Antonio Vergara: «En Bahía Blanca hay 9 años más de esperanza de vida que en el Cerro del Moro»

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Un café solo. Antonio Vergara, 62 años, melena y barba canosa, camisa a cuadros y de colores. Recuerdos de los finales de los 70. El Sida, el caos de una Sanidad Pública desprestegiada, todavía por hacer. «La gente joven se nos morían en los hospitales y no sabíamos de qué». La memoria de un hombre que luchó por la universalización de la medicina, por que llegara a cada casa, a cualquier rincón, a todas las cárceles. «Un preso está privado de la libertad, no de la atención sanitaria». Igual que los inmigrantes. «Yo no miro los papeles, veo a una persona». Ese es Antonio Vergara, el de más de media vida dedicada a su vocación: La medicina. «Servir a los demás».

– No fue fácil, ¿verdad?

– No. No lo fue. A finales de los 70, la Sanidad Pública era un caos. Estaba muy desprestigiada. Dividida en 5 ministerios… Los profesionales teníamos una frustración enorme, no podíamos hacer nuestro trabajo. Hasta que llegó el PSOE en el 82. Y se creó cuatro años después la Ley General de Sanidad. Eso y el MIR, que elevó mucho el nivel de los médicos.

– Hubo que luchar, supongo.

-Mucho. Más de 10.000 profesionales nos unimos en la Asociación de Defensa de la Sanidad Pública. No respondíamos a intereses corporativistas. Cambiamos el concepto del médico. Antes un médico estaba endiosado. Y no. «Mire usted, usted está aquí para servir a los demás, al ciudadano», había que transmitir ese mensaje. Ese mensaje caló, ahora existe un trato mucho más cercano. Eso sí. Hubo que pelearse con colegios profesionales.

– Muchos de esa Asociación se marcharon a altos cargos en el primer mandato socialista. Usted no.

– Era lógico. Las administraciones necesitaban la orientación de estos profesionales. Por entonces, la mejor decisión. El error fue pensar que ya no había que luchar más.

– ¿Y sí que hay que luchar?

– Siempre. A la vista está. A nosotros en la época de bonanza nos dijeron que no tenía sentido mantener esa asociación. ¿Para qué? Era la época en la que se inauguraban hospitales cada tres semanas. El tiempo nos ha dado la razón, siempre hay que luchar por los derechos.

– ¿Tiene miedo a tanto recorte?

– Miedo no. Nosotros promovemos la insumisión. A mí nadie me va a prohibir atender a una persona porque sea inmigrante, o no tenga unos papeles. Eso me da igual. Yo veo a una persona, a un ciudadano, no a alguien sin papeles. No lo acepto. En Andalucía, al menos, no estamos tan mal como en Madrid. Aunque, ojo, aquí hay mucho por mejorar, mucho que nos han quitado. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Pero, no ha habido esa privatización tan agresiva.

– Aquí tenemos el problemos de los conciertos con los hospitales de Pascual, ¿qué opina?

– Se trata de un problema clásico. Ocurre periódicamente. Mi opinión es que el sector público deber ser autosuficiente. Y sólo cuando se han agotado todos los recursos y no se han cubierto todas las necesidades de cada uno de los ciudadanos, se debe optar al concierto. El problema viene del gran crecimiento de Pascual, que inauguraba hospitales cada tres meses. Con este crecimiento, miles de personas, de trabajadores, dependen de él, y utiliza este factor para que se manifiesten por sus benefecios, a cambio de no perder el puesto de trabajo. Pero si ahora un hospital público, San Carlos, puede asumir un cinco por ciento de los hospitales concertados, mucho mejor. El SAS es un sistema mucho más transparente, aunque no tanto como debiera.

– ¿Cómo fueron esos últimos años de los 70, esa época del Sida?

– Ufff. Imagínate… A finales de los 70 los jóvenes se nos morían y no sabíamos por qué. Presos de la droga, de la marginación social… El virus no se descubrió hasta el año 83, y en el 86 se diagnosticó el primer caso en España… Sin un sistema público, hubiésemos sufrido una plaga de dimensiones bíblicas. Como en África actualmente, o como en Rusia… Luego, estuvo el problema de los que padecían el sida en prisón.

– Las cárceles, otra lucha.

– Otra lucha, sí. El 38 por ciento de los presos tenían sida a principio de los 70. Ahora, el 10. Y al menos, es mucho más fácil atenderlos. Entiendo que un preso esté privado de la libertad, pero nunca de la sanidad. El problema de la cárcel es muy claro. Responde a una cadena. Marginación, droga y cárcel. Los politoxicómanos terminan traficando para obtener su dosis, y caen presos. Por eso, la Sanidad es invertir en un sistema más social, no sólo en salud.

– ¿Qué quiere decir?

– Debemos transmitir que la salud no es sólo no estar enfermo. El paro, la marginación, el lugar en el que vives… Factores que deben tenerse en cuenta. Hay más diferencias de salud entre barrios de una misma ciudad que de España a Marruecos. La salud se mide por años de vida. Y en Bahía Blanca, por ejemplo, hay nueve años más de esperanza de vida que en el Cerro del Moro. El desarrollo urbanístico, el saneamiento, la ventilación y la estructura de las viviendas, el paro, la marginación… Son factores que son fundamentales para prevenir. Los políticos deberían tenerlos en cuenta.

– Pero si hablamos de los políticos…

– Para los políticos hay un mensaje: En Sanidad, Educación y Protección Social no se puede recortar ni un céntimo. Al contrario, debe invertirse más. Los recortes provocan que profesionales de la Sanidad trabajen al 150 por ciento. Exprimidos. Un 40 por ciento de empleados del SAS tienen contratos eventuales. ¡No tienen estabilidad! No podemos consentir eso. Tampoco, la situación de Madrid, donde se han privatizado hospitales públicos, como si aquí cogen y privatizan el Puerta del Mar.

– ¿Puede ocurrir que un día despertemos con un sistema privatizado como en Estados Unidos?

– Aquí no. En Cádiz, por ejemplo, sería inviable. Se moriría la gente. No existe una clase media fuerte económicamente para mantener algo así. Además, se ha demostrado que el sistema público es el mejor del mundo. El privado sólo busca el beneficio. El público, el bien de las personas. Un sistema privado no aceptaría a alguien con Sida, por ejemplo, no acepta al marginado social, al enfermo de larga duración, pues no sale rentable. Por ello, tenemos que luchar por la Sanidad. Por las mejoras. Tanto en la investigación como en lo hostelero, sin llegar al lujo, pero buscar la comodidad del paciente.

A pesar de llevar más de media vida, le veo con ganas de seguir…

– Tenemos los mejores profesionales, hemos vivido en el pasado una época de crecimiento extraordinario. Pero, sabes qué, la historia es oscilante. Y las reivindicaciones deben ser eternas.

Manifestación por la Sanidad Pública