El control de los Elementos, del medio ambiente, de la Naturaleza, es algo que siempre ha ansiado el ser humano. Desde tiempos remotos entonaba cánticos a los dioses para hacer que lloviera a voluntad o que arreciaran las tormentas, en el medievo rezaba y componía cánticos, y en la actualidad se avoca a la tecnología más allá incluso de donde podemos imaginar.
Pero en el mes de Marzo del año 2005 científicos estadounidenses dijeron haber creado una aurora boreal de forma artificial e involuntaria como consecuencia de las experiencias con el denominado proyecto HAARP. La noticia pudo pasar desapercibida pero otros le dieron su justa importancia ya que HAARP sería un calentador ionosférico…, con el peligro que ello conlleva.
En Alaska
El epicentro de este ambicioso proyecto estaría ubicado en Alaska, en la localidad helada de Gakona. Allí nos sorprende una instalación de carácter militar donde se alzan un enjambre de antenas que “miran” al cielo. Esas antenas son el eje central del proyecto Aurora Activa de Alta Frecuencia o HAARP, que es “High Frecuency Active Aural Research Program”.
Así el HAARP habría nacido para sustituir al ROTHR, un sistema por el que se pretendía mejorar las comunicaciones con la flota de submarinos nucleares de EE.UU., bloquear al enemigo en cuanto a sistemas de comunicación y captar el calor de los submarinos para localizarlos o armas nucleares, amigas o enemigas. Pero a su vez también trataría de defensa contra un posible ataque nuclear al proteger del impulso electromagnético de estas y que pueden generar un caos en los aparatos electrónicos.
Aunque parezca ciencia ficción el HAARP ya tiene establecidas varias patentes, así la 4.686.605 pertenece al físico Bernard Eastlund y dice: “un método y un equipo para cambiar una región de la atmósfera, ionosfera o magnetosfera”. Así sería algo como calentador ionosférico que concentra radiofrecuencias en un punto concreto de la ionosfera proyectando energía (en una alta concentración) al mismo.
Así el HAARP sería la evolución lógica del ROTHR, con una serie de antenas que emiten o reciben y que son capaces de lanzar con gran potencia ondas electromagnéticas de alta frecuencia, la ionosfera sería su espejo y así rebotar la “señal” hasta los submarinos nucleares dotados del ICBM.
Control del clima
Pero detrás de este proyecto de “comunicaciones” se esconde un experimento de mayor envergadura que trataría de controlar el medio ambiente, los procesos ionosféricas, sí estas antenas podrían calentar la ionosfera produciendo un agujero en la misma. Si los Estados Unidos perfeccionara esta arma sería un escudo de defensa y un control, sin procedentes, del medio ambiente ionosférico.
Cuando toda esta información saltó a la luz pública se trató de esquivar la incómoda pregunta del uso militar de las antenas diciendo que eran inofensivas tal como las de Arecibo en Puerto Rico, por ejemplo. Pero la verdad del HAARP no es así.
Alterar la ionosfera puede acarrear consecuencias funestas al ser humano pues la ionosfera protege la superficie de la Tierra de las radiaciones cósmicas y los rayos ultravioletas, X y gamma.
El HAARP modifica las condiciones de la ionosfera, el doctor Richard Willians decía de este proyecto: “es un acto irresponsable de vandalismo global” (20/11/1994 en el Anchorage Daily News). Todo ello podría traer un cambio climático y afectar a las comunicaciones del mundo. El científico Nick Begich y la periodista Jeanne Manning escribieron una obra polémica llamada “Angels don´t play this Harp” que significa “Los ángeles nos saben tocar este arpa”, y donde ponían de manifiesto los peligros del experimento norteamericano provocando un grave calentamiento global del planeta y aunque fue presentado como un proyecto experimental de comunicaciones esconde mucho más: todo un desarrollado sistema armamentístico experimental de cuyo uso no sabemos el producto resultante.