Experiencia inexplicable en el ‘Monasterio del Diablo’

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No suele ser frecuente que experiencias en las investigaciones te lleve a conectar con un demonio -o lo que dice ser un demonio- y hacer que, de alguna forma el pánico se instale entre los presentes a una jornada de investigación que deparó muchas sorpresas.

El «temible» ‘Monasterio del Diablo’

Nos trasladamos a hacer una investigación al denominado como «Monasterio del Diablo» en Sevilla, en el término municipal de Carmona.

Hasta allí fuimos un grupo de investigadores y en los diferentes puntos de estudio. En el primero de ellos, el de acceso a las escaleras al segundo piso un primer grupo pudo escuchar pisadas en la galería, como si alguien estuviera andando en la misma, alguien invisible y que inquietaba.

En el segundo punto hubo una interactuación con uno de los aparatos que dispusimos, Inmaculada y Paco, creadores del mismo, se encontraban experimentando cuando notaron que a través de uno de los detectores del mismo iba «contestando», de forma inteligente, a lo que pedían. Fue muy impactante observar cómo era más que una casualidad en un punto en el que, hace años, pudimos ver una sombra negra manifestarse, en una investigación junto al malagueño Luis Mariano Fernández y Jordi Fernández.

En el tercer punto, la «fresquera», pudimos captar diferentes psicofonías en momentos en los que las respuestas fueron igualmente inteligentes y en las que nos pedían que bajáramos allí o, llegado el extremo, de irnos: «Marchaos», «Vete» se solía repetir con asiduidad.

Experiencia inexplicable en el 'Monasterio del Diablo'

Ser del bajo astral

Finalizamos nuestra visita con una ouija en la que todo discurría con normalidad hasta que entró un «demonio», el máster se movía con extrema rapidez y marcaba letras sin cesar, repetía «Diablo», «Mi casa» y trataba de salir del tablero. Obviamente no se trataba de un demonio pero si de uno de esos seres del bajo astral, burlón, juguetón, con mucha fuerza, muy enérgico y que sorprendió a todo el grupo.

Son experiencias que se tienen en estos lugares más allá de cualquier otro sentimiento. Ir a un lugar encantado no es cuestión de «llegar y pegar», se necesitan muchas visitas y muchas experiencias en lo que es un sumatorio, poco a poco, día a día, hasta forma un dossier de hechos insólitos como los que nos sucedieron en el temido «Monasterio del Diablo» de Carmona. Una experiencia para repetir.

Otras experiencias

No hace demasiado tiempo se realizaba una visita al Monasterio para hacer una “Alerta OVNI”. Se trataba de una actividad nocturna en la que mirar al cielo y comprobar si los No Identificados estaban “surcando el cielo”. Se eligió ese lugar pues reunía dos condiciones: está alejado de Sevilla (unos 40 kilómetros) y es un punto de misterio en la provincia de Sevilla.

Así, en plena actividad había personas que decidían bajar a la  fresquera dada la inactividad ufológica en esa noche en nuestros cielos. Primero fueron un grupo de tres personas que salieron muy impresionados de allí “abajo”. Narraban como estando en el interior de la misma habían podido escuchar como un susurro, una especie de lamento. Tras ellos quisieron salir de allí lo antes posible y comentarme lo que había sucedido.

Sobre las tres de la mañana, y ante la calma absoluta del plano OVNI decidimos bajar un grupo de unas 20 personas abajo para tratar de grabar psicofonías o grabar lo imposible en su interior. Unos con grabadoras, otros con los propios móviles (en modo avión) estaban prestos a realizar la actividad que era sumamente interesante.

En ese momento comenzó la experiencia, con nuestras “Spirit Box” y “Spirit Radio” comenzó el contacto surgiendo voces realmente inquietantes a la par que el ambiente en el interior de la fresquera se volvía opresivo y se podía sentir como la temperatura bajaba paulatinamente, poco a poco, calando los huesos.

Fue cuando las voces de nadie comenzaron a decir: “Marchaos ya”, “Vete”, “Biblia”, “Rezad” y que nos dejaba la sensación que allí abajo había algo más junto a nosotros y que estaba relacionado con el sitio y, por algún motivo, nuestra presencia no era bien recibida encomiándonos a irnos lo antes posible.

No antes de marcharnos hubo personas, participantes en esa actividad improvisada, que sintió perfectamente como algo le acariciaba la mano o como respiraba junto a su oído o a su espalda.

Las sensaciones eran muchas y por el nivel de personas congregadas la sugestión era mínima. No obstante, antes las psicofonías y sensaciones se decidió abandonar el sitio en unos momentos en los que se notaba que no estábamos solos, que había alguien más junto a nosotros y que ese “alguien más” no era de este mundo.

Atrás quedó el Monasterio del Diablo, con toda su carga misteriosa y con todos los fenómenos que los testigos, y nosotros mismos, pudimos vivir en primera personas para sorpresa de quienes menos creían en estos temas.