Pudiera parece parte del argumento de una película de, por ejemplo, Ridley Scott, pero la verdad es que la presencia en España de la Orden del Temple es mucho mayor de que se podría pensar en un momento y tuvo una amplia presencia en Cádiz.
En Cádiz
Es un tema que genera mucha polémica pues se disuelve en el año 1314 (realmente el Papa sólo la dejó en suspenso) y se trata de ver como posterior a esta fecha pero tenemos que tener en cuenta que Fernando III «el Santo» entra en plazas como Sevilla en 1248 y se estima que en Cádiz hubo periodos alternos pasando a manos cristianas en 1249 con el «rey santo» tras un asedio de la ciudad aunque sería su hijo, Alfonso X «el Sabio» quién completa la toma de la ciudad y usa el puerto como un enclave estratégico de importancia.
Durante el periodo de Alfonso X se refuerza la ciudad, se construye la fortaleza y la Cerca. De aquellos ejércitos que impulsan la reconquista destacaba la presencia de caballeros de distintas órdenes como los templarios o los caballeros teutónicos, representando a Beatriz de Suabia, esposa alemana de San Fernando.
Así en la ciudad de Cádiz llegan a tener diferentes propiedades aunque sea un tema desconocido pero, lo normal, era el reparto de la «plaza» una vez conquistada como ocurrió en Sevilla donde tuvieron la zona de «La Pajarería» donde hoy está la calle Zaragoza. Además la presencia de huestes templarias con el ejército de Fernando III es algo probado históricamente. Se estima que la zona del puerto fue la elegida dada la tendencia al control de mercancías y a tener una vía de escape como sucedía en la capital hispalense o en La Rochelle.
En 1264 apoyan a Alfonso X en el establecimiento cristiano de la Reconquista en la ciudad de Cádiz y el vestigio de estos se iría diluyendo al pasar a engrosar las filas de otras órdenes tras caer en desgracia.
En Sanlúcar de Barrameda
Quizás el rastro más evidente de su presencia se tenga a orillas del Guadalquivir, en la localidad de Sanlúcar de Barrameda donde quedan los restos del castillo árabe de las «Siete Torres» o la construcción templaria de un puerto y un hospicio en la ciudad. Cuenta la tradición templaria que la ermita de Santa María de Barrameda fue levantada por ellos o la similitud que existe entre la padre del claustro del monasterios de Las Covachas y la templaria del Convento de la Orden de Cristo de Tomar en Portugal y que es sumamente interesante de ver.
Aunque los restos templarios más evidentes en la ciudad están en la Iglesia de la Santísima Trinidad de Sanlúcar de Barrameda, en pleno casco histórico de la ciudad. En esta iglesia tenemos una tumba templaria, es la que pertenece a don Alonso Fernández de Lugo y Gutiérrez de Escalante, que además tiene toda una interesante simbología que interpretar y comprender el alcance de su importancia en la ciudad.
En 1441, junto a su esposa Catalina Martínez de Luna, fundan el hospital de la Santa Caridad y Obras de Misericordia y su iglesia, cerca de los jardines del palacio del ducado de Medina Sidonia. De este caballero se tiene una documentación que dice: “Muere en Sanlúcar en 1450 D. Alonso Fernández de Lugo y Gutiérrez de Escalante, fundador de la iglesia, hospital y cofradía de la Santísima Trinidad. Está enterrado al pie de las gradas del altar mayor de dicha iglesia, bajo una losa azulada con su busto en relieve”. El año de su muerte lo corrobora la propia lápida pudiéndose leer la inscripción “SENOR AVED MERCED DE ESTE TU SIERVO ALONSO DE LUGO QUE FIZO ESTE AL-BERGUE PARA LOS QUE DESECHAN EL MUNDO PASO ANO DE MCCCCL”.
D. Alonso Fernández de Lugo y Gutiérrez de Escalante era templario, Comendador de la Orden de los Caballeros de Cristo, donde quedaba el vestigio de la «prohibida» orden templaria. La tumba tiene marcadas dos cruces patadas, emblema de la Orden, la llamada «Cruz de las Ocho Beatitudes» que destacaba por su rojo color sobre manto blanco. De ella se derivaba el octógono que tenía tanta importancia simbólica para ellos y que ponían de manifiesto en sus ermitas y templos, siempre relacionada con el número 8.
Es solo un vestigio de la presencia templaria, inexcusable, en Cádiz, tierra de conquistas y de conquistadores donde está la presencia de la orden militar que llegó a «gobernar el mundo».