Recibir la ayuda de seres de luz es importante cuando se necesita de ese extra que nadie más puede dar y en la que, muchas veces, miramos al cielo y decimos: «Ayúdame».
Puede ser muy beneficioso el recurrir a ellos, pero hay que saber cómo hacerlo, aunque lo principal siempre va a ser la fe y la pureza de nuestro interior.
Cómo invocar a los ángeles para que nos ayuden es clave en aquellos problemas que nos parecen un mundo y que son irresolubles, una ayuda de Dios que se logra gracias a la intermediación -como ejecutores- de estos.
Así la forma de pedir ayuda a estos seres es, lo primero, autorizándolos a que intervengan en nuestra vida, para ello debe decirse:
«Invoco a mi ángel protector para que esté presente en mi vida y trabaje, con mi permiso expreso, en mi favor y ayuda«.
Eso debe ser una base para ese llamamiento a la ayuda de ángeles y arcángeles que siempre están pendiente de nosotros y siempre se disponen para echarnos una mano en todo aquello que se necesita.
Es fundamental entender que para ello hay que ser consciente que todos tenemos un lado espiritual que debemos cultivar y tener en cuenta.
No consiste en pedir auxilio en determinadas ocasiones y después olvidarnos que ese mundo espiritual existe y que debemos vivir en armonía con este.
Una invocación es la solicitud de la presencia y ayuda de seres superiores, de luz, que se encuentran en otro plano y a los que demos de respetar por encima de todos nuestros problemas.
Un método eficaz es el que comienza con la visualización de lo que queremos, de esa asistencia que necesitamos, pero teniendo en cuenta que invocar a los ángeles para pedir ayuda solo se debe hacer en caso de una necesidad licita.
Es una llamada que se les hace y que en el que se pide con nuestra voz interior, con una vida correcta, con sentimientos positivos, liberando mente y espíritu.
Colocar incienso para purificar una sala y estar en un estado de consciencia óptimo. Poner velas para favorecer esa vibración -velas blancas preferiblemente o de siete colores-, en un altar en honor de esa entidad.
Se deben encender las velas y entrar en esa imprescindible fase de relajación y concentración.
Cuando se invoca a los arcángeles se debe saber que ayuda nos puede prestar casa uno:
- Arcángel San Miguel, es la protección y la calma, la ayuda ante los conflictos y el valor ante las adversidades.
- Arcángel San Rafael, ayuda en el plano de la salud y lo físico, en las emociones, en el trabajo y para la armonía en casa.
- Arcángel San Gabriel, en la fertilidad, en el embarazo, la creatividad y la capacidad de diálogo.
- Arcángel San Uriel, protege en el trabajo y los negocios, da equilibrio.
- Arcángel San Samuel, protege de las envidias y la angustia.
- Arcángel San Zadkiel, es para cambios emocionales y la paz.
- Arcángel San Jofiel, es las decisiones y que nos ayude en la iluminación.
Aunque hay que tener en cuenta que existen multitud de ángeles anónimos, como bien podrían ser los de la guarda que tenemos cada uno de nosotros, y otros muchos que conviven con nosotros, pero que no lo vemos al estar en otro plano.
Cómo aprender a canalizar con los ángeles
Los ángeles están presentes en nuestra vida, pero también es cierto que sólo podemos contactar con ellos si canalizamos adecuadamente.
Pero esto resulta muy sencillo cuando se hace desde el interior, con pureza y con unos deseos de hacer el bien, por lo que si se tiene todo lo anterior bastará con pedirles con fe y confianza ese auxilio necesario.
Es una habilidad que tiene la persona de forma inherente y que nos hace de antena para la llamada de los ángeles si lo deseamos, somos energía y podemos emplearla en contactar con ellos.
Así se debe entrar en fases de meditación diaria, en conocernos mejor, en aprender a escuchar nuestra voz interna.
El elemento básico en todo ello es la paciencia, pues las respuestas y la ayuda podrían no ser inmediatas, pero al final de todo ellos siempre harán lo mejor para nosotros, aunque en un primer momento no lo comprendamos.
En muchas ocasiones se sienten corazonadas que nos hacen comportarnos de una forma o de otra, es como si algo actuara para ello y, luego, tras actuar de esa forma, descubrimos que era la mejor opción.
Realmente son comportamientos guiados por los ángeles y donde se llega a conectar con ellos, con su frecuencia energética, aquella que nos puede servir de guía.
Se debe equilibrar la mente de la persona, estar en armonía con el espíritu y el cuerpo, lo inmaterial y lo material.
Una vez que se ha logrado estar en conexión con todo ello se debe avanzar en la comunicación con los seres de luz y los ángeles, siempre que se haya alcanzado ese estado de armonía total.
Cuando la persona canaliza no sólo puede recibir esos mensajes, sino también la vibración que nos puede ayudar, a sentir todo de forma especial, es el crecimiento del amor, de la paz, de la divinidad, del equilibrio.
De Ellos recibiremos el consuelo, los consejos, la guía, lo que es el amor o la necesaria paz. Con esa sintonización podemos construir positivamente, es el acceso a las energías.
Se debe estar en un estado de tranquilidad interior y tener la regla «de las tres C» que son: conexión, comunicación y canalización.
Es una especie de terapia en la que nos ayudan los ángeles en un plano que, evidentemente, no es terrenal, y que se reciben mensajes o respuestas a nuestras preguntas, al fin y al cabo los ángeles son mensajeros.
La tranquilidad y la calma de la persona son esenciales y no se debe estar ansioso en recibir esas señales o respuestas, al revés, todo llega en su justo momento.
Hay que tener en cuenta que el saber cómo invocar a los ángeles para que nos ayuden es un proceso «terapéutico» y que sus mensajes son una información que viene de otro mundo, de otra dimensión.