Chris Ramos le da la victoria al Cádiz CF en un partido soso y plano

Un partido típico del libreto de Garitano: sin riesgos, sin brillo y resuelto por un gol de penalti en uno de los pocos acercamientos cadistas

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Chris Ramos celebra el gol del Cádiz CF junto al resto del equipo. Foto: Cádiz CF.

De penalti y en el último minuto. Es lo que se dice cuando es un partido importante, que hay que ganar aunque sea así. El encuentro del Cádiz CF ante el Albacete lo era y mucho. Y el equipo amarillo lo ha ganado así.

En buena parte gracias a la seriedad, sobre todo defensiva, de los 88 minutos anteriores al penalti, pero sobre todo gracias a la fe y la confianza de un Chris Ramos que da un golpetazo encima de la mesa para que, de una vez, entrenadores y afición confíen en él. En el primer partido de Garitano en el banquillo del Cádiz CF ha firmado en el gol del triunfo cuando nadie, salvo él y poca gente más, parecía confiar en el gaditano.

El de hoy era el primer partido de Garitano y el Cádiz estaba obligado a ganar para comenzar a enderezar el rumbo. Estaba claro que el técnico vasco se iba a complicar poco e iba a tratar de complicar poco a sus jugadores. Y así ha sido. Desde el once inicial. ¿Qué dos jugadores no iban a protestar mucho si se quedaban en el banquillo? Correcto, otra vez Chris Ramos y Kovacevic. Junto a la ausencia de la convocatoria de Carlos Fernández por lesión, las principales sorpresas junto a la titularidad de Kouamé, que puede estar derivada precisamente de lo anterior.

Garitano presentaba el 1-4-2-3-1 que todo el mundo esperaba y el Cádiz ha comenzado a mostrar también parte del libreto del técnico vasco: defensa más contundente, menos complicaciones a la hora de sacar el balón desde atrás y que pasaran pocas cosas en el partido. Muy pocas. Apenas llegadas, casi ningún remate entre los tres palos (uno solo del Albacete entre los tres palos y tres del Cádiz, solo uno en la segunda mitad). Mucho toque en la medular, centros sin rematador y mucha briega. Marca Garitano.

Ha sido un partido de la nada. Un partido de Segunda típico que tanto se le estaba atragantando al Cádiz (probablemente menos el choque ante el Oviedo) por su falta de contundencia en ambas áreas. Pero esta vez, la puja, el tensón, la confianza y, sobre todo, la personalidad de Chris Ramos le dieron la victoria cuando el choque estaba a punto de entrar en el añadido.

Pero pese a que, en lo futbolístico, han pasado pocas cosas, o muy pocas, hay muchas cosas que leer en este partido. Para empezar, el plano táctico de Garitano. Un equipo reconocible de su entrenador. Bien plantado atrás, sin complicarse en la salida (salvo en los últimos compases cuando defendía el 1-0, con los gritos de alerta de la grada incluidos) y esperando cazar alguna ocasión. De nuevo, Ontiveros (ante la ausencia del sancionado Ocampo) era la principal referencia en ataque, junto a alguna internada de Alejo que puso algunos centros interesantes.

Pero si centras y no tienes rematador, pues menos cosas pasan aún. Porque definitivamente, Roger no está para ser titular. Está por ver si hay que esperarle, pero hoy ha vuelto a demostrar una falta de velocidad tan alarmante que deja claro que no puede estar, ahora mismo y con esas condiciones, en un equipo titular en Segunda por mucho tiempo. Una jugada en la que partió con ventaja en la carrera con el central desde el centro del campo de la que dimitió a los 10 metros de supuesto esprint para dársela a Ontiveros enardeció al público contra él. Ya no paró de pitarle hasta el descanso y puede que se librara de la pitada cuando fue sustituido porque entraba Chris Ramos, aunque al gaditano tampoco se le perdona una.

Fue casi lo único de los primeros 45 minutos. Un par de disparos lejanos de Ontiveros completaron la ofensiva cadista. En el Albacete, un remate de cabeza algo forzado de Juanma fue la única ocasión, en la que fue también la única acción en la que Chust no llegó al despeje. Buen partido del central, que mostró mucha más contundencia, aunque sigue sin terminar de conseguir ganar los duelos con el ariete rival en la zona de tres cuartos cuando el rival apuesta por el balón largo.

En la reanudación el choque siguió igual de plano y aburrido. De esos de los que les gustan a los entrenadores y poco más. Apto para cardiácos, llevando la contraria a la frase típica. El Cádiz CF tenía más el balón, pero ni lo perdía en zonas peligrosas ni terminaba de encontrar el camino. Bueno, Ontiveros era capaz de verlo, como un pase a Roger en el que estaba solo por poco. Después repitió una similar a Chris.

Al Albacete parecía valerle el empate y los amarillos no iban a ir a lo loco a por la victoria. Lo más que hizo Garitano fue pasar del 1-4-2-3-1 al 1-4-4-2. Eso sí, quizás le dio demasiada responsabilidad a Diakite, que quedó muy señalado tras los primeros 45 minutos ante el Zaragoza y ante el Albacete se le ha visto superado en algunos instantes.

Como el Albacete parecía que no iba a arriesgar en ir al ataque y se iba a guardar un poco, el Cádiz aumento el número de jugadores cerca del área rival. Solo por número de efectivos se incrementó el número de acercamientos. Sin mucho peligro, eso sí. Hasta que casi en el 88 llegó la acción que desequilibró el choque. Un balón al lateral le permitió a Chris Ramos medirse con un recién entrado Jon García. Con la cabeza, con el pie... el gaditano avanzó y cuando parecía que tenía perdida la oportunidad hizo valer su poderío físico y le ganó la posición al defensor que le hizo penalti (el cuarto que provoca al delantero del Cádiz).

Con el Nuevo Mirandilla entre la ilusión y la mosca detrás de la oreja llegó la sopresa. Mwape recogió el balón, pero cuando se lo entregó a Ontiveros, Chris Ramos lo quiso también. El marbellí le dijo que en un par de ocasiones y pareció resolver la situación con una sonrisa. Pero el gaditano quería eso de puerta grande o enfermería. Sabía que era la mejor forma de dar el golpetazo definitivo en la mesa ante su suplencia. El estadio soltó un “no, no“ casi de estupor cuando el 16 del Cádiz colocó el balón. No pudo estar mejor ejecutado y su celebración y la de todo el banquillo que corrió a celebrarlo evidenciaba la importancia del tanto. Eso sí, una decisión arriesgada, por lo que podría haber supuesto el fallo (más allá del resultado del partido), pero que demuestran la confianza, personalidad y ganas del delantero gaditano.

Con el saque de centro aparecía en el vídeomarcador los 6 minutos de añadido y el Albacete ponía a siete hombres en la línea de centro para seguir el balon largo que iba a dar, como si de rugby se tratara. Ahora si arriesgaban los manchegos después del más que evidente enfado de su entrenador al ver el penalti repetido. El Cádiz CF se defendió como podía, pero con muchos nervios y tensión, como demuestran que Diakité tenía que recurrir a una entrada nada disimulada cuando había perdido el sitio el equipo amarillo (tarjeta para el medio centro o el grito, otra vez “no, no“ de terror de la grada en una cesión atrás de Sobrino en lugar de despejar en largo.

Pese a que incluso subió Lizoain a rematar un córner, los locales no concedieron ningún remate al rival, aunque hubo sensación de peligro. La liberación del pitido final evidencia la fundamental de estos tres puntos que sacan a los cadistas de los puestos de descenso y pueden suponer el inicio de su remontada.

El triunfo debe servir para apaciguar las aguas. El equipo, al menos ya no está en puestos de descenso y se le han visto algunos puntos de mejora. Y siempre es mejor empezar una nueva etapa con una victoria. Primer triunfo 1-0 de Garitano, otra marca de la casa del entrenador.