Sucedió un 21 de Enero de 1989, ese día desapareció Javier Suárez Samaniego, en los días posteriores una serie de cartas comenzaron a llegar al domicilio de la familia en la que se le reclamaba un pago, un rescate, por el “secuestrado”. Nadie sospecharía en que derivaría esta historia.
El día de la desaparición de Javier fue asaltado por su amigo del instituto José Juan Martín Montañés, quién le pidió que le acompañara a su apartamento en el Paseo Marítimo de Cádiz para montar una mesa de ping-pong.
En la casa le enseñó su nuevo equipo de música y le pidió que se sentara en el sofá y apreciara mejor el sonido con los ojos vendados. Javier hizo lo que le pidió José Juan sin sospechar lo que iba a ocurrir.
Un asesinato a sangre fría
Una vez en el sofá, con los ojos vendados, el asesino tomó una barra metálica rellena de arena (para tener más peso y mayor contundencia) y le golpeó en la cabeza con gran dureza. El joven cayó vivo aún al suelo donde fue rematado a puñaladas por su “amigo”. Llevó el cuerpo a la bañera y lo limpió para no dejar huellas.
Después se puso a escribir una carta a la familia, al padre de Javier (un reconocido arquitecto gaditano), requiriéndole una cantidad económica por la libertad de su hijo. Pedía 12 millones de pesetas en entregas semanales de 500.000 pesetas. Si no pagaban mataría al joven. Si se retrasaba en los pagos iría cortando (según decía) un dedo a su hijo y enviándoselo.
Tras echar la carta regresó a su casa donde troceó el cadáver del chico, de su amigo, metiendo los trozos en bolsas de plástico a excepción de las manos que metió en un bote de formol al que poder ir cortando los dedos en caso de no hacerse efectivos los pagos.
La policía no encontraba pistas por lo que comenzó a controlar los cajeros automáticos de la zona donde habían detectado el uso de la tarjeta de crédito del chico. Al detener al “usuario” resultó ser José Juan Martín.
Cronología de los hechos
Los padres negaban que pudiera tratarse de su amigo el autor del secuestro pero todas las pistas llevaban a él. La situación se tornó dramática cuando aparecieron los restos de Javier. En el domicilio del asesino se encontró un frasco con las manos de la víctima metidas en formol, en conservante.
Una historia tan cruel como sangrienta, tan sorprendente como cierta la sucedida en la ciudad teniendo a José Juan Martín como protagonista y siendo condenado a 26 años de cárcel, su buen comportamiento le redujo la pena a 15 años y 6 meses. Actualmente está en libertad pero no puede entrar en la ciudad de Cádiz, muchos son los que recuerdan este suceso que hemos recordado y que es parte de la Historia de la Crónica Negra de España.