La noticia conmovió a la ciudad de Sevilla, nada más y nada menos que una caja con los restos de un niño/a que había sido encontrado en el Real Alcázar de Sevilla y que, contado así, parecería algo contemporáneo, nuevo, un asesinato oculto del presente quizás, pero nada más lejos de la realidad pues su origen se encuentra anclado en la Historia.
El hallazgo
La noticia se produjo el pasado 20 de abril, se encontró bajo el suelo de tan ilustre lugar un sarcófago que se procedía a abrir aquella misma mañana. Había sido descubierto durante las obras de rehabilitación de la Capilla del Palacio Gótico del Real Alcázar, en pleno proceso de restauración de sus azulejos cerámicos, de gran importancia y datado del reinado de Alfonso X «El Sabio», si bien se vieron afectados por el terremoto de Lisboa de 1755.
Así, en dicho proceso se encontró el sarcófago bajo la solería del altar mayor de la Virgen de la Antigua. Estaba hecho de plomo, con la forma lógica de ataúd, y a simple vista denotaba su tremenda antigüedad y también alto valor que tuvo en su día.
A priori estimaron los expertos que podría tratarse de un enterramiento antiguo, tal vez de la Baja Edad Media.
Su apertura
Cuando se procedió a abrir el ataúd surgió una nueva sorpresa: otro ataúd en su interior, en esta ocasión de madera y, dentro del mismo, un cadáver que, a simple vista, se correspondía con una menor, una niña, de unos cinco años de edad.
Llamaba la atención que el cráneo de la pequeña estaba destrozado, literalmente hundido, pero era visible aún parte de su cabellera y fragmentos óseos que se mantenían, pese al tiempo transcurrido, en un muy buen estado de conservación.
Era también significativo que la ropa aun se podía apreciar, con la tela vistosa, zapatos, botones de nácar, todo ello apuntaba a un cierto poder económico de la familia de la joven que yacía en dicha sepultura.
La joven tenía posición al uso de los finados, con las manos cruzadas sobre el pecho y todo apuntaba a un temprano enterramiento por causas no conocidas aunque podría ser debida a un accidente o muerte violenta a juzgar por cómo se encontraba el cráneo de la niña, exámenes forenses deberán determinar la causa real de la misma.
El féretro estaba en buen estado así como el de madera –con partes más deteriorada-. Se encontraba en el lateral bajo el altar y por la posición del mismo podría tratarse de la hija de una familia muy destacada.
Hay que destacar el buen trabajo realizado por el arqueólogo Miguel Ángel Tabales y por el antropólogo Juan Manuel Guijo ante un hallazgo tan sorprendente como este.
¿Quién puede ser la “niña de nadie”?
La pregunta que todos se hacen es: ¿Quién puede ser la joven difunta? Al respecto Antonio Muñoz, delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo indicaba: “De momento, son hipótesis que se están barajando, y encuadradas también en la teoría del profesor Tabales de que bajo la Capilla Real del Palacio Gótico existiría una cripta. Pero, por ahora, debe prevalecer la prudencia hasta que se realicen los estudios oportunos que determinen la adscripción cronológica y, por tanto, la posibilidad de identificar al personaje”.
Igualmente afirmaba: “Queda mucho aún por hacer, pero desde aquí quiero felicitar al equipo de arqueólogos y conservadores del monumento por la precisión de su trabajo y la capacidad de reacción ante hallazgos de esta envergadura”.
El profesor Tabales decía: “Estamos ahora limpiando los restos y hay que hacerles pruebas de ADN y Carbono 14. Lo sorprendente es que haya aparecido quitando sólo una losa. Se ha conservado bastante bien. Todo apunta, salvo rareza, que tiene que ser alguien importante. Estamos hablando de la capilla real del Palacio Gótico. Ahí no se entierra a cualquiera”.
El cuerpo tendría unos 700 años de antigüedad, de la década de los años 60 del siglo XIII. El antropólogo Juan Manuel Guijo sobre la cronología de los restos apuntaba: “Tiene el aspecto de ser bastante antiguo, pero a veces hay aspectos que se pueden escapar. Los objetos pueden dar una cronología precisa y el contexto arqueológico es bastante rotundo, pero vamos a hacer la prueba del Carbono 14 para asegurarnos. El sujeto tiene también bastante pelo en algunas zonas del cráneo, por lo que se podría hacer un análisis de ADN en los bulbos de las raíces que nos puede permitir conocer su linaje o la procedencia geográfica”.
Todo apunta a una joven de la aristocracia o la nobleza de la Sevilla de la época, muerta a edad temprana y que habría sido sepultada allí en virtud del poder familiar en la época medieval.