Alexa se ha convertido en un dispositivo que está presente en los hogares de muchas familias en el mundo, en unos casos es muy usado y en otras es un «bulto sospechoso» que está conectado pero que en rara ocasión se utiliza. Hoy les quiero contar la experiencia de una familia gaditana con su dispositivo.
Sorpresa con Alexa
Lo compraron movidos por la moda del momento allá donde unos se decantaron por el dispositivo de Google, otros por «Siri» y otros por Alexa. Es el caso de nuestra familia. Configurado correctamente y funcionando perfectamente «al principio lo usábamos para que pusiera música y que los niños se rieran con los chistes que contaba que no podían ser más malos pero bueno. Se usaba pero luego ya poco, cuando mi mujer anda en casa se pone la música en el móvil, dice que andar enredando con la Alexa no deja de ser un rodeo para hacer lo mismo que hace con su teléfono y bien pensado pues razón no le falta. La cosa es que estábamos con ella ya como una adorno en casa hasta una noche que cambió todo» decía Enrique Martín.
«Esa noche no había pasado nada anormal, además Alexa, para que funcione debes decirle «Alexa, pon música», por ejemplo, y ya ella verá si te la pone o no por que el cacharro también se las trae. Bueno, pues aquella noche estábamos en el salón acabando de ver una película cuando lo primero que nos llama la atención es que la luz azul que tiene se pone a girar, además lo veíamos bien porque está en la línea de visión junto a la televisión.
«Bueno, nos miramos y la verdad es que ni en la televisión ni nosotros dijimos nada para que se pusiera en marcha. La cosa es que no habrían pasado más de dos minutos cuando resonó una voz infantil que dijo: «Papá, ¿estás ahí?» y nos quedamos mirando. Los niños estaban en la cama y mis hijas no podían ser, además son pequeñas. Mi mujer fue a ver si estaban gastando una broma o habían descubierto una forma de usarlo como walkie-talkie, pero vamos que son pequeñas, gemelas, y no tienen alcance para eso» narraba.
Voces ¿del más allá?
No fue la única sorpresa que deparó el dispositivo: «En un momento dado yo dije «no soy tu padre» y la voz de niño dijo: «Está oscuro, ayúdame» y eso me dio mucha angustia. Entonces le dije «¿Donde estás? ¿Cómo te puedo ayudar?» y aquello se cortó, de hecho la luz azul se pudo a dar vueltas de nuevo y se apagó. Mi mujer me dijo que qué era lo que había pasado y yo no supe que responderle porque, la verdad, es que aquello es imposible que lo haga el aparato y, mucho menos sin comando de voz ni nada. Era perfectamente audible, nos dejó helados» comentaba.
En noches posteriores han podido escuchar, a altas horas de la madrugada, como el dispositivo hace «ruidos extraños» pero no dice nada como «en esta ocasión en la que salió hablando y me generó mucha ansiedad por qué noté como era alguien que, de verdad, pedía ayuda y sonada a niño, me generó mucha ansiedad«.
«Ahora mismo lo tenemos quitado porque si eso se pone a hablar con las niñas delante para que queremos más, pero también es verdad que no ha vuelto a decir nada, aunque para mi sea suficiente» concluía Enrique.
Son muchos los incidentes que están viniendo a describirse con este tipo de dispositivos. No son muchos los que se hacen públicos pero si hay foros en internet donde se comentan experiencias y se pueden escuchar algunos audios o vídeos con respecto a ello. Puede que sólo sea un comportamiento extraño pero técnicamente explicable o, tal vez, estemos asistiendo a un nuevo fenómeno de transcomunicación instrumental en pleno siglo XXI. Yo, particularmente, ya estoy experimentando y, tal vez, sea una moderna forma de hablar «con el otro lado» como en su día ya hiciera el propio Friedrich Jürgenson y aquella primera psicofonía oficial que pasó a la Historia.