El misterio de la ermita de San Ambrosio en Barbate

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En la provincia de Cádiz, en Barbate, encontramos una de esas historias de nadie en un lugar que ya no está en uso y que sus ruinas son el vestigio mudo de su pasado. Se trata de la ermita de San Ambrosio y tiene interés por lo que en su interior iba a acontecer.

Reconozco que me gusta visitar Barbate e impregnarme del aroma a misterio que tiene esta región, desde los OVNIs de J.J. Benítez hasta los animales imposibles de sus aguas aunque, en esta ocasión se trata de fenómenos extraños, fenómenos paranormales en el interior de la ermita de San Ambrosio y que compañeros del mundo de la investigación me relataban: «Tienes que visitar este sitio, es magnífico, nosotros hemos recogido allí muchas psicofonías y además se perciben presencias, Juanma vio allí una especie de sombra que se movía hacia la zona que está en peor estado» me decía José María Gutiérrez, aficionado al misterios.

Historia de la ermita de San Ambrosio

El sitio tiene mucha historia, antaño fue un oráculo, el de Baesippo, un lugar importante donde se consultaba por el futuro, el devenir que aguardaba las personas que hasta allí se desplazaban cual oráculo de Delfos gaditano. Indudablemente era un lugar mágico, de poder donde, posteriormente, se solapó con el culto cristiano y se puso una ermita que acabara con las «costumbres paganas» aunque gracias a ello se tiene la memoria de lo que fue este lugar antaño.

Fue el obispo Pimenio, hacia el siglo VII d.C. quién la consagraría. En la descripción del sitio se puede leer: «una nave estructurada mediante cuatro arcos fajones apuntados de ladrillo, sobre los que se sustentaba una cubierta a dos aguas con viguería de madera, tablazón y teja. Coincidiendo con los apoyos de los arcos, se adosan a los muros perimetrales sendas columnas; los laterales del presbiterio se corresponde una cripta y el arranque de una torre, hoy muy deteriorada».

«La capilla, se cuenta, que durante un tiempo tuvo una imagen de San Ambrosio, desconozco si todavía existe dicha imagen en el lugar pero que los muros están rematado con mampostería con una bóveda ochavada sobre trompas simples en fábrica de ladrillo. Ambas construcciones, nave principal y capilla lateral, definen hacia el este los límites de un atrio actualmente delimitado por los restos de los muros, incluyendo en su frente oeste dos dependencias posiblemente correspondientes a la vivienda del ermitaño o sacerdote, así como a un horno de planta circular dispuesto en el espacio libre del atrio» dentro de lo que es información pública del edificio.

Leyenda y misterio

Hay una leyenda en el sitio que habla de cómo una persona vio como de un muro salían abejas y pensó que habría una colmena con miel, lejos de hallar esta lo que descubrió fue el cuerpo de un hombre empalado. Los monjes agustinos quedaron horrorizados por el hallazgo e incluso se decía que había sido un miembro de la congregación que conoció a una chica y cometió el pecado de la carne. Al cabo de los nueve meses nació un hijo fruto de esa unión. El monje fue descubierto por otros hermanos y le llevó incluso al asesinato, todo ello originó que le impusieran el «voto de las tinieblas» que no era más que emparedar a un vivo como castigo y que era algo que estuvo vigente hasta el siglo XVII cuando lo prohibió el obispo Ayala en 1693.

En mi visita al lugar recuerdo que nuestras máquinas no registraron nada anormal, ni siquiera una psicofonía pero él no grabar estas «voces de nadie» no quiere decir que no se den, simplemente que yo, ese día, no tuve esa suerte. Si pudimos notas el fenómeno de termogénesis que en un espacio abierto y ruinoso como este podría tener una explicación perfectamente racional. Los aislamientos propuestos si dejaron notar cómo, aquellos que lo hicieron, sintieron algo. Así Jorge Pérez me decía: «Estando en el aislamiento, a oscuras, he sentido pisadas y como si alguien viniera hacia mí. Luego he escuchado un susurro de algo que me decía: «¿Qué haces ahí tan solo?» y ha sido cuando os he avisado por qué me ha dado miedo» comentaba.

Quizás sea parte de la leyenda o, quizás no, pero lo cierto es que cuando se va a la ermita de San Ambrosio -en mal estado- a grabar psicofonías hay investigadores -no es mi caso- en el que han dicho escuchar una especie de letanía, como una plegaria murmurada que no saben bien de que sitio surge pero que, sin embargo, no deja de ser tremendamente impactante.

Para muchos se trata del monje emparedado del que habla la leyenda y para otros sólo la sugestión.