Cádiz despide a otro de sus símbolos culturales y de ocio nocturno

Cuatro décadas de música, carnaval y noches inolvidables llegaron a su fin este 31 de diciembre

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Hassan Assad recibe de un grupo de clientes un recuerdo de una de las agrupaciones que ensayó allí. Foto: Pradotti.

Este 31 de diciembre no solo supuso el cierre de un año, supuso también el cierre de uno de los locales con más solera de la noche gaditana y de la cultura de la ciudad. Con el fin del año se pusieron también fin a 40 años de historia y cultura.

El mítico Cambalache, que durante cuatro décadas fue un referente del ocio, la música y el carnaval, cerró sus puertas definitivamente. Este espacio no solo marcó una época en la vida nocturna gaditana, sino que también ha formado parte de la cultura local, en casi todas sus representaciones, siendo testigo y escenario de innumerables historias y eventos artísticos.

Cádiz, una parte de Cádiz, se quiso despedir del que ha sido uno de los bares de cabecera de muchas generaciones. Aunque ya se sabía desde hace tiempo el cierre del Cambalache, pero no por ello ha dejado de suponer peder una parte de la vida de mucha gente y de parte de Cádiz.

Durante el último fin de semana de su funcionamiento, el local se convirtió en un hervidero de sensaciones, de encuentros y reencuentros, con largas colas de personas que esperaban su turno para poder entrar y despedirse del lugar donde habían vivido algunos de los momentos más inolvidables de sus vidas. Lo mismo ocurrió en la tarde del 31 de diciembre. Ni la lluvia que cogió a la ciudad casi de sorpresa impidió que muchas personas se acercaran a tomarse el último refresco en el Cambalache

Cádiz despide a otro de sus símbolos culturales y de ocio nocturno
Uno de los momentos con colas para intentar entrar en el Cambalache en la tarde del 31 de diciembre.

Hassan Assad, el alma del Cambalache

Es imposible hablar del Cambalache sin mencionar a Hassan Assad, su carismático propietario. Durante años, Hassan fue mucho más que el gestor del local: se convirtió en su alma y en una figura indispensable del panorama nocturno y cultural de Cádiz. Su energía, su entrega y su forma de conectar con la gente y llevar el negocio hicieron que este lugar se mantuviera vivo y con buena salud (pese a todo) durante cuatro décadas.

Esta mañana del 2 de enero, Hassan Assad hablaba en Radio Cádiz. Aquí puedes escuchar la entrevista en la Cadena SER.

En el emotivo último día, Hassan vivió también una despedida entrañable. Como homenaje final, con ese simbólico “¡Vamonooo!”, una expresión que encapsula su espíritu alegre y la pasión que siempre imprimió en el Cambalache.

Un espacio para la cultura y el carnaval

El Cambalache ha sido mucho más que un bar. Desde sus inicios, este local se posicionó como un refugio para los amantes de la música en directo, el jazz, los artistas emergentes y, por supuesto, el carnaval gaditano. Muchos de los grandes nombres de la escena musical y carnavalera de Cádiz encontraron en el Cambalache un escenario para compartir su arte. Y algunas de las agrupaciones más recordadas de estos años ensayaron allí.

Las ganas de despedirs al Cambalache y saludar a Hassan como se merecía fue tal que las colas en su último fin de semana y en la tarde del 31 se extendieron por la calle. Multitud de personas se reunieron con la esperanza de entrar y revivir, una vez más, la magia de este local.

Un grupo de asiduos le hizo un pequeño homenaje de despedida, que Pradotti se ha encargado de compartir para que sirva también como recuerdo de lo que este espacio significó para tantas personas. En el vídeo, no se sabe quién se despide más emocionado de quién, si las parroquianas y parroquianos de Hassan o al revés:

Aunque las puertas del Cambalache ya están cerradas, su espíritu seguramente seguirá durante mucho tiempo en la memoria de quienes lo frecuentaron y de quienes, de una forma u otra, se sintieron parte de su historia. Cádiz pierde un pedazo de esa capa cultural, de ese rincón para el encuentro, para el ocio, pero el recuerdo del Cambalache y de Hassan seguirá muy presente. Aunque no resuene ese “¡Vamonooo!” en la calle José del Toro.