Petar Blagojevich, el vampiro de Kilisova

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Si se habla de vampiros es inexcusable viajar, aunque sólo sea imaginariamente, a la Europa del Este, a Rumanía o Bulgaria, tierras de misterio y de leyendas eternas.

Una de esas historias singulares que nos habla de no-muertos es la de Petar Blagojevic, quizás el caso de vampirismo mejor documentado del siglo XVIII. Petar vivía cerca de Kisilova, en Serbia (parte de la antigua Yugoslavia). La época que le tocó vivir no fue sencilla, un mundo complejo donde en el que la muerte rondaba a cualquier persona, en forma de guerra o epidemia mortal.

Petar Blagojevich revivió tras morir y comenzó a hostigar a sus vecinos. Producto de todo ello asesinó a nueve de ellos en un periodo de una semana, todos fueron encontrados en sus hogares, en el lecho, en l acama, con restos de sangre y la garganta abierta…

El pueblo estalló en cólera, en ira, pero también en temor. Se avisó a la autoridad local que tomó acciones buscando al Petar Blagojevich, no lo encontraron vivo pero sí a su cuerpo que fue exhumado de la tumba. Al abrir el ataúd se encontró incorrupto, fresco, señal inquívoca -decían- de ser un vampiro, así lo dejaron escrito en los documentos de la época.

Se decidió matar al vampiro empalando su cuerpo y, posteriormente, quemándolo. Cuando llegó a oídos del gobierno no se decidió ninguna medida de represalia contra los habitantes de esta localidad debido a lo grave del asunto.