Han pasado 25 años desde que se produjera uno de los incidentes más importantes -a nivel ufológico- del mundo, el llamado «Caso Conil» y el de las presencias de tres presuntos humanoides que aparecieron en la playa gaditana de Los Bateles un 29 de Septiembre de 1989.
En plano ocaso del calor veraniego, ya con la estación cambiada, se habían venido sucediendo el avistamiento de extrañas luces en todo el entorno de la localidad de Conil de la Frontera; luces que para los testigos eran OVNIs (Objetos Voladores No Identificados) y que posteriormente podrían tener desde una explicación lógica y racional hasta la inexplicada (sin con ello decir que fuera misteriosa o paranormal).
Pero aquel 29 de Septiembre de 1989 iba a suceder algo muy diferente. Resonaban los ecos de una extraña experiencia en Voronezh (Rusia) con un OVNI y con humanoides, pero en Conil se respiraba tranquilidad. Los curiosos iban a la playa a disfrutar de la misma o a ver si veían esos tan traídos y llevados OVNIs.
Los protagonistas absolutos de esta apasionante historia serían los jóvenes Isabel Sánchez (17 años), Lázaro (14 años), Pedro González (21 años), Loli Bermúdez (23 años) y Pedro Sánchez (19 años), naturales de Conil y que conocían todo el entorno a la perfección.
Sobre aquel incidente recuerdan los protagonistas que «habíamos hecho una marcha con unos amigos por la costa de Cádiz visitando varias playas y pernoctado en ellas.
El viernes 4 de septiembre de 1992, acabamos en Conil tan solo un amigo y yo. En aquellas fechas se celebraba la feria en la ciudad, y tras estar un rato allí, por el cansancio más bien, decidimos irnos a dormir a la playa.
Sobre las 22:00 o 22:15, bajamos por la playa de los Bateles y decidimos alejarnos hacia la izquierda, para evitar el bullicio de la gente de la feria que estaba a pocos metros de allí y que podrían molestarnos a lo largo de la noche.
Cruzamos el río, y tras andar unos 200 metros nos quedamos en la playa del Palmar. Estuvimos cenando tranquilamente y a eso de las 00:30 decimos acostarnos. De pronto, vimos que por la línea de horizonte, se acercaban dos personas…, pensamos que estarían haciendo footing, pero al pasar cerca de nosotros vimos que no eran personas normales…».
Sobre las 20:45 h. el grupo de chicos se encontraba en la playa dispuestos a observar las evoluciones de unas extrañas luces en el cielo, de repente obserban un OVNI en forma de «media luna» con unas luces rojas en el interior. Aquella luz se dirigía en hacia el pueblo en silencio; nuevamente se sobresaltan al observar otra luz sobre sus cabezas que comienza a destellear y a ser respondida por una tercera luz sobre el puerto.
Los chicos sorprendidos, con unos prismáticos, observan a dos seres muy altos -en torno a dos metros y medio- que vestían una especie de túnica blanca hasta el suelo, se movían de forma torpe sobre la orilla y destacaba de su apariencia que no tenían ni rostro ni cabello. Ambos seres comienzan a dirigirse a la posición de los chicos, llevaban los brazos pegados al cuerpo, ello asustó a los chicos.
Aquellos dos humanoides (a falta de una mejor definición) giran «sus pasos» y comienzan a observar una luz roja en el puerto. Una luz azulada -de un tamaño aproximado a una pelota de tenis- comienza a caer y se detiene a poca altura, sobre los dos extraños seres, ambos se sientan en la arena y comienzan a cavar un montículo en forma de herradura para posteriormente tumbarse en dicha forma y comenzar a pasarse la esfera azul el uno al otro por escasos segundos.
Los chicos no podían salir de su asombro… Es el periodista e investigador J.J.Benítez el que escribía sobre ello:»Los seres, con los brazos pegados al cuerpo y unos andares torpes, se dirigen hacia el grupo. Cunde el pánico y los jóvenes huyen. Los seres se detienen y, al poco, los muchachos hacen otro tanto. Se hallan a veinte o treinta metros.
Los seres giran y dan la espalda a los cinco testigos. Parecen observar la luz roja que permanece inmóvil sobre el puerto de Conil.En esos instantes, los vecinos ven caer lo que denominan una «estrella fugaz». Es una luz pequeña, como una pelota de tenis y de un color blanco-azulado. Surge a escasos metros sobre las cabezas de los seres y se esfuma cuando parecía que iba a chocar contra ellos. Acto seguido, sin inmutarse, los dos seres se sientan en la arena y excavan un pequeño montículo a su alrededor. La «muralla» tiene forma de herradura. Segundos después, según los testigos, «se dejan caer de espaldas, siempre tiesos como palos».
Pero algo más iba a suceder: un tercer humanoide se suma a aquella escena propia de un guion de cine. Se trataba de un humanoide más alto aún que sus dos compañeros, su cabeza tenía una extraña forma -de pera invertida-, era muy grande y destacaban dos grandes ojos, vestía un «uniforme» muy ajustado y negro. Pedro González estimó que podría medir en torno a los tres metros de altura.
Tras unos momentos de desconcierto los chicos perdieron de vista al ser negro cuando, de pronto, vieron que del lugar donde estaban los dos primeros seres surgían dos personas, un hombre y una mujer normales, como si aquellos seres tuvieran la cualidad de metamorfosear su aspecto. La pareja vestía normal, ropa de la época, y comenzaron a encaminarse al pueblo entre cuyas hermosas calles se perdieron.
Cuando miraron a la playa se sobrecogieron: el ser negro de gran estatura se dirigía a gran velocidad hacia ellos, los chicos estaba a unos 60 metros de su posición y estaban asustados. Aquel ser detuvo su carrera y se dio la vuelta no sin antes mirar detenidamente a los jóvenes. Luego desapareció «desandando el camino andado».
El caso Conil no deja indiferente a nadie, hay partidarios y detractores, cada uno argumenta datos que apoyan sus investigaciones, no obstante, los testimonios que nos llegan, como experiencia vital, si son sorprendentes y de gran calado.
El periodista J.J. Benítez abanderó el apoyo a este incidente sorprendente -«La Quinta Columna»-mientras que grupos como el G.E.I.F.O. (Grupo Español de Investigación del Fenómeno Ovni) explicaban que aquella visión de los chicos eran buzos de un barco que se encontraban cambiándose en la playa.
Igualmente en la playa quedaron las marcas de aquella estancia de estos seres y unas huellas, eran huellas extrañas de pie «desnudo» de unos 45 cm. de longitud por 15 cm. en su parte ancha. Destacaba como en la anatomía del pie, su puente, aparecía curvado y con el dedo pulgar más desproporcionado que el resto. Las huellas presentaban el mismo grado de impresión en la arena, como si el «hombre» tuviera el mismo peso que la «mujer».
Pedro González recordaba que «días antes del 29 de septiembre una pareja de amigos que venían de Madrid, me contaron que circulando con su coche por la carretera situada junto a la playa de los Bateles. Cuando se disponían a bajar del vehículo vieron como llegaba una furgoneta blanca y de la que bajaron siete personas perfectamente trajeadas. Uno de ellos se aproximó al automóvil de la pareja madrileña para pedirles la documentación. Por lo visto eran policías y les dijeron que se marcharan de allí».
Apenas 90 días después de aquella experiencia la Policía Local pudo observar una serie de luces encima de las instalaciones de Telefónica así como, igualmente, en una «instalación» militar cercana a la playa de los Bateles.
El informe policial decía: «Se ha podido observar que en las inmediaciones de telefónica existían dos grandes focos de luz sobrevolando, dirigiendonos al lugar por la carretera del pago del sorro y a la altura del camping denominado los eucaliptos nos detuvimos para observar dichos focos, se pudo observar que los focos estaban parados y no se pudo apreciar ningún tipo de ruido de aparato en vuelo, dichos focos se apagaron inmediatamente (la extraña luz reacciono ante la presencia de los agentes)
convirtiéndose en un pequeño foco de luz tenue casi inapreciable, tomando seguidamente dirección donde anteriormente alumbraban, desde la inmediaciones de telefónica hasta unos 500 m. pasada la base militar, esto se pudo observar por un tiempo aproximado entre 60 y 90 segundos».
Igualmente se atribuye todo este incidente a los buzos del buque dedicado a tareas de cableado en la zona «Monarch», pero el marco en cuestión se encontraba lejos de la playa y es muy improbable que unos buzo decidan dirigirse a la playa buceando más de 40 kilómetros y luego salir, como si tal cosa, ponerse ropa «de calle» e irse a pasear por el pueblo. Evidentemente es inviable.
El excelente investigador, y amigo, José Antonio Caravaca tiene constancia de otros incidentes en la zona si bien destaca el sucedido el 28 de Septiembre de 1989. Fue en un bosque situado en Roche (Chiclana), muy cerca de la playa de Conil. Ese día unos chicos comenzaron a sentir un extraño sonido a la vez que un viento muy fuerte lo azotaba todo, esto creó un gran miedo en los chicos mientras, entre los arbustos, veían una firma humanoide estilizada muy alta. Javier Gala recordaba «era bastante alto, delgado, tenia largos brazos y era como una sombra de color morado y marrón que cambiaba de tonalidad, lo vimos desplazarse de un lugar para otro, parecía correr».
El suceso vino a ocurrir días después del avistamiento y encuentro con el OVNI de Voronezh (Rusia) del que numerosas agencias mundiales, como la soviética Tass, se hicieron eco y que llevó a la revista española “Tiempo” a abrir la misma con la cabecera: “Ya están aquí”.
Aquellos chicos jamás olvidarían su increíble experiencia, eran Isabel y Pedro Sánchez, Loli Bermúdez y Pedro González y más tarde se les incorporó Lázaro, hermano de Isabel.
Lo que más les impactó fue que aquellas dos extrañas criaturas habían tomado forma humana. Se habían convertido en dos personas, un chico y una chica. Él rubio, alto y de pelo largo vestido con camisa y pantalón. Ella morena y guapa, vestía una falda negra y una camisa del mismo color. Se levantaron, y anduvieron descalzos hasta el paseo marítimo como si de cualquier otra pareja se tratase. En cuanto al ser vestido de negro, desapareció en la oscuridad después de haber mirado fijamente hacia el grupo de chavales.
Los chicos recuerdan como a las 22:30 llegó Juan Bermúdez, amigo de los cinco testigos. Juntos fueron hasta la playa donde había ocurrido todo y observaron que sobre la arena, cerca de los montículos, se podían ver huellas algunas de hasta 45 cm de largo y todas con un elemento común: sólo tenían cuatro dedos.
A pesar de que los jóvenes habían prometido no contar nada de cuanto habían visto aquella noche, la noticia saltó a los periódicos. El 5 de octubre de aquel mismo año, Diario de Cádiz publica la información y a doble página.
A mediados del mes de octubre de ese mismo año, los mismos cinco chicos son testigos de un fenómeno parecido. En esta ocasión los acompaña Jesús Borrego, policía y estudioso del fenómeno OVNI. Según el testimonio que el policía ofreció en un programa de radio, el grupo vio como una pareja bajaba a la playa de Los Bateles, a la misma playa escenario del anterior encuentro. En seguida reconocieron a los humanoides que habían visto hacía quince días. Los siguieron y vieron cómo se perdieron en el mar.
Fue todo un acontecimiento ufológico que aún despierta pasiones y recelos pero que, a fecha de hoy, se recuerda vivamente en la localidad gaditana como el día que los “extraterrestres visitaron Conil”.