En el preciso instante en el que la rendijita por la que ya prácticamente no entraba nada de luz, apareció Chris y abrió el ventanal de par en par, como en las pelis de vampiros, cuando entran los fogonazos solares que los convierte en salmorejo.
La internada del largo delantero gaditano funambuleando por la línea de meta, en una disciplina ya demostrada como una de sus virtudes que salen a relucir con menos frecuencia de lo que debería, podría ser la jugada bisagra de la temporada.
Siempre dependiendo de que despachemos al Burgos y manguemos algo en Almería. Hasta el minuto ochenta y pico, el partido no había ido más allá de otros ya vistos en el Mirandilla este año, en los cuales se salvaron los muebles (Oviedo o Córdoba), o simplemente se empató con cierta malage (Ferrol o Tenerife). Hasta el ochenta y cinco, la vida seguía igual. Un poquito más asegurada atrás, en parte gracias al apuntalamiento de Carcelén como central falso o lateral sin ganas de aventura, cada vez que el Cádiz atacaba. Pero la misma vida al fin y al cabo. Las mismas ocasiones al limbo, las mismas imprecisiones.
El penalti fue un “doble o nada” ante la afición, ya escardada por tanto y tanto gesto técnico chungaleta que lleva viendo esta temporada
Pero mira tú por donde, a Ramos se le encendió la bombilla. La misma bombilla que momentos antes hizo saltar los fusibles ante un intento de taconazo del Chris, digno de Vídeos de Primera. Esta vez se tiró de coco a uno de esos slalom paralelos a la grada del Fondo, para ruina del central. Penal. Si la primera bombilla le reventó, y la segunda se encendió, la tercera fue un “doble o nada” ante la afición, ya escardada por tanto y tanto gesto técnico chungaleta que lleva viendo esta temporada. Cogió la pelota, y se hizo responsable del éxito o el fracaso del debut de Garitano. Y no pudo tirar mejor el penalty el gachón.
Tópico uno superado: había que ganar aunque fuera de penalty y en el último minuto. Tópico dos, también: a entrenador nuevo, victoria segura. Se cumplieron dos de las premisas básicas del refranero balompédico. De momento, Garitano entra con buen pie, y se presta a que le endiñen cuarteta con la música del tango de “La Fantasía” en el próximo COAC. Garitano, mi rosito temprano la flor más bella de Euskal-Herría.
Visto con perspectiva, el partido es el claro ejemplo del pragmatismo casi innegociable para un buen desarrollo de la temporada en Segunda. Esta categoría no es para los Guardiolitas, y pocas veces triunfan equipos con fútbol de salón. Fútbol para el cual, es necesario un plantel de peloteros que, difícilmente, se pueden congregar en una plantilla de segunda categoría. Que los hay que lo intentan, y que tienen sus momentos de brillo. Pero mantener ese estilo de vida de fútbol flower-power durante cuarenta y dos jornadas en un campeonato tan exigente, es misión imposible para casi todos.
La fórmula parece la estándar pero a la vez, la que ofrece más garantías para eludir el fracaso
Así que me alegra que disminuyan esos ronditos con David Gil de vértice para sacar la pelotita limpita desde detrás, por ponerte un ejemplo. Se apuntala la defensa, se aumenta la población mediocampera y cantamos juntitos como si fuéramos una comparsa de aquellas del VHS. La fórmula parece la estándar pero a la vez, la que ofrece más garantías para eludir el fracaso. Ahora toca ir refrendando la teoría. No vayáis a dejarme malamente, please.
Si este jueves tenemos copita navideña de celebración post-partido, la internada de Chris seguida del pepinazo escuadrero que fue el lanzamiento del penalty, aumentaría las posibilidades de ser esa jugada bisagra que te decía al principio. Ese momento en mitad de la temporada, que divide a la misma en dos mitades: la primera para olvidar, la segunda para retomar el sitio que merece la institución. Ajolá.
Si el fútbol fuera un estado de ánimo, la selección jamaicana sería una potencia mundial, ‘tumentiende’
Dicen que el fútbol es un estado de ánimo, teoría quizás un tanto arriesgada por parte de Valdano, que si no me falla la memoria, creo que fue el inventor de la dichosa frasesita. Si el fútbol fuera un estado de ánimo, la selección jamaicana sería una potencia mundial, tumentiende: un guaca bipapelar y a la cancha. Pero que una victoria en el último minuto te puede enderezar una mijita el rictus facial, y una segunda victoria en casa ponerte todo el careto de Jack Nicholson cuando hizo de Joker en el Batman de Tim Burton, es un hecho impepinable.
Terminar la primera vuelta con 25 puntitos (victoria en casa y empate en Almería), te inserta en el coco la idea de que la mitad del currelo está hecho, y que a poco que se mejore el desastroso otoño del 2024, la salvación llegaría antes del infartante sprint final. Observen, no obstante, que no amplío objetivo. Vamos a estar en lo que estamos. Omito la frase del señor Lobo en Pulp Fiction.