Los hospitales son, habitualmente, lugares propicios para todo tipo de experiencias, en sus habitaciones, en sus quirófanos, en sus pasillos siempre se viven momentos de tensión, espera, alegría,tristeza, esperanza, desesperación…, sentimientos enfrentados más allá donde se lucha contra la adversidad y contra la enfermedad, donde se da vida pero también se certifica la muerte.
Un hospital que guarda muchos secretos y muchos misterios es el hospital de la Cruz Roja en Córdoba, un centro donde se producen hechos escalofriantes -a decir de los testigos- y que son encuadrados por los investigadores dentro del campo de los fenómenos paranormales. Empleados de la limpieza, pacientes, médicos, enfermeras, vigilantes o familiares hablan de una aparición espectral muy especial dentro de una de sus habitaciones.
Terror en la cuarta planta
Para vivir esos fenómenos tendríamos que desplazarnos a la zona 4-B de la cuarta planta del hospital, allí están las urgencias de pediatría y es el foco de estas experiencias extrañas. Es el compañero y amigo José Manuel Morales quién tuvo la ocasión de acceder a los testimonios de aquellos que habían vivido directamente el encuentro con lo imposible, con lo misterioso, con lo terrorífico.
Uno de esos encuentros lo tuvo un médico que pudo ver en su consulta a dos monjas que habían surgido de la nada… El hombre, asustado, salió como alma que lleva el diablo de la habitación y bajó las escaleras en un estado de nerviosismo fuera de lo común. Se sentí con los enfermeros y una vez tranquilizado narró a estos los que había visto.
La última planta es una zona que se prefiere evitar, por las noches especialmente, pues las puertas se abren y se cierran solas como controladas por unas manos invisibles, igualmente los trabajadores del recinto hablan de como se sienten «extrañamente acompañados» y de como se sienten presencias en la 4-B, una zona que traslada la atención al paciente a las diez de la noche para quedar fijada en la planta baja.
Una monja de «otro mundo»
La habitación 425 es otro de los puntos conflictivos así, en cierta ocasión, una persona que había sido intervenido de apendicitis iba a tener una experiencia difícil de explicar: despertó en su cama y pudo ver, delante suya, a una monja con una cofia muy grande y hábitos antiguos, estaba sentada en el sillón mientras lo miraba fijamente. El susto del paciente fue mayúsculo y comenzó a llamar desesperadamente a las enfermeras a las que narró lo que le había sucedido. Las enfermeras, lejos de pensar que había tenido un sueño, creyeron su relato.
Pero la habitación 425 tiene más sorpresas… Un enfermero fue a atender la llamada que se había producido desde la habitación. Al llegar a la misma se encontró la habitación apagada y recordó que, en esos momentos, no tenía ocupación, llevaba unos días vacía. Revisó las ventanas que estuvieran cerradas, apagó la luz y cerró la puerta bajo llave. A
l llegar a la zona de enfermeros saltó el «chivato» de una habitación, al mirar comprobó que era el timbre de la 425. Acudió a la misma, abrió la puerta y al entrar se quedó impresionado: las ventanas estaban abiertas y todo estaba revuelto… ¿Quién había sido si él había cerrado con llaves?
Curiosamente la Historia del hospital puede que nos de la solución: la parte de 4-B era donde, antaño, estaban las habitaciones de las monjas que realizaban una labor sanitaria en el centro. La leyenda, o no, del lugar cuenta como una religiosa falleció dentro del recinto, curiosamente expiró su último aliento en la que hoy es la habitación 425. Me pregunto ante todo lo narrado: ¿Casualidad? No lo creo.