Puede que el titular de esta crónica tenga algo de injusto. Incluso mucho. Pero este Cádiz CF ahora mismo es Ontiveros y diez más. Y con eso no llega. Ni de lejos. Vale, empató dos veces el marcado, pero no da sensaciones de competir y de mandar en los partidos.
No termina de encontrarle el Cádiz el punto ni a la categoría, ni a su juego, ni a lo que tiene que hacer. Ni Paco López parece cogerle el pulso a una plantilla con la que, definitivamente, no está cómodo. Y ya es todo más que preocupante, aunque el empate en Anduva pueda hacerse bueno ante el Córdoba.
El técnico ha sorprendido dando entrada en el títular a Roger en lugar del máximo goleador del equipo, Chris Ramos. El partido le ha mostrado su error, o su precipitación al hacer está variación, con un Roger que ha tocado el balón una o ninguna vez. Y no pierdes a Chris Ramos para la causa porque es demasiado cadista, probablemente. Fue única variación del once previsto, que incluía el regreso de inicio de Ontiveros y de Zaldúa por el lesionado Iza.
Sorpresa por la entrada de Roger tan pronto desde su alta de la lesión, pero no por la confianza que el técnico parece que va a tenerle, y visto lo visto le tiene, a uno de los hombres que debe conocer mejor por su pasado común. Hoy no le ha respondido. Qué fácil es quitar a un Chris Ramos que sin ser ni de lejos un crack es el mejor 9 que ha tenido el Cádiz en estos últimos años. Ahí están los números (y sus fallos también, de acuerdo).
Está tarde en Anduva no ha dado tiempo de ver si funcionaba la variación, ya que a los cuatro minutos se adelantó el Mirandés. De nuevo una acción de las más típicas en segunda, balón de balón, al área y en la segunda jugada… Gol. Básico. Fácil. Demasiado.
El Cádiz trató de reaccionar. Empató de hecho con un golazo de Ontiveros, que fue anulado por fuera de juego previo de Matos. Pero es que solo con Ontiveros no alcanza en esta categoría.
El cuadro cadista había dado el paso al frente, a costa de arriesgar atrás. Demasiado, a veces. Larguero mediante del Mirandés, los amarillos optaron por la épica demasiado pronto. No había llegado la media hora de juego y parecía el minuto 94 de un partido con marcador en contra.
El Cádiz era un equipo roto, largo y sin centro del campo. Buscaba igualar antes del descanso como fuera, pero también podía llegar el segundo de los locales. El cuadro cadista era previsible, sin más opciones que el desborde de Ocampo o la chispa de Ontiveros. Poco. Muy poco para lo que alguno ha presumido de esta plantilla.
En el tramo final Ontiveros aprovechó un error del meta local que no se sabe bien a qué salió tan lejos. El malagueño lo regateó sin problemas y marcó a puerta vacía. Estos es segunda, papá, que diría Bordarlás. Básicamente se trata de armarse bien atrás y aprovechar el fallo del rival arriba. Para ambas cosas hay que tener jugadores de calidad, pero no hay que complicarlo más.
El Cádiz sigue vivo al descanso en Miranda de Ebro. Y casi de milagro.
Pero algo debió ver Paco López en su equipo, algo debió gustarle que no hizo ningún cambio ni en el descanso ni en los primeros minutos del segundo tiempo. El Cádiz salió algo más entonado en los pases, lo que le permitió controlar el juego desde la posesión durante un tiempo.
Pero la segunda no parece funcionar así. En un pase perdido en el círculo central rival salió el segundo tanto local. Cuatro pases y gol. ¡Cuatro pases! Con demasiado poco el Cádiz concede ocasiones y, encima, sin intervenciones salvadoras de los porteros.
Otra vez a remar. Otra vez a creer. Y de nuevo, lo único que podía funcionar con lo que había en el campo. Una conducción de Ocampo en una contra acabó en las botas de Ontiveros que se inventó un golazo de vaselina. Este futbolista merece mejor acompañamiento. Y el cadismo también.
Con media hora por delante (con el hipotético añadido) el Cádiz no supo. Ni con los cambios ni con fútbol. Primero Paco López optó por la revolucionaria solución de darle toda la banda a Alejo, poner. Chris de referencia arriba y sacar a Escalante para su llegada o una segunda jugada. Entiéndase la ironía en lo de revolucionaria.
El Cádiz tenía la pelota, estaba en el campo del Mirandés, pero ni había sensación de peligro ni remates realmente peligrosos. Nada nuevo, por cierto.
Paco López optó por tocar zafarrancho de combate y sacó a Mwepu y Sobrino para el arreón final. Inexplicablemente sentó a Ontiveros, que visto lo visto, tiene que jugar hasta con una bombona de oxigeno a cuestas. Pero no, el técnico valenciano no parece verlo.
El arreón final del Cádiz se sigue esperando. El mejor ejemplo de lo que está siendo este equipo es la última jugada. Llegando al 95 una falta en el círculo central hace que suba Kovacevic. En el área, cargada de atacantes cadistas con el serbio de 1,93 y Chris Ramos y su 1,90. Balón al lateral a Alejo que ¡centra raso!
Lo dicho, a este Cádiz no le alcanza. No le llega con Ontiveros y diez más. O sería menos injusto decir con Ontiveros, Ocampo y nueve y medio más. Se le está poniendo cada vez peor cara al equipo cadista.
Te dejamos esta ficha técnica interactiva. Si pinchas sobre el jugador, veras toda la info.