Una mujer de 62 años ha fallecido este jueves 28 de noviembre en una calle del centro histórico de la ciudad. Se trata de la quinta persona sin hogar que pierde la vida en las calles de Cádiz en lo que va de año.
Una situación, que desde la Asociación Personas Sin Hogar con Derechos (Pesho-De), señala que “no podemos permitir como sociedad”.
La muerte de Rosa, una mujer sin hogar de 62 años, en la calle Abreu, vuelve a colocar el foco sobre una de las mayores emergencias sociales que enfrenta la ciudad: el sinhogarismo. Diferentes colectivos sociales de la ciudad, como Pesho-De, Despertares y el Movimiento Nadie sin Hogar, vienen denunciando la falta de atención que recibe este colectivo por parte del Ayuntamiento de Cádiz
Según informó Portal de Cádiz, Rosa falleció tras sufrir convulsiones en esa zona próxima al Mercado Central. Aunque una vecina trató de auxiliarla, los servicios sanitarios solo pudieron certificar su muerte.
Desde la Asociación Personas Sin Hogar con Derechos (PESHO-DE), el mensaje es contundente: “Todos tenemos que morir, pero lo que no podemos permitirnos es que haya gente que tenga que morir en la calle”. Estas palabras resuenan con más fuerza tras este último caso, que se suma a un historial de fallecimientos recientes de personas sin hogar en la ciudad. La última, el pasado 7 de octubre, en los jardines bajo Puerta Tierra.
La situación de las personas sin hogar en Cádiz se ha agravado en los últimos años. Lejos de aumentar las soluciones, en la ciudad se han cerrado, tapiado y vallado espacios donde solían pernoctar estas personas, lo que ha limitado aún más sus posibilidades de encontrar refugio. Estas medidas, lejos de ofrecer alternativas, han profundizado la exclusión y la vulnerabilidad de un colectivo que ya enfrenta condiciones extremas.
“Permitir que haya personas que siguen cada día sin poder tener al menos un techo donde refugiarse, dice muy poco de nuestra sociedad y de nuestras políticas”, denuncian desde PESHO-DE. Esta crítica va dirigida no solo a la falta de recursos, sino también a la aparente falta de voluntad política para abordar el problema de manera integral.
Cádiz, como muchas otras ciudades de España, tiene una importante problemática en materia de vivienda y exclusión social. Sin embargo, el incremento de muertes en la calle ha puesto en evidencia lo que parece una gestión insuficiente por parte de las administraciones. Según los colectivos sociales, acabar con el sinhogarismo debe convertirse en una prioridad ineludible. La falta de recursos en albergues, la ausencia de programas de reinserción social y la precariedad de los servicios para este colectivo son solo algunos de los factores que explican esta crisis.
Por su parte, asociaciones como la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (Apdha), el Movimiento Nadie Sin Hogar y Despertares han convocado en varias ocasiones concentraciones para denunciar esta situación y exigir medidas urgentes. Sin embargo, los cambios en las políticas públicas no han llegado, y los fallecimientos siguen ocurriendo.
Un síntoma de desigualdad estructural
La muerte de Rosa es un recordatorio doloroso de que el sinhogarismo no es solo una cuestión de pobreza, sino también de desigualdad estructural y exclusión social. En Cádiz, las personas sin hogar enfrentan barreras que van más allá de la falta de vivienda. La ausencia de servicios médicos, la precariedad alimentaria y la estigmatización son problemas recurrentes que agravan su situación.
En este contexto, la política de cerrar espacios donde estas personas solían encontrar refugio parece una estrategia para invisibilizar el problema en lugar de resolverlo. Mientras tanto, cada fallecimiento en la calle es un recordatorio de un sistema que no garantiza derechos básicos como la vivienda o la dignidad humana.
Desde Pesho-De y otros colectivos, la exigencia es clara: “Ni una muerte más en la calle”. Este mensaje, que parece una obviedad en una sociedad avanzada, sigue sin encontrar eco en las instituciones locales. La falta de acciones concretas para garantizar un techo para las personas sin hogar pone en entredicho la humanidad de nuestras políticas.
La muerte de Rosa no es solo una tragedia individual, sino un síntoma de un problema mucho mayor que Cádiz necesita abordar con urgencia, como muchas otras ciudades. “Es una emergencia humanitaria, porque de lo contrario nuestra humanidad está en entredicho”, subrayan desde este colectivo.