Hay muchas cosas que son difíciles. Escribir una sinfonía es complicado, cruzar de rascacielos en rascacielos sobre un cable de acero y nada más es demasiado complicado; nadar entre tiburones con una herida abierta sin morir en el intento, eso ya se pasa de complicado.
Todo ello se queda atrás si lo comparamos con la heroica acción de ver un partido del Cádiz Club de Fútbol. El peligro de muerte es real porque viendo jugar (o no-jugar, más bien) al Cádiz produce un hastío incontrolable, una pereza terrorífica, un pavor indescriptible. Nosotros seguimos mirando, como en las pelis de miedo cuando la chiquilla con más pavo del grupo de amigos escucha un ruido que viene del desván y decide acercarse a investigar: ves que el trompazo es inevitable, pero no puedes retirar la mirada.
Porque, ¿a qué juega el Cádiz? Astrofísicos de todo el planeta se han acercado a esta cuestión pero sin encontrar la respuesta a esta santa pregunta que todo el cadismo se hace cada cinco u ocho días, según el calendario. No hace falta tanta parafernalia, no hay que tener un máster en deportología, ni estudios superiores en la escuela de Juanma Lillo, porque la respuesta es sencilla y no sorprende a nadie: el Cádiz no juega a nada, y sospecho que esto es así desde hace demasiado tiempo.
El peligro de muerte es real porque viendo jugar al Cádiz produce un hastío incontrolable, una pereza terrorífica, un pavor indescriptible
Ahora se habla mucho de Cervera –que no sé cómo esperan que vuelva, si acabó con Vizcaíno de pleitos inaugurando el mal-llamado “método Cádiz” para el despido– porque Cervera tenía un plan, al menos lo tuvo durante un tiempo hasta que se cerró demasiado en sí mismo y encerró al equipo tanto que no le montaban una contra ni a los chavalitos que se ponen de once a once y media en los recreos a dar patadas a una lata.
Entiendo que Paco quiera jugar al toque, que intente trenzar jugada y no dar un voleón ‘p’arriba’, pero es que de calidad está la cosa justita
Cervera jugaba a defender y a correr y Sergio, más tarde, inauguró el pragmatismo del football clásico, a saber: balones al alto y buscar segunda jugada. No era mal plan porque los ingleses que inventaron esto del balompié siguen haciéndolo de esa manera, pero la cosa no fue suficiente. A Pellegrino, mejor ignorarlo, y llegó el Cádiz a Segunda y Paco al banquillo. Yo entiendo que Paco quiera jugar al toque, que intente trenzar jugada y no dar un voleón p’arriba, pero es que de calidad está la cosa justita. Sólo hay que ver los datos. El Cádiz tuvo la posesión de su lado, con un 65 por ciento. Dio casi 500 pases pero generó menos peligro que un manco con dos pistolas y acabó, de nuevo, perdiendo.
Es difícil echarse a competir en Segunda con una plantilla que acaba de descender y que se ha pasado cuatro años haciendo ascos al esférico
No soy defensor de las ideas futbolísticas porque sí, creo que los entrenadores deben hacer los equipos a su gusto y, si no es el caso (porque este equipo es el que había y a Paco le han hecho caso regular) toca adaptarse a lo que hay. Es difícil echarse a competir en Segunda con una plantilla que acaba de descender y que se ha pasado cuatro años haciendo ascos al esférico. Normal que ahora no tengan un gran trato con él y no sepan muy bien qué hacer cuando la bola llega a sus pies; por la mañana saludan a los balones con distancia, como el que es vecino nuevo en el bloque y todavía no sabe de qué pie cojea cada uno.
Paco tiene rédito porque es buen entrenador y porque lo que viene tras un despido es casi peor, todo hay que decirlo, pero creo que el míster debe darse cuenta pronto que si lo que hay no da para lo que él quiere, habrá que buscar un plan b, al menos hasta que los chavales en los entrenamientos recuperen el tacto y aprendan a juntar cuatro pases con sentido.
Quiero terminar mencionando el comentario de Iván Alejo cuando echaron a Cervera, del que soy consciente que más de uno se ha acordado últimamente. El fachisoletano se quejó amargamente de Álvaro, porque les decía que no sabían dar dos pases. Verdaderamente, no creo que lo mejor sea escuchar cosas así de tu entrenador, la moral importa y creo que sentencias como ésa te destrozan la autoestima, pero Alejo y el resto de sus compañeros aún tienen que demostrar que sí, que saben dar dos pases, y que esos pases no son en horizontal, que esos pases rompen líneas y que esos pases sirven para hacer gol.
Yo espero que el tipo nos demuestre que tenía razón y que aún tienen fútbol que ofrecer. Lo agradeceremos todos porque es cierto que morir de aburrimiento es científicamente posible y, viendo al Cádiz jugar, no parece la peor opción.