Dos meses y medio sin jugarse nada. Prácticamente a eso es a lo que queda abocado el Cádiz CF tras perder ante el CD Tenerife. Los amarillos están a siete puntos de la fase de ascenso y a nueve (que son diez reales) del descenso. Y con muchos equipos en medio. Tierra de nadie. Diez partidos para empezar a preparar la próxima campaña.
La visita al vicecolista (ya ha subido un puesto) era un partido trampa, y los de Gaizka Garitano cayeron en él. Una derrota tras igualar el marcador y que deja a los cadistas en mitad de la tabla (justo en la mitad si el Córdoba puntúa ante el Zaragoza este lunes). Resto de temporada de transición, como decidió la dirección deportiva al no aprovechar el mercado de invierno.
Una afirmación de partido trampa que se evidencia claramente con lo que ocurrió tras el 1-1 de Álex Fernández. Restaban 12 minutos más el añadido y el Cádiz pareció sentirse obligado a ganar el partido en ese momento, por lla vía rápida, tras la igualada. Asumió riesgos parece que innecesarios para lo que restaba del choque y en una contra del guion de Álvaro Cervera llegó el 2-1 que ya no pudo igualar.
Los cadistas parecieron tener más Kovacevic dependencia que la Ontiveros dependencia de la que se venía hablando. El central serbio (concentrado con la selección sub21 de su país) no ha jugado, por diferente motivos, los dos partidos que ha perdido el Cádiz de Garitano. Iker Recio no ha aprovechado la oportunidad. Probablemente no únicamente por culpa suya, pero la imagen de la zaga del Cádiz quedó claramente en entredicho.
Y en ataque, la sequía goleadora de Carlos Fernández ya es peor que la de Maxi Gómez el pasado curso. El fallo del sevillano al no embocar un despeje de Edgar Badía que le llego en el área pequeña es el mejor ejemplo de que el delantero no tiene suerte de cara al gol, pero que hay acciones en las que la suerte tiene poco o nada que ver. Lo de Roger en los minutos que jugó es que ni se puede comentar, porque apenas se le vio.
Garitano no está teniendo suerte cada vez que decide variar su once de lo que el continuismo indica. Le pasó en Albacete y le ha pasado en Tenerife. Aunque esta vez, el Cádiz ha competido y ha estado en el partido, pero lejos de su mejor versión. El técnico apostó por Iker Recio para sustituir a Kovacevic. Parecia que su mayor velocidad para recuperar hacia atrás le dio su primera presencia en el once. Sin embargo, con este debú, el flanco izquierdo de la defensa quedaba con dos jugadores que acumulaban diez partidos en Segunda entre ambos.
Quizá por ellos, premió el buen trabajo que venia haciendo Matos desde que perdió la titularidad y le dio entrada en el once. Sin señales de Ocampo pese a ir perdiendo la mayor patrte del partido. El resto, fue el equipo previsto.
Y el Cádiz no comenzó bien. Desde muy pronto quedó claro quién se jugaba más. La necesidad de puntuar para pelear por la permanencia se impuso a la intención de puntuar para seguir con el sueño de pelear con jugar una fase de ascenso. Demasiado quimérico para que generara necesidad. Así, tras unos compases de tanteo el Tenerife comenzó a acercarse con peligro a la meta de David Gil.
Con más fútbol y toque que el habitual de los equipo de Álvaro Cervera pero acumulando ocasiones. Waldo, Maikel Mesa y Luis Cruz eran la referencia de los chicharreros en ataque, con un Cádiz que parecía estar más incómodo en defensa que de costumbre. Y tampoco parecia cómodo a la hora de sacar el balón ni en los metros finales, donde Ontiveros no está en su mejor momento.
El partido tenía color local y el Cádiz parecía encomendarse a su solidez defensiva y apostar por lo que ha hecho en los últimos encuentros: aguantar atrás, madurando el choque hasta tener su oportunidad. Pero esta solvencia defensiva parecía resquebrajada en Tenerife. Los amarillos llegaban un poco tarde a los duelos y a la presión y eso facilitaba el juego local. Como en una falta lateral algo innecesaria de Iker Recio en el minuto 23 en la que llegó el primer gol local.
Una falta de esas que cualquier roce manda dentro la desvió Alcaraz cuando Landázuri acechaba detrás. David Gil apenas pudo mirar como la pelota entraba a poca velocidad junto a su poste derecho. Una acción en la que se echó claramente en falta a Kovacevic y su 1,94 (perdón si soy insistente). El tanto no modificó mucho el juego. El Tenerife mantuvo algo más de posesión con más remate. Los amarillos, en este primer acto, apenas tuvieron dos cabezazos de Chis Ramos que no fueron entre los tres palos siquiera.
Las sensaciones no eran buenas al descanso. Remontarle a un equipo de Cervera no parece fácil (aunque en el Tenerife le está pasando más de lo habitual) y el Cádiz de Garitano había perdido la única vez que se puso por debajo en el marcador (ante el Albacete). Ya van dos veces, aunque de manere muy diferente.
El técnico cadista volvió a tirar de intervencionismo. Y esta vez el equipo mejoró. Garitano no solo cambió jugadores, sino que modificó también el dibujo. Garitano renunció a las bandas y los amarillos pasaron a jugar con dos mediapuntas y dos delanteros, llegando por los flancos con los laterales. El dibujo alternaba según si Alcaraz se adelantaba más o no para apoyar el ataque, pero el Cádiz comenzó a tener más el balon y a apretar más. Melendo y Ontiveros aparecían y generaban más juego que peligro (hasta la acción del 1-1) y la presencia de dos delanteros, Chris Ramos y Carlos Fernández, siempre da la sensación de que puede pasar algo en cualquier momento.
Tras un par de acercamientos del Tenerife, sobre todo un disparo de Waldo en el minuto 50, el conjunto amarillo se hizo con el control y el mando. El Cádiz fue acumulando ocasiones: Climent y Melendo en disparos que se marcharon cerca del poste derecho de Edgar Badía ambos; más tarde otra vez Melendo; Chris Ramos tuvo una de cabeza casi sin tiempo a reaccionar fuera; Ontiveros desde el centro del campo (el marbellí pareció enfilar al meta local e intentó un par de veces soprenderle por arriba) y, sobre todo la de Carlos Fernandez. ¡Ay, la de Carlos Fernández! El jugador lo intenta y no se esconde, aporta juego, pero falla ocasiones incomprensibles, como esta en el área chica tras un despeje del portero a disparo de Ontiveros.
Y fue el propio Ontiveros el que tuvo que acudir al rescate. En otro partido que no fue de los mejores, el mediapunta fue de los que más remató y lo intentó, y en el minuto 76 se fue de tres rivales para ser derribado en el área por Aitor Sanz, que protestó mucho la pena máxima. Álex Fernández transformó, de nuevo con mucha calma.
La inercia del choque era claramente favorable al Cádiz, tanto que el campo parecía volcado hacia el lado del Tenerife, ya que solo se atacaba hacia allí. Ni el equipo cadista ni su entrenador supieron ver la trampa del manual cerveriano y mantuvo los riesgos: dos laterales con mucha presencia (Iza entró para subir más) y sin mediocentro defensivo puro para buscar ganar el choque. El partido trampa que decíamos antes: habia que derrotar al segundo por la cola y no supo tener paciencia.
Demasiadas trampas de las que le gusta tener a Álvaro Cervera y el Tenerife, tras un primer aviso de Cantero en un rechace y resbalón de David Gil, las usó. ¿Cuántas contras con un balón largo a la espalda de un lateral para la carrera de un extremo que centra para que remate el delantero solo en el área le vimos al Cádiz de Álvaro Cervera? Pues así llegó el 2-1 de Enric Gallego que sería definitivo apenas cinco minutos después de la igualada.
Levantarle dos veces el partido al Tenerife ya sí que parecía mucha tela. Y el Cádiz lo intentó. Garitano dio entrada a un Roger que volvió a no hacer nada y el equipo creyó en poder empatar el choque. Y la tuvo en la penúltima jugada por partida cuádruple. Una narración continúa puede dar una idea de la emoción y el estrés de la jugada: De una falta lateral, el balón acabó en una volea de Alcaraz que provocó una buena parada de Edgar Badía, un centro chut tras el rechace se estrelló en el larguero; el rebote (como si fuera baloncesto) lo recuperó Melendo que se lo dio a Ontiveros cuyo disparo, tras pasar entre las piernas de un defensa, repelió con los pies el meta local que, en el rechace, envió a saque de esquina un disparo casi sin ángulo de Melendo.
Pero no hubo forma. El Cádiz quizá mereció algo más, una sensación que reflejan las estadísticas. Pero los números no pueden reflejar esa sensación de hacer caer en la trampa en la que los equipos de Cervera son tan especialistas. Y el Cádiz CF ha vivido de eso mucho tiempo. Esta vez le tocó sufrirlo.
Con la derrota, los amarillos prácticamente dicen adiós al sueño de pelear por la fase de ascenso. Una fase de ascenso que hubiese quedado a cuatro puntos, pero que se mantiene a siete a falta de diez jornadas. Y más aún con la de equipos que hay por delante de los amarillos. Diez partidos para certificar los 50 puntos (faltan seis) y luego a pensar en la próxima temporada y en las vacaciones. Como pareció hacerlo la dirección deportiva del Cádiz al desaprovechar el mercado invernal pese a la evidente recuperación del equipo con la llegada de Garitano.