Cada quien tiene sus objetivos para este Carnaval, pero probablemente la letra más importante sea la que Carlota y su chirigota nos recuerdan:  aunque la vida a veces golpea fuerte, siempre hay espacio para la risa, para el arte y para la solidaridad. Su historia no es un testimonio de lucha, pero un ejemplo de amistad y un recuerdo que, a veces, no es solo Carnaval. A veces, es un vehículo que transforma el dolor en coplas y las lágrimas en risas. Y sobre todo, nos deja una lección inolvidable: “La vida hay que tomársela con humor”.