La importancia estratégica de Andalucía para un evento bélico en Europa, en concreto en la IIª.Guerra Mundial, se comienza a gestar con la Guerra Civil española, en 1936.
Inicialmente fue vista como una más en los cinco anteriores golpes de Estado que desde el siglo XIX se habían sucedido en nuestro país pero al recibir el lado republicano el apoyo soviético comenzó a ser visto como un importante escenario desde Londres, más aún cuando el Gibraltar Chronicle -en Marzo de 1937- publicaba en sus páginas: “un instructor alemán ha resultado muerto cuando una granada le explotó en la mano mientras entrenaba a las tropas rebeldes en el Campo de Gibraltar”.
Aquella noticia “levantó la liebre” entre el servicio secreto inglés que rápidamente trasladó efectivos a Gibraltar. “El tono de la información sugería que la presencia de tropas alemanas en España era perfectamente aceptable, y reflejaba el hecho de que las autoridades gibraltareñas, así como sus supervisores en Londres, conocían que la No Intervención era poco menos que un fraude”.
El Gobierno británico ignoró las protestas de la Embajada española en Londres cuando fueron informados por los espías españoles de la acción inglesa. Más tarde el gobierno de Franco se tomaría la revancha ignorado las reclamaciones de los Aliados pese a la extrema presión internacional. Y es que los británicos temían una acción conjunta hispano-alemana para la toma de Gibraltar por parte de las tropas insurrectas españolas.
Ello daría una posición de fuerza en el Mediterráneo, y por otra parte era contemplado como una acción suicida por parte de las tropas insurrectas al estar en plena Guerra Civil. A todo ello no ayudaba demasiado las declaraciones del general Queipo de Llano en Radio Sevilla en las que afirmaba: “Pronto incorporaremosa Gibraltara nuestra madre patria. Entonces Gibraltar se verá libre de esa partida de bandidos contrabandistas que ahora la controlan”, en esa misma línea el 1 de Marzo el general Queipo de Llano manifestaba en un mitin en La Linea de la Concepción: “Devolveremos Gibraltar a sus legítimos dueños, los verdadero españoles”.
Aquellas declaraciones llegaron a la Cámara de los Comunes, curiosamente el Gobierno británico pidió informes a “The Daily Herald”, “The Daily Telegraph” y “The Convent” donde los medios afirmaron que las declaraciones habían sido adulteradas y manipuladas, no poniendo en boca del general las mismas… El mismo Duque de Alba, en Londres, desmintió categóricamente lo publicado por los diarios o lo que se le imputaba a Queipo de Llano desde la emisión de Radio Sevilla.
A Sevilla también se trasladaron los miembros de un equipo de sabotaje fascista-nazi, que hasta Gibraltar habían llegado con la intención de hundir varios buques británicos, el plan salió mal… Era el 21 de Octubre de 1940 y el sumarino “Sciré” se encontraba en aguas del Mediterráneo. Se trataba de una incursión a bordo de “torpedos humanos”, iban tripulados por el teniente Luigi Durand de la Penne junto con el suboficial Emilio Bianchi. El segundo SLC iba al mando del sargento Alcide Pedretti, pero también falló. El tercer SLC iba mandado por el teniente Gino Birindelli y el suboficial Damos Paccagnini, estos llegaron a detonar su torpedo pero sin más resultado que el poner en alerta a las tropas de El Peñón.
En Marzo de 1941 se volvería a intentar, los torpedos estaba a cargo de la Décima Flotilla Ligera de la Armada Italiana, era mandada por el príncipe Junio valerio Borghese, y estaban apoyados por el buque-tanque “Fulgor” y el “Sciré”. El 25 de Mayo de 1941 comenzó la operación que acabó en sonado fracaso. Tras ello fueron trasladados a Sevilla donde fueron recibidos por el cónsul alemán mientras se diseñaba otro plan de ataque. Los italianos fueron repatriados a su patria.
En 1940 sucede un hecho destacable que pudo evitar la toma española del Peñón, y corrió a cargo de almirante Canaris. Era Julio de 1940, Canaris llega a España junto a cuatro altos mandos nazis, el 23 de Julio se entrevista con el general Juan Vigón, el coronel Martínez Campos y el teniente coronel Ramón Prado, el enlace era Wilhelm Leissner, representante de la Abwerh en Madrid, con ellos estaba el coronel Piekenbrock.
De Madrid se trasladaron a Sevilla por coche, pasaron la noche en Manzanares donde se alojaron en el Parador y a la mañana siguiente prosiguió su viaje a Sevilla. En la capital andaluza estuvo un día donde tuvo la ocasión de reunirse con el cónsul y sus más cercanos colaboradores para explicarles la posición del Tercer Reich y las medidas a tomar. En aquella reunión había importantes miembros del gobierno Franco y fue Canaris el que desaconsejó una acción contra Gibraltar por que ello implicaría meter a España en la IIª. Guerra Mundial, un país roto que había acabado de salir de una Guerra Civil y, operativamente hablando, les era al gobiernos nazi más ventajosa una posición de “neutralidad” que un aliado del Eje en una guerra.
De esta acción estaba convenientemente informado el servicio de inteligencia británico quién en el memorando “C”, el responsable en jefe de la inteligencia Harold Adrian Russell, alias “Kim Philby”, desaconsejó cualquier acción armada contra Canaris en Sevilla.
Canaris partió con rumbo al Estrecho donde sus acompañantes estuvieron observando y estudiando detenidamente el Peñón de Gibraltar desde La Línea en sus cara norte en la Comandancia española y la cara oeste desde el faro de Punta Carnero. Junto a ellos destacaba el capitán de la Luftwaffe Rudolf Witzig.
A su regreso a Madrid vuelve a reunirse con el general de brigada Juan Vigón, el coronel Martínez Campos, jefe del Alto Estado Mayor del Ejército español y jefe de los servicios de inteligencia militar, el jefe de la Sección de espionaje de la Abwerh, Hans Piekenbrock (que le hizo de chófer), el jefe de la red de Abwerh en España, Leissner, y el propio general en jefe Francisco Franco. La acción sobre Gibraltar propuesta era un ataque rápido llevado a cabo por fuerzas aerotransportadas y zapadores, como en el Canal Albert. Fueron Franco y Vigón quién negaron esa posibilidad ante los vientos que soplan en el Estrecho y la orografía de la zona que es muy accidentada.
Desde la zona recibían una exhaustiva información procedente de “Villa León I” donde estaban los equipos de transmisión de los espías nazis. Allí estaba operativo Albert Garbe, llamado “César”, quién a su vez tenían muchos colaboradores nacionales, desde simples trabajadores hasta guardias civiles. En la época el Hotel Reina Cristina, en Algeciras, fue el punto de reunión de los espías. La acción sería conocida como “Operación Torch”.
Imposible de conquistar
Pero el Peñón era un bastión casi inexpugnable, muy bien armado, de forma muy inteligente, con una orografía que hacía casi imposible cualquier acción, para un ataque aéreo implicaba muchos riesgos y un ataque con paracaidistas era doblemente peligroso: “ya de entrada, viniesen por el norte o por el sur, los motores de los Junkers alertarían a los defensores y los lentos aviones de transporte tendrían que sobrevolar la Roca bajo un intenso fuego antiaéreo; y lo mismo, aunque presumiblemente en menor grado, sucedería si venían precedidos de una preparación artillera; a estas pérdidas habría que unir también las que se producirían luego durante del descenso. Pero lo más importante era que, a causa del viento y las difíciles condiciones del terreno, lo más probable era que los paracaidistas acabaran cayendo al mar o tomando tierra demasiado dispersos. Por último habría que tener en cuenta las escasas, por no decir nulas, posibilidades de que los que consiguieran tomar tierra sobre el objetivo superasen, en medio de la reacción británica, las fases de concentración y armamento para poder desplegarse y actual de forma adecuada”.
En la noche del 25 al 26 de Julio la aviación italiana bombardea Gibraltar y el 27 de Julio se desecha la acción sobre el Peñón. El 1 de Agosto Canaris en Berlín entrega el informe Mikosch-Canaris, descartando la acción sobre la Roca. Allí comenzó la llamada Unternehmen Feliz, que era la toma del Peñón desde tierra y cuyos pormenores conocería un mes después el Ministro de Asuntos Exteriores español Serrano Súñer.
El general Hans Mikosch se desplazó a España para llegar a Sevilla y realizar varios vuelos desde Sevilla a Ceuta para reconocer el terreno desviando su ruta hacía Gibraltar más de lo necesario. “Varios de los expedicionarios se subieron al tejado de una casa de un oficial para tener una visión del Peñón. Ellos se dieron cuenta de que la fortaleza presentaba más dificultades de las previstas. Los precipicios de arenisca, las corrientes de aire irregulares y una superficie limitada imposibilitaban operativos de paracaidistas. También descubrieron que la estrecha península que conectaba Gibraltar con su entorno presentaba un formidable obstáculo. Los defensores, obviamente, habían minado el área y sus cañones la contolaban desde varios ángulos. Aunque las tropas de asalto fueran obligadas a atravesar la zona, las pérdidas serían considerables y el éxito problemático. Y si tales revelaciones no eran lo bastante serias, los turistas camuflados encontraron otros problemas. El sistema español de ferrocarriles iba más allá de su comprensión. No sólo las vías eran de una medida diferentes a las de Francia, lo que hacía y precisaba de transbordos en la frontera española sino que todas las líneas pasaban por Madrid, imposibilitando cualquier esperanza de confidencialidad. Los españoles tenían limitados recursos para el mantenimiento de carreteras, reparaciones, comunicaciones e intendencia”.
El plan comprendía el uso de dos regimientos de infantería, un regimiento de montaña, un batallón de construcciones, dos de ingeniería de combate, uno de operaciones de control remoto, vehículo de tipo “Goliath” para suministros, una compañía de zapadores, doce regimientos de artillería. Desde Sevilla se desaconseja la acción por no ofrecer indicios, sólo indicios, de éxito. Era el 2 de Agosto cuando Canaris presentó su informe en Berlín y, aún así, Franco debía dar su aprobación.
Ambiciones y desengaños
Adolf Hitler reune a su Estado Mayor y el 24 de Agosto se inicia los preparativos de la acción militar. El 6 de Septiembre se decide comerzar la movilización informando al cónsul en Sevilla y a los responsables de la Abwerh en Madrid, pero Franco no parecía tener demasiado interés en atacar y tomar Gibraltar, Burdick escribía al respecto: “Cuando Canaris vuela a Madrid para informar a Franco, él encontró al caudillos vacilante. Tres días después Hitler envió al general Von Richthofen, Comandanete VII del Air Corps, para que se reuniera con Franco en su residencia de San Sebastián, pero el alemán concluyó que Franco estaba interesado pero no decidido”.
En aquellas acciones había intereses cruzados, Franco sabía lo que aquella acción suponía. Queipo de Llano tenía recelos. Estaba todo a expensas de la operación “León Marino” por la cual se invadiría Inglaterra. Serrano Súñer tenían pendiente cerrar una apretada agenda de Franco y Hitler, más el “Duce” italiano.
España quería Gibraltar y el Eje quería el Norte de África. Entonces vino la ambicion expansionista de Franco cuando pide a cambio de la entrada en el conflicto belico tanto Marruecos como Orán. En principio Serrano Súñer se reunió con Joachim Von Ribbentrop y el Tercer Reich habría aprobado la petición española, siempre que España cediera a Alemania una de las Islas Canarias y bases en Agadir y Mogador. Pero al día siguiente Hitler rechazó aquella petición explicándole desairadamente a Súñer la complicación que entrañaba la toma del Peñón para que encima el gobierno español pusiera tantas condiciones. Franco llegó a escribirle a Hitler: “Yo soy de la opinión de que el primer acto de nuestro ataque debe consistir en la ocupación de Gibraltar”, era el 22 de Septiembre, entre medias había habido un intenso tira y afloja en que llegó a intervenir el propio Benito Mussolini. Sin embargo un factor alteraba en gran medida todas aquellas disposiciones: Serrano Súñer se extralimitó al interpretar las órdenes de Franco.
Entre un mare-magnum de información y preparativos para el ataque enmarcado en la “Operación Félix” se establece que las tropas de infantería cruzarían la frontera de Los Pirineos por Bayona, un ataque aéreo se dispondría con Junkers 88 desde Burdeos en vuelo a Gibraltar y repetidos ataques de Stukas Ju-87 y Me-109 desde Sevilla contra buques británicos. Pero Gibraltar y los espías ingleses no eran ajenos a todo ello, el embajador Evans en Sevilla estaba informado de los movimientos nazis y Gibraltar en Agosto de 1940 tendría mal de 10.000 soldados bien pertrechados e instruidos en cinco batallones, baterías antiaéreas y cañones, galerías excavadas en la roca con refugio para 16.000 personas y víveres para 18 meses más el apoyo de los buques de la Armada Británica y sus submarinos añadiéndosele un eventual apoyo aéreo.
Así pues la operación quedó anulada y los preparativos en el olvido.