En el momento en el que me siento a juntar letras para configurar este tirotiro semanal, me entero de que Sergio ya es historia del cadismo. Para colmo se va tres días después de visitar el Falla y tragarse una de las peores sesiones de preliminar que uno recuerda, lo que le habrá dejado el corazón tocado y el tímpano broken. Se abre pues en estos momentos una etapa de total desconcierto y dudas, muchas dudas. La desconfianza se ha hecho dueña de las mentes cadistas, y no hay nada más desesperanzador para un aficionado que no cree en su equipo. Y te lo pongo peor: no cree en su equipo en el mes de enero, cuando quedan diecisiete partidos por delante, y se vislumbra esa primavera luminosa y ese solecito de marzo y abril, que de por sí invita a tardes de gloria, papelillos en el césped y Paseo Marítimo sonriendo. Pues ni por esas.
Ahora mismo, venga el entrenador que venga, será observado con lupa, ya sea Mourinho, Guardiola o el pelirrojo del Spartak de Moscú, que lo mismo tenemos delante al futuro Jurgen Klopp oiga, pero es que ya no nos creemos nada. Y menos en este fútbol donde la contratación de un profesional bien del banquillo, bien del césped, se condiciona, ensucia y contamina por la presencia de managers, representantes, comisionistas y toda esa fauna variada ávida de un pedazo del pastel, que es lo que únicamente les interesa.
Y no nos creemos nada, porque el viernes vimos (si no tuviste la habilidad de zapear y ponerte el Falla, el Gran Hermano VIP o un capítulo repetido de Los Simpson) el mismo equipo insípido, sin ideas y a merced del rival, que vimos en Getafe, Granada, Mallorca, Aranda del Duero…¿Sigo? Vimos de nuevo a ese Alcaraz, metido entre los centrales sin saber a quien le echa la pelota porque tampoco hay mucha gente que la quiera. Y vimos de nuevo al hermano gemelo de Escalante, que es el que está jugando. Porque el Escalante auténtico está en paradero desconocido, al menos, el que jugó la segunda vuelta del año pasado. El que ahora juega es un mellizo que estudió Empresariales, creo. Pero de fútbol poquito.
Y volvimos a ver a Chris Ramos como John Wayne, sólo ante el peligro, como un saltimbanqui peleando cada pelota que superaba los 1000 pies de altura, peleándose con una centuria de centrales a treinta metros de la portería. Y volvimos a ver al Alejo de toda la vida, pisando una bota contraria en un lugar donde no tenía ni que aparecer. Y lo mismo alguien vio a Guardiola. Y vimos a un equipo que no sabe que hacer con la pelota, al contrario del resto de equipos de Primera. Si no, entre cupletina y cupletina (aprovecho para exonerarme de toda responsabilidad en la proliferación de la modita de marras), póngase bien en la tele, bien previo paso por página de parche en el ojo y loro en el hombro, cualquier partido de la máxima categoría. No es necesario que aparezcan Madriles o Barcelonas. Tire de clase media: un Osasuna-Las Palmas mismo. Verá que el fútbol es otro deporte distinto al que juegan los nuestros. Diría que un deporte más atractivo, incluso. Los futbolistas se mueven, tienen ideas, crean, corren optimizando el esfuerzo…O al menos, así lo veo. ¿Sere yo? Me da que no.
El panorama es guapo: esta semana viene el Athletic, uno de los equipos más en forma de la liga, y abonado a endiñarnos tres o cuatro cada vez que nos enfrentamos últimamente, llegará en las próximas horas un entrenador que con lo que tiene en el vestuario deberá convencer ese domingo a los 18.000 que vamos finde sí o finde no, al menos con una propuesta que haga irte del Mirandilla con una lucecita de esperanza encendida aún. A once días de cerrar el mercado, se habla de Juanmi, buen delantero exbético que anda por Arabia o por el quinto pino, y que viene de una lesión gorda. En otro momento, sería ilusionantísimo. Ahora mismo es un “a ver” de libro. Sobre todo después del espectáculo deambulante que un fichaje-star como Maxi Gómez ofrece cada vez que salta a quemar unas calorías al césped. No nos fiamos ni aunque nos traigan al Lineker del 86.
El Granada viéndose como se veía, se apresuró a fichar a gente, a la cual apuntó en la Liga un ratito después de comer las uvas, lo que permitió que el día 3 de enero, dos ya jugaron contra el Cádiz. Nosotros en 20 días no nos hemos movido en el mercado ni para descambiar el típico jersey de Reyes que viene chico. De ahí que la película que se nos viene encima sea desesperanzadora, porque tenemos dudas de la plantilla (fundamentadas), tenemos dudas del entrenador que vaya a venir, más si se trata de un novato en la categoría. Pero de lo que no tenemos dudas, es que la filosofía de los que llevan el volante es la que es: el negocio. Y me da que en ese aspecto, les va bien. ¿Para que sulfurarse?