Me parece que un psicólogo se queda corto. De momento, necesitamos uno por futbolista, me parece a mí. De hecho, uno específico y de renombre para el muchacho que soltó el otro día eso de que éramos el Madrid o el Barcelona de la categoría.
Irresponsabilidad enorme la del menda, teniendo en cuenta que ese tipo de comparaciones le añade al plantel unos pocos de milibares más de presión, aspecto este del cual ya anda la peña bien despachada. Y por otro lado, al rival le da una motivación extra ante una autovaloración tan pretenciosa de un equipo ex-Primera, que lo será pero no lo parece.
Lo mismo el origen de tan desalmado disparate viene de las ínfulas mesiánicas de los mandamases del club, y lo digo por el amplio palmarés repleto de delirios de grandeza que llevan acumulados en estos años: desde el Estadio para 30.000 al “nunca pensaba que íbamos a descender”, pasando por el macrocomplejo empresarial de la hostia, el Silicon Valley del balompié mundial. Todo muy hyperloop, ya saben, el crecepelos mágico y otras maneras de empaquetar el humo y cobrártelo con 2 euros más por gastos de gestión. Otro psicólogo para esta gente, que algo de faena tiene.
Y para los que nos sentamos una semana en el sofá y otra en la grada, un escuadrón de psicólogos por favor. Porque los 90 minutos de cada finde te dejan para el arrastre, macho. Aunque ya puestos a pedir, si traen un psicólogo que para colmo sea rápido y vaya al corte con fuerza, mejor que mejor. Quizás se necesite más uno de esos.
Como recurso narrativo, aprovechar el torneo este de fútbol de la Playa de la Victoria, y emparejarlo con las últimas actuaciones de la defensa del Cádiz, sería de un oportunismo insultante. Pero no me nieguen que los términos “fútbol”, “playa”, y “defensa del Cádiz” casan bien. Penaltis provocados por acciones tan temerarias como poco disimuladas, delanteros que adelantan a los nuestros como un Fórmula Uno a un utilitario, regateos facilones para ellos debido a un exceso de docilidad desesperante…
La defensa del Cádiz, otrora un ballet perfecto, hoy es superada como un Fórmula Uno a un utilitario
Hace unos años, no tantos, el entramado defensivo gaditano era una coreografía perfecta, como esos desfiles de militares norcoreanos, cuando uno y cada uno de los que procesionan en tan bizarra cabalgata giran la cabeza al unísono para saludar al Cabessa. El Cádiz era un perfecto ballet moviéndose milimétricamente y cimentado en una defensa sin mucho más cartel que la de ahora (de hecho aún quedan algunos), pero que gracias a esa disciplinado sacrificio y a esa sacrificada disciplina, conseguía ganarle al Madrid en su casa haciendo cuatro faltas en todo el partido, o al Athletic en San Mamés jugando una morterá de minutos con ocho y el portero.
De aquella muralla no quedan ni los ladrillos. Llevamos catorce goles en ocho partidos. En una mezcla de friquismo y aburrimiento, me dio por escarbar. El último año en Segunda División que a estas alturas llevábamos tal cantidad de goles en contra fue en la temporada 1968/69. Eso sí, eran tiempos de delanteras de cinco y también llevábamos 14 a favor. Por cierto, aquel año bajamos a Tercera.
Quizás Paco López tenga culpa de ello. Por eso, se dice, se cuenta, se rumorea, que lo mismo el hombre no es que no se coma el turrón…es que lo mismo no se come ni un cartuchito de castañas ahora que vienen los Tosantos. Con todo y con eso, no me parece que Paco deba ser tratado por la historia como a otros entrenadores malditos que aquí tampoco llegaron a ver el alumbrado navideño.
Ya saben… Ismael Díaz, Pepe Escalante, Vidakovic, García Remón… tenemos un elenco curioso. Paco López fue el entrenador que ascendió con el Granada hace dos años, o sea que tampoco hablamos de una vieja gloria de los banquillos. Es más, todos estábamos encantados con su llegada. De ahí que la preocupación se me multiplique, y si hace dos semanas el miedo al descenso parecía difuminarse, de repente y no sé si influirán las primeras pamplinas de Halloween en algún escaparate, el pánico retorna.
Paco López no es un visionario caprichoso, pero aplicar el sentido común no parece suficiente en este Cádiz
Porque no es Paco un entrenador caprichoso de esos que reubican jugadores, o que dibujan tácticas suicidas. No es un visionario tipo Juanma Lillo, teórico de forzado acento argentino o tomador de decisiones inexplicables. Hasta ahora, las formaciones se ciñen a lo estándar, ningún futbolista juega extremadamente lejos de su localización natural…no hay nada que te lleve a resolver la papeleta aplicando el sentido común en la pizarra.
Paco lo aplica, pero no le sirve. Así que permítanme dudar de que llegue otro entrenador y cambie mucho el plan. Por eso, espero que más que un entrenador, desde el despacho oval se esté recopilando a un mínimo de media docena de futbolistas que el día 1 de enero estén alistados en las tropas y sirvan para resetear esta plantilla cuyo ciclo parece caducado. Porque por mucho que tú sepas hacer una paella, si los ingredientes no son los que son, la cosa no sale bien. Y si no, que le pregunten a Bárbara Rey.