La reciente desaparición de la muñeca Annabelle del Museo Warren en Estados Unidos ha despertado el interés de muchas personas por este tipo de juguetes y objetos malditos o, cuando menos, sobre los que pesa algún tipo de maleficio.
Creer o no creer
Creer o no creer en este tipo de cuestiones es ya algo que corresponde a cada persona responder en función de esas mismas creencias o experiencias, quizás uno duda siempre de este tipo de fenómenos hasta que este te «toca» directamente, en ese momento la concepción del mismo cambia.
Es lo sucedido a una familia gaditana que tuvo el infortunio de vivir un fenómeno realmente aterrador y que, desde luego, pone los pelos de punta a todo aquel que se lo escuchó a su protagonista.
Nuestra testigo se llama Rosa, ama de casa y madre de dos niñas. Ella vive en una localidad en el interior de la provincia de Cádiz y con motivo del verano decidieron alquilar una casa en la cosa y pasar unos días, como viene siendo habitual, de descanso y asueto en la playa. Como otros años se decantan por Conil, un lugar que le trae particulares buenos recuerdos de su infancia y donde «ha pasado muy buenos momentos».
Así alquilaron una casa en las afueras de esta localidad a muy buen precio y con piscina, podrían disfrutar de la playa y, cuando no tuvieran ganas «quedarnos en la casa y darnos allí un remojón» como nos narraba Rosa y su marido Óscar.
Cuando llegaron a la casa y se instalaron dieron una habitación a sus dos hijas y otra en la que se quedaron ellos. Al abrir el armario para colocar la ropa de las niñas de cara a la quincena que debían pasar encontraron a una muñeca de rubios cabellos y con un vestido blanco que emocionó a ambas: «Mamá… ¿Nos la podemos quedar? Por fi» dijeron y «yo, acepté, era una muñeca que, junto con las que llevaban, pues estarían entretenidas».
La maldición de la Muñeca «Rubita»
«La primera noche pasó y la segunda las niñas se quejaban que en su habitación escuchaban un gruñido y les daba miedo. Óscar pensó que podía haber un bicho o algo y miró, pero no encontró nada. A eso de las 4 de la mañana las niñas llegaron gritando a la habitación y contaron algo muy extraño. Nos dijeron: «Mami, mami, Rubita -que así la llamaban- se ha subido en la cama y nos ha dicho que juguemos con ella, maldita sea«. Te puedes imaginar mi cara, su padre y yo nos echamos a reír pensando en la típica excusa que suele ponerse, por peregrina que sea, para colarse en la cama. Les dijimos que se acostaran que Rubita ya se había dormido» narraba Rosa.
Aquella noche pasó pero nuevamente iban a tener problemas: «Al día siguiente no quisimos ir a la playa, estaba agotada de ordenar cosas y había algo de levante, nos quedamos en la piscina. Mientras hacía de comer veía, por la ventana, a las niñas jugar y al padre con ellas. A estas me siento un pinchazo muy fuerte en la pierna, pegué un salto y al darme la vuelta y mirarme la pierna me encontré a Rubita detrás mía sentada. Pensé que las niñas la habían dejado allí y, pasado el susto, la entré en su habitación. Seguí haciendo la comido y nuevamente un pinchazo en la pierna y allí la muñeca. Me puse histérica y llamé a mi marido que, viéndome la cara, no quiso ni rechistar. Me dijo que la dejarían fuera, simplemente. Ni él ni yo creemos en estas cosas pero esta vez es que nos ha pasado».
«Nos olvidamos de la muñeca, fuimos por la tarde a la playa y por la noche a comer algo al pueblo, entramos y cerramos la casa, las niñas se quedaron dormidas pronto y nosotros vimos la tele un poco. Sobre la 1 de la mañana sentimos un ruido en la cocina, estaba todo cerrado y fue Óscar a ver que pasaba. Se encontró una silla tirada y la muñeca sentada en el sofá. Entró y me dijo: «¿Tú has entrado la muñeca en la casa?», le dije que no. Se calló, salió fuera y dejó a la muñeca sentada en la mesa de la piscina. Al rato, a los 20 minutos, un nuevo ruido, fue a ver, la muñeca estaba dentro sentada en el sofá. Fue el momento en el que no aguantó más y cogió a la muñeca, la metió en una bolsa de basura, fue a 300 metros a los contenedores y la tiró. Desde ese momento ya no hemos tenido más problemas pero la impresión, el susto, nos lo quedamos dentro» finalizaba Rosa.
No quisieron hacer ninguna gestión de a quién pertenecía la muñeca ni nada, nadie la reclamó en esos días y prefirieron usar la vía rápida para deshacerse de ella. Es un ejemplo de objeto maldito, un juguete, una muñeca, que en si interior tiene algo más que trapo o plástico, puede que la esencia de lo paranormal.