No fue precisamente lo de ayer un homenaje a Guillermo Tell. La puntería brilló por su ausencia, incluso para el Cádiz, que aún marcando dos goles, el primero fue la repesca a un fallo desde el punto de penal, y el segundo en plena melé digna de partido de recreo de la extinta EGB, pantalón de pana campanero y bocadillo de nocilla en mano. Ambos aciertos fueron en lo más profundo del área chica: el primero a metro y medio, el segundo a medio metro.
Punto y aparte, la maravilla creada por Ontiveros, recordatorio fugaz de aquellas majaderías del loco de El Salvador, vaselina inesperada que sólo la estropeó un poste que no venía a cuento.
Por parte del Córdoba, el atinar con los tres palos fue todavía más misión imposible: a un larguerazo de los que dejan al portero emulando al David de Miguel Angel Buonarrotti, hay que añadir dos paradones de David Gil, y casi media docena de balones facilones para la ejecución que se fueron a por tabaco. De haber venido el Córdoba con el cristal del punto de mira del rifle un poquito menos empañado lo mismo se nos complica la película.
Sin Ontiveros y Ocampo el equipo se queda ‘mellao’ y a partir de ahí, a comer sopita y cosas blandas
Si se deja aparte a Ontiveros cuando se inspira y a Ocampo cuando tira de verticalidad y no se ahoga en un mar de filigranas improductivas, sigue sin haber mucha mejoría con respecto a lo que ya llevamos de temporada. Que siempre sean sustituidos a falta de 25 minutos da a entender que se cansan más de lo que se tienen que cansar. El equipo se queda mellao y a partir de ahí, a comer sopita y cosas blandas. Y a veces, al no estar estos dos en el campo, incluso ganando dos a cero y con el asistente sacando el panel de los minutos de descuento no se te va el canguelo del cuerpo, oiga. Ayer mismo, por ejemplo.
En otro orden de cosas, ¿Qué pensamos ahora del VAR? La semana pasada hubiéramos hecho una hoguera en la plaza pública con todos los VARes del mundo mundial. Maldito artilugio del demonio, que lo quiten, esto no es fútbol, bla bla bla… Yo el primero. Pasan siete días, y las mismas quince mil almas que pedían la abolición del arbitraje remoto, en cierto momento del partido desde la grada hacen al unísono la ya universal señal del cuadradito que emula un televisor. “¡Ve a verlo!” se escuchaba. Por dos veces en pocos minutos.
La primera, un clamoroso penalty que el árbitro en primera instancia se comió con guarnición de patatas fritas, bebida, postre, café y puro. La segunda, el batiburrillo en el área chica que te dije antes, donde una pelota sin dueño se movía entre la delgada línea del gol y el no gol, rodeada de medias blancas y medias azules, que no hacían sino complicar aún más la perspectiva. En un distópico mundo sin VAR, lo de ayer hubiera sido un escándalo mayúsculo.
En una semana, todos somos conversos. Viva la Santísima Hermandad del VAR y sus misterios dolorosos. La semana que viene… ya veremos.
El árbitro hubiera pasado a ese listado de árbitros que desterraríamos a una isla desierta, encabezada por el ínclito Rubinos Pérez Imaginen: penalty rotundo que el árbitro no quiere ver, y pelota que cruza la línea que ni el de negro, ni el linier, lo detectan como gol, el cual se produjo como se puede ver en la repetición (que diría el comentarista de turno). En parte, la victoria de ayer fue gracias a la tecnología. Otra cosa es la pérdida de tiempo que conlleva y lo soso de celebrar el segundo gol como el que celebra tres en la bonoloto. Pero lo que no se discute es la justicia celestial de lo sucedido. En una semana, todos somos conversos. Viva la Santísima Hermandad del VAR y sus misterios dolorosos. La semana que viene… ya veremos.
Comienza el segundo tercio de la temporada y nos salimos del descenso, o esa milonga nos intentarán vender. Lo peligroso es esa goma que continuamente hacemos entrando y saliendo de la zona pordiosera. Hoy fuera, y mañana dentro… y así. El problema es que en el deshoje de la margarita nos toque el “No quiero” en la jornada 42. ¿Qué estamos a seis puntos del play-off? También. Pero permítanme mirar ahora mismo más para abajo que para arriba ,esperar que el equipo se desprenda definitivamente del lastre y eso lo mande una mijita a flote.
El espíritu de la pancarta mítica aquella de “Linares, no te vayas al Milan”, ha revivido en forma de carga de la buena a Alejo, y algún que otro chispazo dirigido a Sobrino
El panorama está guapo: se dice, se cuenta, se rumorea que en la próxima gala ,Alarcón y Kouamé se van a nominar entre ellos para abandonar la casa de Guadalix de la Sierra. Fali sale a jugar y recibe un conciertazo de viento de los que, dedicado a uno de los nuestros, ya no se recuerdan por estos lares. Y el espíritu de la pancarta mítica aquella de “Linares, no te vayas al Milan”, ha revivido en forma de carga de la buena a Alejo, y algún que otro chispazo dirigido a Sobrino.
La grada está empezando a rebelarse a ese principio de inmunidad que siempre se le ha reservado a los jugadores. La diana a la cual se tiran los dardos está bajando peligrosamente los escalones de tribuna, desde el palco hasta el césped, y se está empezando a afincar en ciertos futbolistas de los cuales la gente se empieza a cansar motivada por las pocas habilidades que estos mismo futbolistas demuestran, bien en la relación directa con el aficionado, bien con la pelota en los pies, bien por las dos cosas.
Dos victorias seguidas en casa, en lugar de apaciguar la movida, está trayendo más ruido, más interferencias, más toxicidad. Ahora hay que comprobar si ésto puede llevar a un efecto motivante, de autoconfirmación por parte del plantel frente a los obstáculos externos que los lleve a demostrar cosas que aun no se han demostrado… o por el contrario, esto es aumentar el atasco de la cañería, y que la peste a pileta siga inundando el ambiente. Mieo me da.