Puede pasar como una leyenda urbana, como una aparición de carretera más que se funde con historias «de nadie» más propias de una película que de la realidad y, sin embargo, ocasionalmente, ocurren hechos que nos invitan a pensar que mucho de lo que hay tras ellas se corresponde con una indudable realidad, realidad que no entendemos pero cierta a decir de los testigos.
Cádiz es una provincia que no se libra de estas apariciones de carreteras, seres, entes, «personas del otro lado» que parecen deambular, sin rumbo, por el asfalto y que tienen un propósito bien definido a la par que inquietante. El caso de la autoestopista fantasma, como tantas otras «leyendas urbanas» no tiene un origen definido pero es muy extensa, tanto como versiones podría tener y que tiene siglos -sí: siglos- de antigüedad y que tiene su punto de partida en las paradas de postas con los carruajes y jinetes correspondientes a aquellas épocas.
Extraña presencia en la carretera
El caso que nos ocupa viene a ocurrir en pleno mes de agosto de 2021 en la carretera de San José del Valle y viene a suceder a un vecino de Cádiz. Se llama Manuel Redondo y circulaba a su domicilio tras finalizar la jornada de trabajo, padre de familia, de 53 años de edad, y con la alegría del fin de semana que se avecinaba:
«Tenía prisa por llegar a casa, había acabado mi trabajo y ya teníamos nuestros planes en casa para el fin de semana, había estado hablando con mi mujer diciéndole que ya había salido, era las nueve y media de la noche y tardaría el tiempo en llegar teniendo en cuenta que no me gusta correr. La cosa es que salí de Algar en dirección a San José del Valle para recoger unos juegos para mi hijo y luego de allí a casa por la autopista. Al salir de San José del Valle, ya oscureciendo, pues tomé una de las curva y entonces mi a una chica que iba por el arcén de la carretera, me llamó la atención porque iba muy lenta y lucía ropa clara, unos vaqueros y un blusón amplio. La verdad es que me quedé un poco pensativo pues no tendría más de 22 o 23 años. No suelo coger a nadie porque no están los tiempos para eso pero no llevaba nada, ni equipaje ni nada, sólo iba caminando. Entonces, dado que no es una carretera transitada, paré y esperé la vi caminar hacia el coche, incluso, la media luz de la tarde-noche lo permitía» relataba.
¿Acción benefactora?
«Yo esperaba en el coche pendiente que no viniera ningún vehículo que fuera un peligro mi coche, entonces cuando la chica estaba llegando para subir pues simplemente desapareció, simplemente se esfumó delante mía, como te veo a ti la veía y en un segundo ya no estaba. Mira, me entró un frío por todo el cuerpo que fue horrible. Incluso me bajé a mirar, era imposible que se hubiera ido por ningún lado porque se iba a subir ya en el coche. Allí no me podía quedar y, además, me daba miedo, por lo que cogí el coche y seguí y apenas 300 metros más delante me encontré un coche con un reventó. Me paré porque me hizo señas y le dije que si le podía ayudar, sólo me dijo que fuera con calma para evitar un choque y que de haber llegado antes a aquel punto hubiéramos chocado. En ese momento se me cruzó por la cabeza que el tiempo que «perdí» esperando a aquella joven puede que me hubiera salvado de tener un accidente» relataba vivamente impresionado.
Son apariciones de carretera que en la zona de la Sierra de Cádiz, Grazalema, Olvera, Bornos, Alcalá de los Gazules o Puerto Serrano tienen una amplia historia en este tipo de apariciones que lejos de querer el mal para el conductor parecen querer el bien y ser benefactoras.