La crónica de Vera Luque del Cádiz-CF-Celta de Vigo: Tiempo de divanes

Estrenos TV en versión liguera: el Cádiz está en coma, pero todos esperamos el despertar milagroso. La próxima semana en Vallecas, dicen, llegará la victoria. Así llevamos desde Septiembre. Algún día acertaremos.

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El entrenador del Cádiz CF, Mauricio Pellegrino, durante una sesión de entrenamiento. Foto: Cádiz CF.

El guionista de esta liga decidió dar un giro como en las buenas series de esas plataformas de moda. El final inmensamente feliz hubiera sido demasiado previsto. El descenso consumado no matemáticamente, una manera demasiado triste para desconectar de la competición en pleno febrero. Así que escogió la mejor solución, final semifeliz, y descenso aplazado a otro mes más primaveral, manteniendo ese hilo de esperanza, más basado en probabilidades matemáticas que en sensaciones. Continuamos enganchados al torneo, cuando el de la funeraria ya había aparcado el coche en la puerta.

Y como en esas series baratuchas, el enfermo en coma, que inconsciente y al borde de la muerte aún hace funcionar al escardante pitito de la maquinita a la que está enchufado, le provoca al espectador esa intutitiva esperanza de que algún día despertará milagrosamente, y confesará que quien lo quiso quitar de en medio fue su malvada amante en busca de la vengativa herencia. Estrenos TV en versión liguera: el Cádiz está en coma, pero todos esperamos el despertar milagroso. La próxima semana en Vallecas, dicen, llegará la victoria. Así llevamos desde septiembre. Algún día acertaremos.

Internamente, temía que una victoria cadista argumentara el uso talismán de esa horripilante camisola celeste, precisamente el día que nos visitaba el equipo celeste por antonomasia. Me asustaba que al lumbreras que se le ocurrió, y al equipo de palmeros que lo aprobaron, le diera la razón la superstición, y acabáramos jugando de celeste lo que queda de temporada. Malditos advenedizos del pret-a-porter futbolero, orinándose en lo alto de los símbolos centenarios por tal de trincar cuatro duros, inventando homenajes a instituciones random y privándonos a los aficionados, clientes al fin y al cabo, de festejar uno de los momentos top de la temporada viendo a los nuestros haciendo piña en torno al héroe del partido vestidos como Dios manda, con la camisola amarilla y el pantalón azul, leñe, con esas alegría policromática que le da al césped un Cádiz-Celta en condiciones y con el lorenzo pegando por derecho. Que os den. Y con suerte, que la camisetita celeste a lamparones, sólo la vendan los amigos del top-manta de la calle Columela.

En lo que a fútbol-fútbol se refiere, perdonen mi insistencia, pero no logro entender que Kouamé no sea uno de los cinco futbolistas con más minutos de esta plantilla. Intuyo problemas más allá de lo que es darle a la pelotita, para muestra el gesto chuflero con Escalante el día del Betis, que vaya usted a saber también. Pero esa información estará al alcance de los que viven el día a día del equipo. Yo, usted, nosotros… de ésto ni papa.

Sólo sabemos que lo vemos jugar cada siete días un ratito, y de momento no ha dado razones para que no sea considerado el mejor pelotero que tenemos. La reacción, que no la salvación porque ya no dependemos de nosotros mismos, pasa por la recuperación de futbolistas, buenos muchos de ellos, pero que no se encuentran en el mejor momento de sus carreras, ni de lejos. Empezando por Sobrino, pasando por Ocampo y terminando por Machís. A Maxi se le vio mejorcito sin tirar cohetes. Lo mismo se va de Cádiz enganchando alguna pelotita en el área chica, ayer en un cabezazo estuvo a punto. Por lo pronto que se enganche al brócoli ya es buena noticia.

Es labor del Pellegrino ordenar los cocos del personal, si es que no se ha tráido un psicólogo o sucedáneo, y lo mismo cuando las cabezas estén en condiciones, las piernas empiezan a funcionar mejor. El desorden en el césped sigue siendo la premisa de este equipo al que la pelota le da calambre. Reordenen las neuronas, y disminuirá la entropía en el césped. Si la terapia llega a tiempo, o tarde, es la duda que nos carcome.

Termino la columnita con final feliz, como los masajes yamentiende. Si buscamos lectura positiva de lo de ayer, se encuentra fácil: el Celta, que es un manojo nervios similar a nosotros, tuvo la salvación en el bolsillo. Dejaba al decimoctavo a seis puntos y con goal average a favor. Ganando cero a dos, se dejó remontar por un equipo hundido. Eso duele como un porrazo en el dedo chico del pie con la pata de una cómoda. El viaje para Vigo tuvo que ser guapo, y el coraje de tener que seguir pringado y mirándonos de reojo cada jornada, lo mismo les afecta en la moral, ya de por sí renqueante.

Matemáticamente, ellos salieron vencedores de la jornada, al mantener a raya al Cádiz y salir previsiblemente ventajoso en una hipotética igualada a puntos al final de liga. Pero en espíritu, ánimo e ilusión, se llevaron un martillazo considerable. Llegó la hora de la psicología y de las frases de Paulo Coehlo aplicadas al balompié. Queda liga, y la primavera gaditana es más soleada que el nublado y largo invierno gallego. Avanti.