El Cádiz CF recupera en Málaga su nivel competitivo. Y su pegada

Los goles de Melendo y Matos en los dos únicos remates entre los tres palos le dan tres importantes puntos a los amarillos

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Melendo es felicitado por sus compañeros tras el 0-1 en Málaga. Foto: Cádiz CF.

El Cádiz CF ha recuperado en Málaga su nivel competitivo, pero sobre todo ha recuperado su pegada. Los de Gaizka Garitano han sabido madurar el choque para ganarlo en los minutos finales con dos goles en sus dos únicos remates entre los tres palos.

Los amarillos han vuelto a ser un equipo reconocible: sólido, equilibrado y bien plantado en el campo mientras esperaba la oportunidad que sabía iba a tener. Y las tuvo y con dos zarpazos cerró el encuentro en menos de dos minutos.

El equipo cadista ha ganado un partido muy importante por tratarse de un rival directo y, sobre todo, por romper esa dinámica casi de apatía en la que podía instalarse después de un partido y medio en la que ha sido un equipo poco reconocible (la segunda parte ante el Castellón y el choque en Albacete). Pero el Cádiz ha ganado dos jugadores más para la causa.

O mejor dicho, los ha ganado Garitano, que parecía especialmente empeñado que contar con el mejor Melendo. Un gol y una asistencia demuestran que el técnico vasco tenía razón. Meción especial merece lo de Matos. Un jugador que salió del once por una expulsión injusta y que vio como sus sustituto, un recién llegado de Primera RFEF, iniciaba una relación más que de amistad con el gol en sus primeros partidos y luego está cumpliendo. Lejos de venir abajo, cada vez que ha salido ha estado a gran nivel, sobre todo en Santander y en este choque en Málaga. Un gol y una asistencia también en este encuentro.

El Cádiz tenía claro que iba a ser un partido largo. Garitano soprendió con algunos cambios en el once sobre los ya cantados de las entradas de Kobacevic y Zaldúa por los sancionados Fali e Iza. La presencia de Alcaraz por Álex en el mediocentro también parecía clara y la de Ocampo por De la Rosa era una opción. Pocos previsible era la entrada de Carlos Fernández como titular. Quizá le quisó pagar así Garitano su error en el cambio de sistema que, tras volver al 1-4-2-3-1, condenó al delantero en banda y acabó dejándolo en la caseta en el descanso.

Pero el dibujo sí estaba cantado que iba a ser, de nuevo, el 1-4-2-3-1 de los 10 partidos sin perder y con el que parece sentirse más cómodo este equipo.

El primer tiempo tuvo tres fases diferenciadas en cuanto al dominio. Una de dominio de cada equipo y otra de igualdad. Los malagueños comenzaron mandando en el juego y en los acercamientos. Pero antes de eso, Sobrino estuvo a punto de cazar un gol antes del minuto de juego, pero tras rebañar el intento de regate del meta rival, se resbaló cuando podría alcanzar el balón solo en el área.

El estado del césped por la lluvia, o mejor dicho los resbalones fueron protagonistas en el choque. Primero, cuando David Gil perdió pie en una cesión atrás que solventó rápido. Después, cuando en el 35 Brian OCampo trató de contratolar un esférico y un resbalón no solo le hizo perder el balón, sino que puede que originara la lesión por la que pidió el cambio.

Pero en lo meramente futbolistico, el Málaga fue mejor entre el minuto 5 y el 20, y el Cádiz en el siguiente cuarto de hora. Aún así, fue más un primer tiempo de intensidad y de ritmo que de verdaderas ocasiones de gol. El hecho de que solo hubiera un remate a portería en esa primera mitad así lo refleja. Fue de Antoñito, cuando se plantó ante David Gil asediado por Kovacevic en una jugada que se inició en un duelo áreo casi en el círculo central que le ganó Baturina a Chust.

Tras el inicio en el que el Cádiz amenazó además de en la acción de Sobrino con otra el Ontiveros, el Málaga se fue adueñando del balón y del dominio territorial. Pero el cuadro cadista parecía estar cómodo en ese rol y tener controlado, esta vez, el juego. Salvó esa pequeña acción no concedió muchas más oportunidades al rival y en torno al minuto 20 comenzó a tener más el balón. Y casi siempre lo intentaba por la izquierda, con Climent y Brian Ocampo buscando la superioridad, pero sin acierto en el último pase.

Los amarillos tenían más el balón y lo movían sin excesivo riesgo. De hecho, parecía que estaban defendiénse con balón más que atacando. No era momento de arriesgar y el Cádiz lo entendió. Ya llegarían ocasiones si tenían que llegar, pero no había que arriesgar de más. Ese tener el balón fui igualando la estadística de posesión (la del primer tiempo acabó igualada) y de pases. Pero también las sensaciones. Ya el Málaga no parecía tan dominador y daba la sensación de que el Cádiz era mejor en las dos áreas, como terminó demostrándose.

Esta fase de dominio cadista acabó con la lesión de Ocampo, que sintió un pinchazo atrás poco después del mencionado resbalón y pidió el cambio. Con la entrada de De la Rosa, el equipo pareció darse un respiro y priorizar no irse al descanso abajo en el marcador. Sin embargo, un par de transiciones dieron cierta sensación de peligro, aunque el onubense no estuvo afortunado.

Los últimos instantes de la primera mitad fueron casi para esperar el descanso, con dos equipos que no querían irse por debajo en el marcador más que otra cosa. Aún así, el Málaga y, sobre todo, el Cádiz dispuso de acercamientos que acabaron en saques de esquina, pero sin remate.

Con la reanudación, los amarillos dieron la sensación de estar mejor plantados en el campo y lo malaguistas de querer buscar más el área rival. De nuevo el Cádiz pecó de precipitación en alguna salida prometedora. Todo lo contrario de lo que le ocurría atrás, donde de nuevo Kovacevic hace preguntarse porqué no juega todos los partidos (Sí, ya, su salida de balón, pero es que en defensa está muy por encima).

Y así fueron transcurriendo los minutos, el Málaga trataba de ir a buscar el gol con los cambios y el Cádiz daba la sensación de ir madurando el choque. Hasta que el partido prácticamente cayó de maduro. Chris Ramos reemplazó a Carlos Fernández y minutos después Matos entró por un tocado De la Rosa y Melendo por un Ontiveros que esta vez estuvo poco inspirado.

El Cádiz seguía a lo suyo, a la espera de aprovechar alguna que sabría que tendría mientras controlaba bien las intentonas del Málaga. Y en un balón que recupera Matos en una pugna con Puga el choque se rompió. El lateral jugando de extremo (como en Santander) avanzó hasta la línea de fondo y la puso atrás para un Melendo al que Chris Ramos había dejado solo arrastrando a los centrales con un desmarque. El mediapunta se estrenó y parece ganado para la causa.

Y dos minutos después, mismos protagonistas, distinto papel. Melendo se la puso de primera de lujo al espacio a un Mato que, como si fue un extremo de toda la vida, aguantó con calma la salida de Herreros para picársela en lo que fue el segundo gol. Minuto 84 y 0-2, partido cerrado pese al recuerdo del choque de la primera vuelta (el Cádiz ganaba 2-0 en el Mirandilla y estuvo a punto de perder).

El Cádiz CF había sabido madurar el partido para, con dos zarpazos en dos minutos, llevarse los tres punto en su visita a La Rosaleda y de paso ganarle la diferencia de goles a un rival directo, al que ahora supera en la tabla por dos puntos. El partido ha vuelto a demostrar que este Cádiz de Garitano sabe competir como lo requiere este segunda división, con orden y paciencia atrás y, cuando tiene una ocasión, pegada.

Las estadísticas ante el Málaga son clarísima: dos disparos entre los tres palos, dos goles. Menos posesión de balón (poca, pero menos) y en el resto de aspectos, peores números que el riva. Pero el fútbol es el gol y la eficacia de cara a puerta. Los partidos se ganan con contudencia en ambas áreas, que es lo que le da a un equipo nivel competitivo.

EL Cádiz que ha recuperado en esta jornada ese nivel competitivo que tenía tras un partido y medio casi irreconocible. Irreconocible para esta época de bonanza de la mano de Garitano, pero que recordó al Cádiz de Paco López.

Los amarillos dan un salto en la tabla, alcanzado la primera mitad y dejando los puestos de descenso a siete puntos (más la diferencia de goles con el Mirandés) y lo que es más importante, con muchos equipos entre ambos. El sueño de la fase de ascenso está a unos 9 puntos que parecen demasiados. Sobre todo porque después de 10 jornadas sin perder, apenas pudo recortar mucha desventaja.

El Cádiz recibe la próxima jornada a un Granada (que también pelea por acercarse a esas plazas para pelear por el ascenso) para intentar recuperar la posibilidad con poder soñar con que los últimos partidos de liga no serán un mero trámite. De momento, quedan 9 puntos para llegar a los 50 que teóricamente marcan la salvación.