Bruno García y la coletilla para ‘cubrirse’ las espaldas en el cambio de nombre del Estadio de Cádiz

El alcalde de Cádiz insiste en que el cambio de nombre del estadio se hará cumpliendo la ley, aunque no descarta posibles complicaciones judiciales para las que parece prepararse

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El alcalde de Cádiz, Bruno García, con integrantes de su Gobierno en la rueda de prensa de la Junta de Gobierno de este 13 de septiembre. Foto: Eulogio García.

¿Recuerdas aquello del “a sabiendas” que empleó el ex alcalde José María González, Kichi, y alguno de sus concejales y asesores tras el caso del corte de agua en Loreto? Una coletilla que dio que hablar y que acabó en los tribunales, pasando el campo político. Pues el actual alcalde, Bruno García, ha dado con la suya en el proceso de cambio de nombre del estadio.

García parece que ha recibido el consejo de guardarse las espaldas por si finalmente el Ayuntamiento le pone el nombre de Estadio Carranza al estadio gaditano y el proceso acaba en los tribunales. Y suelta una coletilla parece que inocente cada vez que habla del caso (incluso sin venir mucho al caso) por si, por lo que sea, el proceso acaba en los Tribunales y, por lo que sea, la resolución fuera contraria a la acción que pretende impulsar, tratar de evitar posibles consecuencias personales.

Y lo repite una y otra vez cada vez que le preguntan por el tema. Una afirmación que casi de perogrullo, porque de lo contrario y no solo en este caso, si no fuera así, el la figura del mandatario quedaría en entredicho. Y es que decir que un gobierno, en este caso un Ayuntamiento, hace algo de “buena fe” no es, o no debería ser, algo que haya que enfatizar. Sin entrar en eso de excusatio non petita

Y ahí es donde recuerda a lo de a sabiendas. Suena a que el argumento ante hipotéticas consecuencias jurídicas será ese: “Se hizo de buena fe, pensando que se podía hacer, que era legal…”. Esta mañana, en la rueda de prensa de la Junta de Gobierno, ha vuelto a pasar. Preguntado por el momento en el que estaba el procedimiento administrativo (del que nada más se sabe desde finales de julio que se anunció) ha repetido “buena fe” al menos en nueve ocasiones (seis en menos de dos minutos de respuesta). A veces, ha metido la expresión casi con calzador.

Bruno García ha dejado claro, ya no solo hoy, en sus anteriores de declaraciones, que el cambio o recambio del nombre del Estadio Nuevo Mirandilla a Estadio Carranza lo va a hacer su equipo de Gobierno “de buena fe”. “Creemos que se puede hacer y que no es honrar a una persona, sino que al despersonalizar el nombre honramos la memoria del cadismo”, ha vuelto a señalar.

Y ha tirado de otro argumento que tenían en cartera para cuando fuera necesario justificar este punto: cómo vamos a honrar a una persona si le vamos a quitar al trofeo su nombre. Eso es lo que ha señalado, afirmando que “el Trofeo Carranza se ha llamado los últimos 8 años (-los últimos 70 en realidad-) Trofeo Ramón de Carranza y nosotros le vamos a quitar el Ramón porque creemos que se tiene que llamar Trofeo Carranza, como Estadio Carranza”.

Bruno García también ha dejado entrever que si una vez cambiado el nombre el Estado paraliza esta medida irá donde tenga que ir “si creemos que estamos en nuestro derecho”. El alcalde, que ha vuelto a agradecer el aviso de la Dirección General de Memoria Democrática sobre el posible incumplimiento, ha indicado que es una práctica habitual entre administraciones cuando no se está de acuerdo. “Lo hacemos con la Junta de Andalucía, con el Gobierno de España…”, ha señalado.

El alcalde, que no ha revelado en qué punto está el proceso administrativo de cambio de nombre, ha señalado que “lo vamos a hacer de buena fe, porque creemos que se puede hacer, y si vemos que no se puede hacer, pues nosotros no podremos, obviamente”.

Parece, por tanto, que Bruno García tiene alguna duda sobre el proceso y no ve tan claro que pueda cristalizar sin que posteriormente lo tumbe la Justicia porque no cumple la ley de memoria democrática. Y parece que prefiere guardarse las espaldas por si finalmente ocurre eso. Entonces, el proceso para cambiar el nombre es más un guiño para contentar a sus votantes y cumplir con una promesa de su partido, aunque sepa que realmente no cumple la normativa. Son reflexiones con buena fe, claro.