¿Quién mató al profesor ‘gaditano’ Pablo Bravo?

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Era un 5 de junio de 1987 y la zona de Campo Sur se sobrecogería ante una terrible noticia: el asesinato del profesor del colegio público San Rafael, Pablo Bravo.

Misteriosa muerte

Se le encontró en su domicilio y tenía varias puñaladas. La investigación de la policía se hizo de inmediato y se comenzó el proceso de localización de los responsables del mismo, una investigación compleja que presentó no pocas trabas e inconvenientes tanto administrativos como judiciales. Pablo Bravo Gala era su nombre completo y era una persona afable y educada, muy servicial y siempre pendiente de cómo ayudar a los demás. Solía ayudar a los niños en sus estudios y era un intelectual, no era gaditano de nacimiento pero si de adopción, natural de Madrid, se le relacionaba familiarmente con Antonio Gala, el famoso escritor, pero fue un extremo sin confirmar que no aporta nada al caso salvo la curiosidad. Daba clases gratis a los niños que necesitaban más apoyo y no le importaba quedarse más tarde en el colegio ayudando a quién se lo pedía.

Aquel fatídico día Pablo abrió la puerta de su domicilio a alguien que conocía, era normal pues atendía a muchas personas allí en sus necesidades académicas. El colegio estaba en obra y se acercaban a ver al profesor. Ningún vecino vio nada, todo fue muy desconcertante. Pero lo único cierto es que aquel día perdió la vida el profesor. La primera hipótesis fue que unos drogadictos habrían entrado a tobar en su casa y lo mataron. Pablo Bravo era generoso y daba dinero a quién lo necesitaba, incluso le tocó la lotería y eso le hacía tener más «rondadores» en torno a él.

El diario ABC publicaba: «Un hombre de sesenta y cinco años falleció ayer tarde en Cádiz a consecuencia de numerosas puñaladas que le fueron asestadas por uno o varios individuos cuya identidad se desconoce. Pedro bravo Cala fue hallado sobre un gran charco de sangre junto a la puerta de su domicilio, en la avenida de Campo del Sur, nº.40. Pablo Bravo estaba soltero y vivía solo en su domicilio. Su cadáver fue encontrado por unos vecinos alrededor de las tres y media de la tarde».

Pesquisas policiales

Las pesquisas policiales siguieron su curso durante varios meses y se tenía la certeza de la premeditación del asesinato así como de elementos intencionados que se pusieron para obligar a que abriera la puerta, como un esparadrapo en la mirilla. El arma empleada fue un cuchillo que nunca se encontró y que no era de la casa. Abrió la puerta voluntariamente y debía conocer a los asesinos. En ese momento se preparaba el almuerzo y su cuerpo quedó tendido entre el recibidor y la entrada de la misma, el teléfono descolgado en una además de pedir ayuda y con señales de resistencia. Le asestaron 17 puñaladas y se cree que hubo ensañamiento con él, por lo que había un conocimiento de la persona.

El tiempo pasaba y la Policía no avanzaba en sus investigaciones, dejó de tener presencia en los medios pese a que su enterramiento fue muy popular y muchos gaditanos acompañaron a don Pablo hasta el cementerio de San José. Se llegó a guardar 15 minutos de silencio pidiendo contra la violencia. El dolor de la población y las personas a las que ayudó fue evidente.

En 1990, en el mes de julio, se detuvo a dos chicas por una supuesta implicación pero no llegó a más aunque una de ella, M.N. estuvo en prisión, murió tiempo después al intentar pasar de un balcón a otro de la finca en cuestión en calle Torre. Por su implicación en el asesinato pasó por el penal de Puerto II, aunque el juez de instrucción la dejó en libertad por falta de pruebas.

En 1993 se detuvo a otros dos jóvenes, en este caso dos personas, Joseph H. y Salvador A. que habían estado en la casa de don Pablo ese día y esa hora. La Policía reconoció al asesino y se hizo la reconstrucción del asesinato, Salvador A. murió de SIDA y Joseph H. no pudo ser juzgado del asesinato. Sospechosamente M.N. era la ex novia de Joseph H. y ex alumna de don Pablo, visitaba la casa con regularidad y le había dado dinero cuando lo necesitaba. Se cree que en un momento de «desesperación» por tema de drogas pudieron ir a casa del profesor a pedir dinero y este, al no entregárselo, ser asesinado.

En ExtraConfidencial se publicaba: “En junio de 1993, seis años después del asesinato, la Policía detenía a Salvador A.R., de 30 años, como presunto autor material del crimen, después de que éste se personase en comisaría e implicase en los hechos a un segundo individuo, Joseph H., conocido como Toti el Negro. Salvador explicó que padecía SIDA en fase terminal y que quería contar todo lo que sabía antes de morir. Explicó a los agentes que, el día del asesinato de Pablo Bravo, había acudido a casa del maestro junto con Toti el Negro, que entonces tenía 14 años, y que fue éste último quien apuñaló a la víctima.

Toti el Negro fue detenido inmediatamente y, tras un careo con Salvador, quedó en libertad. Durante el careo salió a relucir el nombre de Gloria, la sospechosa fallecida tres años antes, y que, al parecer, había mantenido relaciones con el profesor asesinado. A partir de ahí toda la instrucción se desmoronó. Salvador se desdijo de sus declaraciones y no quiso aportar más datos. Poco después fallecía de SIDA. El caso del asesinato del profesor Pablo Bravo prescribió en 2007 al haber transcurrido 20 años desde su comisión”.

Los culpables del crimen fueron apresados, uno murió víctima de la enfermedad y el otro quedó impune aunque era culpable aunque atendiendo a pruebas circunstanciales. Hubo muchas sospechas y habladurías sobre todo este caso oscuro y con diferentes derivaciones pero al final una «buena persona» (como de él hablaban) perdió la vida «a manos de unos drogadictos«.