La hemeroteca deja ‘retratados’ al presidente del Cádiz CF y a Juancho Ortiz con el cambio de nombre del Estadio

Con sus declaraciones de antes, con el cambio a Nuevo Mirandilla, y las de ahora, con el re-cambio a Estadio Carranza parecen demostrar lo poco que vale la palabra en el fútbol y en algunos políticos.

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El presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno, y el concejal del PP, Juancho Ortiz, en la reciente presentación del Trofeo Carranza. Foto: Cádiz CF.

Ya se sabe que en política y en el fútbol todo vale y eso del donde dije digo… es una práctica demasiado usual. Pero es que por estos lares, algunos protagonistas se han especializado en esa práctica de cambiar de opinión sin ningún rubor. Pero al menos, cuando entra (o debería entrar) cuestiones la lealtad o el ir de frente, estaría bien disimular un poco.

Con la propuesta del Ayuntamiento de Cádiz de cambiar el nombre del Estadio Nuevo Mirandilla a petición del Cádiz CF para llamarlo Estadio Carranza parece demostrarse que la palabra de algunos vale menos que la unificación de criterios en los árbitros de fútbol. Y el alcalde, Bruno García, no es el que inicia el trámite, sino el que atiende la peticion.

En este caso dos protagonistas no han salido muy bien parados que se diga. Y no es la primera vez que la hemeroteca les pasa factura. Parece importarles entre poco y muy poco, porque no han salido a dar su versión (mucho menos explicaciones) y parece que seguirán cobrando a final de mes. Son el presidente del Cádiz CF, Manuel Vizcaíno y el tercer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cádiz y vicepresidente de Diputación, Juancho Ortiz.

Ambos, con sus declaraciones de antes, con el cambio a Nuevo Mirandilla, y las de ahora, con el re-cambio a Estadio Carranza, quedan retratados, como diría el programa El Chiringuito, que, por cierto, siempre se ha posicionado desde Madrid por el nombre Carranza.

En el caso de Vizcaíno parece que no aprende que en estos tiempos las declaraciones ya no se las lleva el viento. Las hemerotecas ya no están en un local cerrado y los medios tienen toda sus publicaciones online y que en las redes sociales sigue estando lo que se publicó. Y es fácil encontrarlo. Con el nombre del Estadio, Manuel Vizcaíno se ha marcado un regate y le ha ganado la espalda a supuestos amigos mejor de lo que lo ha hecho cualquiera de sus extremos o delanteros desde que llegó al Cádiz. Recordemos.

Cuando el anterior equipo de Gobierno de José María González, Kichi, quiso cambiar el nombre del Estadio porque, consideraba, que Ramón de Carranza incumplía la Ley de Memoria Democrática avisó al Cádiz CF antes, mucho antes, de iniciar el proceso. Se le propuso que buscara un patrocinador y que los ingresos que generara recayeran en parte en el club y en parte en el deporte base de la ciudad. Sonaron grillos durante mucho tiempo.

Meses, muchos, después, desde el Gobierno local se le volvió a hacer la misma oferta. La respuesta cadista fue la de incluir al final del nombre comercial ”Carranza”. Ahora se ha sabido que porque tenía registrada esa marca. Para ese viaje no hacían falta esas alforjas (o como decían las abuelas, o dentro o fuera, pero menos fino). Los de Kichi decidieron seguir adelante y pusieron en marcha aquel polémico proceso participativo en el que muchos confundieron y otros hicieron confundir la fase de recepción de propuestas con la de votación de nombre (y siguen haciéndolo). Y, resumiendo mucho, finalmente salió el nombre Nuevo Mirandilla.

En ese momento, el club y en alguna ocasión el propio presidente, Manuel Vizcaíno, afirmaron que preferían el nombre Estadio Carranza (ya sabemos por la nota del sábado del club y del Consistorio que lo tenían registrado) pero que era una cuestión del Ayuntamiento y, poco más o menos, que no se iban a meter en mucho más.

Era el tiempo en el que en el Ayuntamiento estaba de alcalde el que el propio Vizcaíno llamó en más de una ocasión ”su amigo” y parece que el presidente sevillano del Cádiz prefirió no andar ese camino. Hasta ahora.

Ya no hay amistad, ya los vientos que soplan llegan desde otro lado (y las subvenciones y colaboraciones también) y Vizcaíno se ha dejado engatusar para convertir al Cádiz CF en colaborador necesario de este proceso. Ahora que el club amarillo lleva este verano las mismas renovaciones que fichajes, el Cádiz CF le pide al Ayuntamiento que vuelva a cambiar el nombre del Estadio. Pero que le ponga el que tiene registrado, Estadio Carranza. Como con el Trofeo. Y el Ayuntamiento, y su alcalde, por una petición de una entidad privada accede a cambiar algo municipal, algo público.

¿Qué hará Juancho sin el don Ramón?

El caso de Juancho Ortiz, que fuera candidato del PP a la alcaldía y portavoz popular, es aún más estrambótico. El vicepresidente de Diputación y tercer teniente de alcalde en el Ayuntamiento debe andar muy afectado porque al estadio del equipo de sus amores (más o menos eso dijo en la presentación del Trofeo) le han quitado el “Don Ramón” que el tanto recordó en aquella intervención en un pleno en la que fue ”franco”.

Pero es que cuando el anterior equipo de Gobierno inició uno de los procesos para el cambio de nombres en la ciudad, el de la Avenida Ramón de Carranza precisamente, Juancho Ortiz salió con unas declaraciones que ahora están usando también en contra de Bruno García: “más gestión y menos cambios de nombre”.

Es más, en un vídeo que el propio Ortiz subió a sus redes sociales, afeaba que “para ustedes lo primordial no es limpiarlas calles, es cambiarles el nombre”.

¿Han leído las declaraciones de este 29 de julio del secretario de Organización del PSOE local, José Ramón Ortega? “No hay cortina de humo que tape el estado de suciedad de Cádiz”. Efecto boomerang.

No es la primera vez que la hemeroteca pone ante el espejo ni a Ortiz ni al PP. Con la normativa para regular la proliferación de pisos turísticos ocurrió más o menos lo mismo. Después de oponerse y oponerse, ahora el concejal de Urbanismo, José Manuel Cossi, dice que la herramienta es buena, aunque matizan que se queda corta. Dos años después, puede que ya esté superada esa herramienta, pero se han perdido dos años, parece.