Fenómenos paranormales en el ‘Palacio Arizón’, una leyenda de Sanlúcar de Barrameda

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Tristemente vuelve a ser noticia no por sus fantasmas o fenómenos extraños sino por que el hotel «Palacio Arizón» ha cerrado sus puertas al público.

La aparición de espectros de señoras que destacan por su luminosidad, y en muchas ocasiones, su capacidad de interactuar en el medio y los que lo rodean, también tienen una cuna y un lugar en la Historia paranormal de la provincia de Cádiz, más concretamente en la coqueta Sanlúcar de Barrameda.

En las orillas del Guadalquivir encontramos la trágica historia de la denominada dama blanca de Arizón. Debemos saber que el marquesado de Arizón se concedió en 1748 a Jacinto Salvador de Arizón, de origen Irlandés y matriculado en la Carrera de Indias, y vecino de Sanlúcar de Barrameda. Durante los siglos XVII y XVIII construye la Casa de Arizón,  una casa de cargadores a Indias puesto que el Marquesado de Arizón poseía una importante flota de barcos que incluso llegó a prestar al rey Felipe V.

De la casa destacaba su gran torreón que además servía, desde su privilegiado lugar a orillas del río, para que la familia viera, y controlara, la llegada de los barcos cargados de oro y plata a puerto.

Corría el año 1736, previa concepción del marquesado a Jacinto Salvador, cuando Diego de Arizón mató a su esposa Margarita Serquera y a su mayordomo Juan Peix por adulterio, fue un asesinato cruel, dominado y comido por los celos…

Diego de Arizón fue apresado y enviado la prisión de Cádiz, concretamente al Castillo de San Sebastián; pero “azar del destino” recibió el indulto gastando, para ello, una importante suma de dinero.

Así se cuenta que el cadáver de la finada, de Margarita está en un lugar desconocido, emparedada en el caserón.

Leyendas de Sanlúcar de Barrameda

Casualidad  o no, lo cierto es que la dama blanca de Arizón gusta de pasear por la casa, por el torreón, sobre todo –para dar mayor misterio- en las noches de luna llena pasada la medianoche.

Leyenda de un fantasma muy particular el de Margarita Serquera. No es la única pues con la misma familia se relaciona aquella que nos narra como un miembro de la misma se arrojó desde la torre de la casa al ver como uno de esos barcos procedentes de Indias cargados de metales preciosos se hundía antes de llegar a puerto…, en plena desembocadura del río.

En opinión de unos resbaló ante el momento de frenesí nervioso ante lo que estaba viendo, para otros un suicidio por lo que perdía… Pero lo cierto es que triste espectro del suicida es visto como ronda el lugar donde fue visto por última vez.

La visión de un espectro siempre es quimérico, etéreo, irreal. Cuando se entra en la leyenda es aún más quebradizo pero si algún día pasean por Sanlúcar de Barrameda  y ven una dama resplandeciente no la molesten, se trata de Margarita Serquera, la dama blanca de Arizón.

La dama blanca del Guadiana

Esta es una historia a caballo entre la leyenda y la realidad, entre lo real y lo imaginario, entre lo terrorífico y lo lúcido. La historia nos cuenta que en el siglo XIX vivía en Badajoz un matrimonio adinerado de cuya relación había nacido una bella joven llamada Leonor. Entre las diversiones que tenía la familia estaba la de pasear en carruaje junto al río Guadiana.

Un tarde-noche, en la que Leonor no paseaba en el carruaje, se produjo un terrible accidente pues el cochero se durmió y perdió el control del tiro cayendo al río y falleciendo ahogados todos sus ocupantes. Así, de forma tan inesperada como cruel, la joven Leonor quedó huérfana al cuidado de un tía.

La joven era la viva imagen de la tristeza y se la podía ver afligida mientras paseaba o asomada al balcón con su impoluto vestido blanco.

Un día un joven apareció por el lugar, era un comerciante de Olivenza que llegó a la ciudad a hacer negocios; al ver a Leonor se enamoró perdidamente de ella, de su fragilidad, de su belleza. Comenzó a cortejarla y logró una cita. Acudía al Puente de Palmas ha hablar con ella, allá, escondidos, se entregaron a la pasión, lejos de cualquier mirada indiscreta.

Tras la muerte de sus padres ese era el revulsivo que necesitaba su vida: el amor. Pero el joven comenzó a visitar menos el pueblo y fue alejándose, poco a poco, de la joven que notaba su ausencia. La tragedia llega cuando Leonor es conocedora que el joven tiene una familia en Olivenza,se siente engañada pues le había entregado el tesoro de su honra bajo la falsa promesa de matrimonio y en una decisión extrema pone fin a su vida.

Leonor acude una noche al Puente de Palmas, con su vestido blanco, la mirada perdida, junto a la cuarta pilastra sube a la barandilla y se tira a las aguas del Guadiana. Nunca se encontró su cuerpo.

Pasó el tiempo y entró el siglo XX, fue entonces cuando se comenzaron a producir una serie de inquietantes hechos, un grupo de amigos estaba junto a ese mismo puente, uno de ellos se metió en el agua y nadó a la cuarta pilastra. Una vez llegó vio, con horror, como allí estaba flotando el cuerpo de una bella joven vestida de blanco. Aterrorizado, y sabedor de la historia de Leonor, comenzó a nadar hacia el embarcadero mientras notaba como una mano gélida tiraba de uno de sus tobillos hacia el fondo.

Los amigos vieron como se encontraba en apuros y gritaba, entonces se lanzaron a socorrerlo y lo llevaron a la orilla donde, en estado de shock, decía a duras penas: «¡La he visto…, la he visto…., he visto a la Dama Blanca!». Como mudo recuerdo del espectral encuentro se encontraban unas misteriosas marcas, con la forma de unos dedos, en sus tobillos.

Cuenta la leyenda que la ‘Dama blanca del Guadiana’ sólo se aparece a aquel que quiera verla cuando nade a la cuarta pilastra del Puente de Palmas en noche de luna llena, el precio puede ser el de la muerte.