El Cádiz CF está en descomposición. En clarísima descomposición. Y ha naufragado en el campo de El Alcoraz ante una SD Huesca que le ha pasado por encima en una segunda mitad en la que los de Paco López han tocado fondo.
Los amarillos han tenido más el balón, mucho más. Hasta el 64 por ciento en el momento en el que recibió el tercer gol (65,2 por ciento al final). Pero no ha sabido gestionar esa posesión para traducirla no ya en goles, ni tan siquiera en ocasiones de gol. Un periódico aragonés tituló en la previa “Viernes de fútbol y chirigotas”. Pues lo clavó.
El entrenador cadista trató de cambiar el rumbo de su equipo con cuatro cambios en el once inicial. Uno, obligado, el del lesionado Fede San Emeterio. Los otros tres, por decisiones tácticas. Fali jugó finalmente de central y entraron en el mediocentro Álex Fernández y Kouamé, que retrasaron a Alcaraz al pivote defensivo. Alejo fue finalmente titular en la derecha.
Pero el Cádiz CF pareció que no salió al partido. Tardó en darse cuenta qué necesitaba el choque y qué pedía el terreno de juego. Los locales metieron a los amarillos en su parcela en los primeros compases en los que no hubo señales de los amarillos en ataque. Parecía más lo que le venía pasando a los cadistas en las segundas partes más que un arranque de partido.
Aún así, tenían más el balón, pero en zonas sin peligro. Y cuando pasaba al área rival, no generaba sensación de peligro. Daba pases y pases horizontales y sin peligro. Hasta 481 pases ha realizado el cuadro cadista hoy. Por el contrario, cada acercamiento de la SD Huesca parecía que podía pasar cualquier cosa.
Pasado el ecuador de la primera mitad, otro penalti de esos que con el VAR son siempre, lo envió Sielva fuera. Fue, de hecho, la primera ocasión clara para cualquiera de los dos equipos. Pero los amarillos no vivieron ese subidón que se supone tras ver cómo el rival falla un lanzamiento desde los once metros.
Tan frío siguiendo que, a la siguiente jugada, en una falta casi en el círculo central, la sacaron los locales en corto antes de intentar colgarla en el área de David Gil y pudieron dar hasta tres toques antes de Kouamé se acercara.
Los amarillos disfrutaron una ocasión clara, de Álex Fernández, pero fue suficiente. Demasiado poco peligro, demasiado poco juego generado. Y no es que sufriera en exceso en defensa, no es que David Gil haya dejado en los primeros 45 minutos ninguna de esas paradas que ha firmado en muchas ocasiones.
Pero es que, en defensa, el Cádiz es muy blando. Ya no es algo exclusivo de los zagueros, es que desde el centro del campo rival llegan balones y contrarios en demasiada buena disposición. El mismo mal que lleva arrastrando tiempo y que Paco López no termina de atajar. En casa parece que hay bloqueo, pero fuera el equipo funcionaba. Hasta esta primera mitad.
Así llegó, con el primer tiempo expirando, la acción de otro penalti tan tonto como penalti. Fali agarró por debajo del sobaco a Kortajarena cuando le estaba ganando la posición. El árbitro lo vio y lo pitó. Y, para colmo de males, Fali se marchó lesionado. Sielva esta vez sí marcó y el Cádiz no supo cómo reaccionar en los minutos de añadido. Ni siquiera colgó un balón al área cuando se llevaban tres de añadido y sacaba una falta.
Paco López movió más el banquillo en el vestuario. Dejó en la caseta a dos amonestados y trató de cambiar la situación.
Pero no hubo tiempo apenas. En el primer centro al área, a Chris Ramos lo abrazan sin que el árbitro vea penalti y el equipo oscense se marca una contra de libro de la que salen muy mal parados Chust y David Gil.
El central, porque Soko le gana clarísimamente una carrera en la que empezó con ventaja. Y David Gil porque parecía un balón clarísimo para un portero que debe jugar adelantado cuando su equipo está tan volcado en ataque. Entre uno y otro, el partido cerrado.
Y solo podía ir a peor. Y fue a peor. Víctor Chus volvió a salir en la foto de una gran acción de Gerad Valentín por la derecha que se la puso desde la línea de fondo a Kortajarena para que hiciera el tercero. Antes, la SD Huesca le había cascado otra transición a los amarillos que son incapaces de igualarle una carrera a un rival. No digo ya ganarle.
Aviones y el Ajax de los 70 están pareciendo las bandas y los centros del campo de los rivales en los últimos encuentros del Cádiz. Y han sido Eldense y Huesca. Probablemente uno de los más claros síntomas de descomposición. El choque era un suplicio. Los amarillos tenían el balón y se asomaban al campo rival, pero con mordiente y peligro nulos. Previsible y sin chicha en su juego. Un absoluto desastre, que incluso pudo ser mayor.
Y cuando viene mal dadas y las dinámicas son malas, en el fútbol no sale nada. Chris Ramos volvió a provocar un penalti que supuso la segunda amarilla para Pulido. Los cadistas tenían la opción de invocar al más difícil todavía. Pero Alcaraz envió alto el penalti.
Aun así, el Cádiz lo intentó con juego muy básico, que es lo que parece que es para lo que le da. Balón a la olla y que Chris Ramos y Carlos Fernández la peleen. Así llegó el tanto de Sobrino, cuando el gaditano cedió atrás al sevillano y el rechace del meta local lo envió dentro Sobrino.
El Cádiz buscó el milagro con todo lo que quedaba en el banquillo a su técnico y con un dibujo que por momentos era un 1-4-2-3-1 más que un 1-4-4-2.
Los amarillos, con ese arreón de amor propio, no consiguieron maquillar el desastre de los 80 y muchos minutos anteriores. Acumuló ocasiones y presencias en el área, pero ya era muy tarde. Esperemos que no ocurra lo mismo cuando el equipo enmiende el rumbo. Este equipo no funciona, está en barrena y ya tampoco parece que le funciona el que parece fichaje seguro, el de su entrenador. Queda mucho, pero hay motivos para la preocupación. El Cádiz debe mostrar el nivel que se espera de él cuanto antes.
Esta son la ficha técnica interactiva (pincha en el número para ver informacion del jugador) y un resumen de las estadísticas del encuentro: