La crónica de Vera Luque del Cádiz CF-Athletic Club: Agradable y satisfactorio aburrimiento

Si lo que hacía falta en el vestuario era un técnico de perfil maestro de escuela hueso, al cual hay que hablarle de usted y de los que te expulsan de clase si te ven mascando chicle, en lugar de profe enrollao, al que le hablan de tú mientras reparte chicles, pues bienvenido Don Mauricio

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Mauricio Pellegrino, en la banda del Nuevo Mirandilla.

Pintaba regular la tarde dominical, y más viendo que el equipo titular no variaba mucho de los últimos onces de Sergio González. Y es que la revolución estaba descartada desde el momento en el que el nuevo entrenador llegó el miércoles con jet-lag y a su disposición no tenía material humano nuevo del que disponer. Si te dan media docena de huevos y un kilo de papas, o te haces un tortillón o como mucho, una fritá de campeonato. Pero no le pidas al cocinero, por muy bueno que sea, que saque de ahí un soufflé en un ratito.

Pues eso. Con lo que hay, Pellegrino tenía un papelón guapo teniendo que despachar nada más y nada menos que al mejor Athletic de los últimos años, que venía de subidón copero, y que en las últimas tres temporadas ha llegado al Mirandilla, nos ha colado tres o cuatro, y se han ido para arriba tan tranquilos ay va la hostia, Iñaki.

Alineación de planetas, o vaya usted a saber cómo ponerle al niño, pero al final empate que casi casi el cien por cien del cadismo sufridor hubiera firmado a las tres de la tarde. Llámelo resaca copera de los vascos, que jugaron el partido con pijama por dentro de los calcetines, botella de Aquarius y barriga descompuestilla. Llámelo cambio de actitud en según qué futbolistas de amarillo, presionados quizás por la inquisidora mirada del metro noventa del nuevo inquilino del banquillo. Al final un ni pa mí, ni pa ti, que nos dejó hora y media de fútbol aburrido tirando a soporífero, que es lo mejor que nos podía pasar para salir del paso en el compromiso este. Por no haber, no hubo ni polémica de VAR. Los de la salita de Madrid se echaron la copita y se enchufaron la Play a la pantalla. Calma chicha por doquier. Hacía falta.

Soy escéptico con los brotes verdes. Hace un mes se firmaba un partido muy parecido al de ayer con el otro coco vasco: la Real. Despedimos el año con cierta esperanza, que se derrumbó tal y como cambiamos el 23 por el 24. Después de la buena imagen contra los donostiarras, vinieron las hecatombes de Granada, Valencia y Alavés. Y repito: los recursos humanos son absolutamente los mismos (incluso menos), por lo que el aprobado alto de ayer no tiene por qué ser el síntoma definitivo de recuperación. Se verá en los próximos capítulos.

Lo que sí llama la atención es el cambio para bien de algún que otro de los futbolistas presentes en el campo. Por ejemplo, Escalante. Ayer jugó Escalante y no el hermano gemelo que estudia Empresariales (ver articulito del partido anterior). Si lo que hacía falta en el vestuario era un técnico de perfil maestro de escuela hueso, al cual hay que hablarle de usted y de los que te expulsan de clase si te ven mascando chicle, en lugar de profe enrollao, al que le hablan de tú mientras reparte chicles, pues bienvenido Don Mauricio.

Estamos a 29 de enero y mientras que junto estas letras, poca novedad en el mercado. Ya no es que haya que fichar por mejorar, ya es que se nos han caído de la plantilla dos gachones importantes: Luis Hernández y San Emeterio. Aparte de Roger. Las bajas en combate no se están supliendo con gente, sino como en una partida de ajedrez, van para la caja de las figuras que ya no cuentan sin reemplazo posible, así llegue el peón hasta la última cuadrícula. El plantel disminuye, y con ello el abanico de opciones de Don Mauricio, como en esos bares chungaletas cuando el camarero te va avisando que no tienen la mitad de las cosas que pone la carta, y acabas pidiéndote un serranito, con el antojo que tú tenías de hamburguesa de buey.

En estas pocas horas que faltan para que llegue febrerillo el loco, hay que taponar unos pocos de boquetes que la plantilla tiene, y ante la premura de tiempo, a ver que nos cae. Es lo que tiene dejar los Reyes para el día 5 a las siete de la tarde, que la colonia esa que tú buscabas ya está agotada. Los equipos de nuestro alrededor pinchan igual que nosotros, y no son capaces de despegarse de nuestro aliento. Nos están dando vida cuando con esta puntuación en otras temporadas estaríamos casi en el desahucio. Hay donde agarrarse y queda tiempo para la reacción. Ayer se abrió un hilillo de luz. Compren velitas para el Santoral al completo, que va a ser necesario. Ajú.