“Es surrealista todo lo que estoy viviendo”. Así comienza Cristina Bablé el relato de los últimos días que le han tocado vivir, a causa del acoso y agresiones de una de sus vecinas en una finca gestionada por Procasa en la calle San Juan de Cádiz.
Cristina fue la persona que denunció el pasado mes de abril que un perro había sido abandonado durante más de quince días en una casa de su mismo bloque, la de la persona que se ha convertido en su particular tormento desde entonces.
El animal, tal y como recogieron algunos medios de la ciudad, sobrevivió a duras penas alimentándose de sus propias heces y orina, hasta que los vecinos se hicieron cargo de él. Cristina entonces presentó una denuncia por maltrato animal contra su vecina, “una niña de 23 años que no está bien mentalmente y se niega a tomar medicación”.
Desde su vuelta a la finca “ha ido provocando” y el mayor momento de tensión llegó hace unos días, concretamente el pasado jueves en la plaza de Candelaria. “Un amigo estaba en casa ese día, ella y su pareja estaban arriba y fueron detrás de él para insultarlo y decirle cosas”.
Ya en la plaza, “me dio con la escayola (que llevaba en el brazo) en la cara un par de veces y me cogió del cuello. Mi amigo tiene un dedo roto y seguramente lo tendrán que operar, además le hizo una brecha en la cabeza”, narra Cristina. Tras este incidente “le han puesto una orden de alejamiento de cien metros, así que no se puede acercar, pero está mandando a las amigas para que nos miren y nos digan cosas”.
Ante la gravedad de la situación, Cristina acudió a Procasa en busca de ayuda, sin hallar respuesta. “Dos días antes había llamado para decirles que había una tensión muy grande, y nada. Y una semana antes tuve que llamar a la Policía porque me estaba insultando”, explica.
Sin embargo, afirma que “en Procasa no me quieren atender, directamente”. Cristina ha intentado incluso solicitar una audiencia con el alcalde, pues “es una inquilina suya –Procasa– y me siento amenazada por ella”. Asimismo, explica que su agresora lleva ya algo más de dos años en el edificio “y reconozco que me da hasta pena, desde que entró he intentado ayudarla. Es una persona que necesita atención”, asegura.
Cristina espera que el Ayuntamiento “me haga caso, porque no me ayudan en nada y ni han bajado a verme. Esto está pasando en una casa que es de ellos. No entiendo por qué Procasa a mí no me atiende, si soy inquilina y tengo un problema con otra persona del edificio. Sólo pido que me atiendan, deberían intentar mediar”, finaliza.