En mis paseos por Cádiz encuentro lugares realmente sorprendentes con historias no menos sorprendentes, En la cripta de la catedral he sido partícipe de una par de ellas que me han fascinado. Allí hay un enigma histórico, se trata del cuerpo incorrupto de una niña que fue enterrada vestida de comunión.
Ha sido objeto de mil y un comentarios y de leyendas que orbitan en torno a su misteriosa figura, y haciendo una recopilación de las mismas uno no puede menos que sobrecogerse ante la variedad de relatos que en torno a ella circulan.
Leyendas e historias heterodoxas
Este tipo de relatos e historias son de carácter anónimo y, una de ellas, nos relata como: «la niña era una chiquilla muy beata que iba a rezar todos los días a la catedral pero en el día de su comunión cayó enferma y no pudo realizarla, así que el obispo de la época la trasladó, para enterrarla, al cabo de unas semanas una disputa familiar provocó que se abriera su tumba y descubrieron que el cuerpo estaba incorrupto.
Por considerar aquello un milagro, el obispo de Cadiz decidió meterla en la urna y mostrar al pueblo el poder divino de Dios».
La segunda historia legendaria en torno a la niña llega de la mano de Antonio Hedrera Lara y cuenta: «la niña se trataba de Santa Victoria, una niña que en la antigüedad fue canonizada debido a la buena conservación en la que su cuerpo incorrupto se encontraba» o «en dicha Catedral, a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, una niña muere de manera fulminante durante la ceremonia de su comunión, justo en el momento de obtener la sagrada hostia cristiana.
Esta niña sería momificada y años después expuesta en una urna de cristal, pero antes fue envuelta en organdí blanco que cubría el trajecito de primera comunión con el que fue momificada, con el paso del tiempo el traje se fue amarilleando por la humedad que allí se respiraba, principalmente debido a la ubicación de la cripta que se encuentra por debajo del nivel del mar y que se encuentra rodeada de la típica piedra ostionera de Cádiz.
La niña de la catedral
La niña, de cabello oscuro, sostiene una rosa roja sobre su torso a la vez que en sus pies, descansa un pequeño recipiente de vidrio que se dice contiene la sangre de la pequeña aún en estado líquido«.
La verdad sobre su origen es más mundana y habría que encontrar al obispo de Cádiz, Juan Asisclo de Vera y Delgado, defensor e impulsor de la constitución de 1812, que buscó un aliciente más para que los feligreses acudieran a la catedral a las misas.
El 24 de agosto de 1816, el cardenal Julio María de Somalia, obispo de Tusculo, entregaba al obispo gaditano por mediación del capellán Sebastian de Flores una sorprendente reliquia de la cual ha quedado constancia en los archivos del obispado de Cadiz: » …del cuerpo sagrado de Santa Victoria, virgen y mártir extraído por nos por mandato de S. S. el Papa (Pio VIII) del antiguo cementerio de Priscila, vía salario nova, con un recipiente de cristal conteniendo la sangre y que vestido con varias túnicas decorada en oro al estilo frigio, según la costumbre de las mujeres nobles de Roma, colocamos en una urna de madera dorada y pintada de color porfido guarnecida su parte delantera con dos tablas de cristal unidas entre si, bien cerrada, y atada con una cinta de seda de color rojo y sellado con nuestro sello».
Evidentemente la reliquia no está libre de polémica pues en muchas ocasiones éstas son de una más que dudosa procedencia y tenían como objeto la evangelización de determinadas zonas o impulsar las prácticas religiosas.
Así pues la niña incorrupta de la catedral de Cádiz tiene esta mundana historia, otra cosa es saber cual es su verdadera identidad y cuna, sin descartar que realmente sea la santa.