Haciendo caso omiso al dicho de ni te cases ni te embarques, Luis Ramírez Ballester se embarcó hace ahora 60 años en el negocio de su vida. Fue un martes 13 de octubre de 1957 cuando en los Callejones de Cardoso, la vía natural entrada al barrio de la Viña desde la Plaza de Abastos, abría sus puertas Mercería Ramírez, comercio emblemático del centro de Cádiz que sigue al pie del cañón desde hace seis décadas.
Entre cremalleras, botones, bobinas de hilo y un sinfín de artículos, Luis Ramírez García tomó hace 22 años las riendas del negocio que emprendió su padre. Y desvela que la mercería inició su andadura en martes y 13 por pura casualidad. «Mi padre cuenta que estaba todo ya preparado para abrir la tienda, pero coincidió que el 12 de octubre era fiesta por el día de la Hispanidad, así que hubo que esperar al día siguiente, martes y 13. Como verás, no somos supersticiosos…», explica.
Luis Ramírez padre echó prácticamente los dientes en este sector comercial gaditano, dedicándose desde niño a la mercería. Rescata que con 13 años -de nuevo el 13- empezó a trabajar en Los Madrileños, míticos almacenes que antaño se encontraban en la calle Columela, justo frente a la cafetería Andalucía. Tras pasar también por un almacén de venta al por mayor de artículos de papelería, decidió emprender su propio negocio en los Callejones.
Un negocio que no sólo se ha dedicado a la mercería a lo largo de su historia, sino que también puso a disposición de su clientela bolsos, correas, carteras, sabanas e incluso juguetes. «Por suerte, y a pesar de que los Callejones ha sufrido un bajón en los últimos años en cuanto a la supervivencia de negocios, nosotros seguimos muy vivos. No es como hace unos años, pero no nos podemos quejar»; expone Luis Ramírez hijo.
Calcula que actualmente quedan en la ciudad alrededor de una decena de mercerías: «Habrá unas cinco en el casco antiguo y más o menos las mismas en Puertatierra… cada vez menos. Los talleres de costura se están perdiendo y antes acudían con frecuencia a nuestra tienda para comprar todo lo que necesitaban. Igual ocurre con el Carnaval, nos daba mucho trabajo, pero ahora las agrupaciones tiran mucho de internet para comprar y confeccionar los tipos». No obstante, cuando febrero va asomando por la esquina, reconoce que es la época de mayor actividad en la tienda.
Después del cierre hace apenas cuatro meses en los mismos Callejones de Cardoso de Confecciones Lluch, otro histórico negocio con un bagaje de casi 70 años de trayectoria, Mercería Ramírez se convierte en uno de los más veteranos comercios que siguen activos en capital gaditana… un ejemplo de constancia y de que las supersticiones están para tomárselas a risa.