La crónica de Vera Luque del UD Las Palmas-Cádiz CF: Vida más allá del primer tiempo

Llevábamos una ristra de partidos con buenos principios y finales desastrosos, y aun así mangando puntos y ayer precisamente fue al contrario: comenzamos con el pelo sucio y la camisa llena de pringue y terminamos con gomina y de media etiqueta

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Chris Ramos celebra su tanto en Las Palmas.
Chris Ramos celebra su tanto en Las Palmas. Foto: Cádiz CF

Qué importante es terminar bien una película o un popurri. Se puede estar tragando un tostón de dos horas o un ladrillo infumable de diez minutos, que si el giro se guión final o la última cuarteta le hace pegar un respingo en la butaca, saldrá usted del cine o del Falla con una sonrisa disimulada y las sensación de haber invertido bien su tiempo. Al revés no mola. Una peli con mal final o una despedida desafinada estropea un rato que estaba siendo digno de ser guardado en la memoria de las cosas guapas.

El Cádiz parece que aplicó está teoría churrigueresca que me acabo de sacar de la manga. Llevábamos una ristra de partidos con buenos principios y finales desastrosos, y aun así mangando puntos. Resultado: malas caras al final, náuseas y vómito de improperios, manos en los bolsillos y miradas apuntando a los adoquines. Y ayer precisamente fue al contrario: comenzamos con el pelo sucio y la camisa llena de pringue y terminamos con gomina y de media etiqueta. Embotellado al contrario, sacando delanteros al campo y metiendo defensas en el banquillo, y con la sensación de estar engulliendo a ese mismo rival que una hora y media escasa antes parecía el Brasil de los 70, tan amarillo y tan de toque. Distinto feeling, mismo resultado: un puntito. Vamos echando centimito a centimito en la alcancía. A ver cuando llega un billetito.

Aerolíneas Gaditanas volvió a funcionar. Chris Ramos va por arribita mejor que su tio Perico cuando ocupaba la punta de La Mar de Coplas, que ya es decir (también tenía al lado a Caracol y McGregor, ojo). Da igual el minuto y el desgaste. Chris posee esa fuerza instantánea y que no le da para ganar con soltura un balón largo a ras de hierba en el minuto 85, pero si en ese mismo minuto el balón vuela más allá de los dos metros, Aerolíneas Gaditanas se pone en marcha. Sólo le falla el dorsal, que tendría que ser un nueve como un castillo. De momento colecciona chicharitos a una buena media y está siendo el mejor de la 23/24 y el protagonista de los póster de las habitaciones de los chiquillos gaditanos, si es que aún se cuelgan pósters de futbolistas.

La crónica de Vera Luque del UD Las Palmas-Cádiz CF: Vida más allá del primer tiempo

El segundo jugador de campo mejor aún no lo es pero lo será: Kounamé. Ojo que éste es bueno. Entre otras cosas, porque es el único al que la pelota no le incordia cuando la lleva en la bota. La pide y la pasea por el campo hasta que con buen criterio se la da a otro. Pero ese paseo podría ser de minutos, horas, días…porque no le quema. La trata bien. Y eso es muy importante, ya que para meter el gol, antes tienes que tener mucha confianza con la señora redonda. Ayer la pelota era patrimonio único de Las Palmas cuando empezó el partido. Hasta que Kounamé le puso ojitos y se la trajo para él. Con otro igual, los del césped correrían mejor y los de la grada disfrutaríamos más.

Los números que tenemos son engañosamente pa echarlos. 14 puntos a falta de dos partidos para acabar la primera vuelta obliga a ganarlos para cumplir con la media de 20 puntos a mitad de temporada, que supondrían la hipotética salvación si se repitiera la cifra en la segunda vuelta. O sea, los 40 de marras. Pero todo apunta que este año la salvación va a estar más baratita que nunca, salvo que haya una reacción explosiva en cadena por la parte baja, una inesperada revolución del proletariado. Lo mismo con los puntos que otro año nos hubieran descendido de cajón, este año nos quedamos en el dieciséis.

Demasiadas tragedias se están gestando por el sur de la tabla, que por el sur del mapa también. Blas Infante, de haber sido furbolero, andaría ahora mismo en plena depresión ante tanto andaluz poblando la cola de la clasificación. Que bien nos vendrían dos campanazos seguidos para huir de la escabechina andalusí. Y más ahora, que ya nos hemos enterado que en las segundas partes también se juega. Aprovechemos.