¿Eres de Halloween o de Tosantos? Es una pregunta que se viene haciendo entre la gente de Cádiz desde que la fiesta importa (y muy divertida y disfrutable) está tomando cada vez más pujanza. El problema es cuando a una fiesta tan de Cádiz como Tosantos se le pone poco cariño, o eso parece.
Porque la imagen de la parte del pescado del Mercado Central durante la mayor parte de estos Tosantos no se sabía si era sacada de una siniestra fiesta de Halloween o de una festiva tarde de Tosantos. Oscuridad, pocos puestos adornados, poco público, poca alegría… Tosantos ha tocado fondo. Al menos en el Mercado Central.
Y es que Tosantos 2024 sí que ha dado miedo. Igual más que Halloween. Miedo porque se pierde una tradición, que gustará más o menos, pero era algo de Cádiz. Algo festivo. Este 28 de octubre de 2024 ni festivo ni nada. Era escalofriante ver lo dejado que ha resultado este Tosantos.
La sensación negativa en el Mercado del Rosario ha sido menor. Es mucho más pequeño, la proporción de puestos participantes era mayor y con un número menor de asistentes daba una sensación de estar más lleno. Y también ha parecido que, en general, buscan innovar más en sus decoraciones.
Para empezar, hablar de lo que se veía en las puertas de los dos mercados municipales. La gran novedad de este año ha sido la entrega de 1.000 bolsas de fruta. Sin embargo, el detalle que no pasó desapercibido fue que estas bolsas eran de plástico, un material nada coherente con la sostenibilidad que muchos esperaban en un evento así que a saber dónde habrán acabado. No se ha buscado una opción reciclable o biodegradable. Un elemento al que, por los hechos acumulados, a este Ayuntamiento parece importarle más bien poco.
En segundo lugar, ha parecido que la participación ha bajado. 34 puestos se animaron a participar en el tradicional concurso de exornos entre Mercado Central y el del Rosario. 22 de ellos en el Mercado Central, repartidos en las categorías de carnes, frutas, pescados y otros productos. Sin embargo, entre adornos casi anecdóticos y una sensación general de desgana, el espíritu de Tosantos parecía diluirse. No parecía, ni de lejos, que en el Central hubiera 22 puestos no ya participando, abiertos. O eso o la mayoría de los puestos que participaron colocaron apenas un toque alusivo en una esquinita, como si el esfuerzo solo fuese un trámite para entrar en el concurso y estar abiertos.
Y si alguien se pregunta por qué este año Tosantos ha parecido tan sombrío, una de las respuestas podría estar en la ausencia de una familia que siempre ha sido el alma de esta tradición: los Porquicho (perdón por la inmodestia de citar a unos familiares de tercera o cuarta rama). Pero es que son, sin duda, los verdaderos reyes de Tosantos. No solo decoraban su propio puesto, sino que también solían encargarse de los adornos de muchos otros, especialmente en la zona del pescado, que este año se ha visto apagada y sin la alegría que ellos solían aportar. Con su retirada, nadie ha sabido o querido tomar el relevo; el mercado parece haber perdido esa chispa que tanto aportaban a esta celebración. La familia Paramio lo intenta, pero parece estar demasiado sola en esta apuesta. En el Mercado del Rosario, de hecho, hay un detallista que monta cuatro puestos en total, algo que le da mucha vida a la celebración.
En cuanto a las animaciones, la comparación con años anteriores es inevitable. Basta con compararlas con las del año pasado, que fueron del mismo equipo de Gobierno y estuvieron a un notable nivel. La presencia de Valle de Cuentos en el entorno del Mercado Central el pasado año dando alegría y llenando de actividad los alrededores de la Plaza durante horas dejó el listón alto para los siguientes. Demasiado. En esta edición, el Ayuntamiento ha decidido reducirlo todo a una banda, la
, y dos espectáculos más, Barrigones y Mundo Circo, que no han terminado de conectar ni de animar el ambiente.
Mientras que en el mercado del Rosario los únicos entretenimientos fueron Superhéroes y Big Dancers. Se podría decir que la oferta fue pobre y poco animada, sin mucho que capturara la imaginación de los visitantes y, aparentemente, con un presupuesto limitado o, quizás, con pocas ganas de sorprender a los gaditanos.
Falta de exornos, la ausencia de empuje, y las animaciones sin energía, ha acabado recordando más a Halloween que a esta tradicional fiesta gaditana de Tosantos. Un triste espectáculo el de este año, que hace pensar que todo el dinero ha ido a las luces de Navidad, que sí que estaban encendidas en los alrededores. Al menos han servido para ver el fallo con las animaciones y la poca presencia de público.