La Mesa de Salomón es uno de los objetos más deseados y buscados por la Arqueología y la Historia de todos los tiempos. Cabalgando siempre entre la leyenda y la realidad donde no se sabe cuándo comienza la ficción y acaba esa misma realidad…
La Mesa de Salomón es conocida también como “Tabla de Espejo” y es donde presuntamente el sabio rey escribió todos sus conocimientos sobre el Universo, el nombre verdadero de Dios y la fórmula de la Creación, es el denominado “Shem Shemaforash”, con una clara vocación cabalística. Al sabio rey Salomón (978-931 a.C.) , rey de Israel, se le atribuye todo ello. Esta mesa además concede a su poseedor el conocimiento absoluto y era descrita como: “una mesa cuyos bordes y pies, en número de 365, eran de esmeralda verde” (Ajbar Machmua, cronista bereber del siglo XI) o “compuesta por una mezcla de oro y de plata con tres cenefas de perlas” (Al-Macin, cronista musulmán), según órdenes de Yavé debía “estar hecha de madera de acacia y cubierta de oro puro, sin plata ni perlas».
Igualmente la Mesa de Salomón era relacionada por los musulmanes españoles como la Tábula Smaragdina de Hermes Trismegisto: “Esta Mesa de Esmeraldas se ha dicho que era la Tabla-Mesa de Salomón. Su nombre recuerda la Tabla Esmeraldina del hermetismo alquimista, que da título a uno de los textos herméticos atribuido a Hermes y grabado en una tabla de esmeralda de una sola pieza”.
Su cronología comienza en el año de su creación, el año 950 a.C., en la que el rey Salomón la construye y lleva al Templo de Jerusalén. En el 587 a.C. El babilonio rey Nabucodonosor conquista la ciudad santa y trasladaría el producto de su saqueo a Babilonia, incluida la mesa. Años después, en el 540 a.C., el rey Ciro la restituye a Jerusalén. Permanecerá en la ciudad hasta la toma del romano Tito en el año 70 d.C. , y es llevada a Roma como botín de “guerra” y guardada en el Templo de Jupiter Capitolino.
El historiador Flavio Josefo narraba: “Todo lo que las naciones más venturosas habían podido acumular de precioso, de más maravilloso y de más caro con el paso de los siglos, quedaba reunido aquel día para dar a conocer al mundo hasta qué punto se elevaba la grandeza del Imperio. Entre la gran cantidad de botines, los que destacaban con dorado brillo eran los que habían sido capturados en el templo de Jerusalén, la mesa de oro que pesaba varios talentos y el candelabro de oro…” (Guerra de los judíos, VII, XVIII).
Los godos de Alarico I saquea la ciudad eterna en el 410 d.C., lleva consigo todos los tesoros posibles a Carcasona. Teodorico en el 507 d.C., la lleva a Ravena y en el 526 d.C., Amarilco reclama el tesoro al ostrogodo Teodorico, tal como lo narra Procopio de Cesarea.
Cuando el visigodo Alarico II abandona Tolosa la lleva a España donde permanece en Barcelona y al morir éste es llevada a Toledo según el cronista Aben Adheri: “Trasladaron tesoros y botines innumerables, entre los cuales se encontraban misteriosos amuletos mágicos, de cuya conservación y custodia dependía la suerte del Imperio fundado por Ataulfo”.
En España cuenta la leyenda musulmana que fue escondida en la “Cueva de Hércules” y asi comienza su leyenda… en Toledo. El caudillo musulmán Tarik vence, en el año 711 d.C., a Rodrigo en la batalla de Guadalete, y la mesa es trasladada, como parte del botín, a Medinaceli (Medio Cielo), llamando a la ciudad Medina Talmeida (Ciudad de la Mesa) y Medina al Shelim (Ciudad de Salomón).
Encontramos también numerosas referencias del paso de la Mesa por diferentes regiones españolas, don Rodrigo Jiménez de Rada, a la sazón obispo católico, narra -según relatos recopilados de Al-Razi y Ibn al Qutiyya- el paso de Tarik por los montes de Gebelculema (Yabal-Sulayma, o Montaña de Salomón: Zulema) llegando a Complutum (Alcalá) donde fue nuevamente escondida, la mesa según las descripciones de la época sería de oro puro con 365 patas de oro y esmeralda.
Ajbar Machmua nos cuenta en sus crónicas como el caudillo musulmán Muza llega a lapenínsula estableciéndose una dura rivalidad entre éste y Tarik, también por que ambicionaba poseer el tesoro más preciado: la Mesa de Salomón. Como “premio” a esta rivalidad en califa Suleimán I los llama a su presencia en Damasco y ninguno de los dos volvería jamás a España.
El cronista árabe Al-Macin nos dejó en sus crónicas:”En el año 93 de la Héjira, Táriq conquistó Al-Ándalus y el reino de Toledo y le llevó a Walidi, hijo de Abd el-Malek, la mesa de Salomón, hijo de David, compuesta por una mezcla de oro y de plata con tres cenefas de perlas”.
Al-Makkara en la “Historia de las dinastías mahometanas” cita: “La famosa mesa que Tárik encontró, no perteneció jamás a este profeta… que su origen es que en tiempos de los reyes cristianos había la costumbre de que cuando moría un señor rico dejase una manda a las iglesias, y con estos bienes hacían grandes utensilios de mesas y tronos, y otras cosas semejantes de oro y plata, en que sus sacerdotes y clérigos llevaban los libros de los Evangelios, cuando se enseñaban en sus ceremonias, y que las colocaban en los altares en los días de fiesta, para darles mayor esplendor con este aparato (o adorno). Esta mesa estaba en Toledo por tal motivo, y los reyes se esforzaban por enriquecerla a porfía, añadiendo cada uno alguna cosa a lo que su predecesor había hecho, hasta que llegó a exceder a todas las demás alhajas de este género, y llegó a ser muy famosa. Estaba hecha de oro puro, incrustado de perlas, rubíes y esmeraldas, de tal suerte que no se había visto otra semejante”.
La tradición nos dice como en la Catedral de Jaén se hallaron en 1968 unos archivos los cuales hacían referencia a la mesa en una lista de nombres llamada «los que buscaron la cava» (la cueva), figurando Alonso Suárez y Muñoz Garnica entre otros. Alonso Suárez de la Fuente del Sauce fue obispo de Mondoñedo, de Lugo y de Jaén, fue inquisidor general y presidente del Consejo de Castilla. En el año 1500 llega a Jaén y deja constancia de sus conocimientos cabalísticos. En los restos de la Catedral se pueden encontrar el llamado nudo de Salomón, el Bafomet templario, símbolos cabalísticos de los Chaprut… Muñoz Garnica era el canónigo de Jaén, y junto a Alonso Suárez creó en el siglo XIX una sociedad para buscar la Mesa, o la Tabla de Salomón,… Se dice que era la fuente de sus ingresos y su riqueza. Fue en 1924 cuando se descubrió el tesoro de Torredonjimeno y los documentos sobre la cava, y así se cree que es como se originó esa búsqueda de la Mesa de Salomón en Jaén.
La Mesa de Salomón también ha sido buscada en Toledo dada que allí es donde se ubica la llamada “Cueva de Hércules”, donde Don Rodrigo la habría encontrado, como vestigio del tesoro visigodo, pero todo ello tan ricamente adornado que parece más leyenda que realidad. Cuenta le leyenda que “Hércules edificó un palacio encantado cerca de Toledo, construido con jade y mármol, y ocultó en su interior las desgracias que amenazaban a España. Puso un candado en la puerta y ordenó que cada nuevo rey añadiera uno, ya que las amenazas se cumplirían el día en que uno de ellos fuera curioso y entrara. Don Rodrigo fue ese rey, y del palacio sólo queda la cueva que se supone oculta maravillosos tesoros. Según la leyenda, el rey visigodo abrió o rompió cada candado, llegó a una primera sala, que parecía un lugar de oración, avanzó y llegó a una segunda, supuestamente de ceremonias, llegó a una tercera que tenía un cofre, el rey lo hizo abrir: había un lienzo con dibujos de guerreros a caballo y espadas curvas, con una inscripción que dice «cuando ojos humanos vean este lienzo, estas criaturas dominarán la tierra santa”. Don Rodrigo no pasó a la cuarta sala, aunque se dice que vio el espejo o mesa de Salomón, porque había dos guardias de metal de varios metros de alto armados con mazos que se movían a la más mínima presencia que entrara en la sala”.
Igualmente en Francia se la ubica en la fortaleza de la antigua ciudad de Rhedae donde lo habrían ocultado los visigodos. En el año 1803 se realizó una investigación en uno de los pozos donde se dice que habría sido sumergido el tesoro y con él la Mesa o Tabla aunque no se descubrió nada de valor.
La trama también abarca, en el siglo XIX, al mítico párroco de Rennes Le Chateau, Berenguer Sauniére, que tras realizar unas obras en la iglesia del pueblo descubre unos documentos y a partir de ahí su riqueza y vida social son parte del mayor asombro de sus convecinos. Tal fue el “escándalo” que el Vaticano suspende «a divinis» al párroco en 1910. Muere en 1917 sin desvelar a nadie -salvo a su “ama de llaves”- el origen de su riqueza y esta muere sin desvelar la confesión del párroco… Muchos creen que allí se encuentra un gran tesoro, incluso la prodigiosa Mesa de Salomón, pero la alcaldía ha prohibido escavar o hacer prospecciones en la zona…
La “Historia” nos cuenta como en la realización de la Mesa de Salomón se pudo usar oro y metales preciosos de las minas de Tartesos y la última localización de ella la tenemos en Sevilla, allí, en la capital hispalense tenemos dos nuevas ubicaciones para dos restos de la misma: la Catedral de Sevilla como parte de su tesoro secreto y la denominada “Casa de Pilatos”.
Para otros la Mesa de Salomón acabó en el fondo del río Tiber, a su paso por Roma, para evitar que fueran robados por los enemigos “bárbaros” en el 410 d.C.
La Mesa de Salomón, la Tabla de Salomón… un objeto de culto, de poder y riqueza cuya realidad parece sacada de la más pura ficción y sin embargo su realidad parece incuestionable.