Olvídate de Tinder: surge una nueva forma de ligoteo ‘vintage’ en Cádiz

En estos tiempos de redes sociales y aplicaciones de citas, un chico en Cádiz recurre al método más tradicional para buscar ‘amistad y lo que surja’: colgar un cartel en un árbol.

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Cartel (con el teléfono tapado) que se puede encontrar en la zona de San José con esta nueva forma de buscar una cita.

Cádiz no deja de sorprender. O su gente, mejor dicho. En estos tiempos de Tinder, de redes sociales, de Instagram y Tiktok para ver y que te vean, alguien ha decidido intentar buscar el clásico “amistad y lo que surja” de una forma diferente y hasta original.

Nada de buscar esos contactos por las aplicaciones que se dedican a ello, o usar el al parecer que tan empleado Tinder. Ni siquiera poner fotos tuyas en una redes social esperando que alguien le de a match o a me gusta. No. Cartel escrito a mano y colgado en varios lugares de una zona de Cádiz. Un toque vintage a la cosa, ahora que se lleva esa expresión. Aunque, siendo mal pensado, todo puede deberse a una broma que le gastan a alguien o que gasta alguien.

Se trata de un chico español-sueco de 30 años, que dice aparentar 29, el que ha decidido buscar eso de amistad y lo que surja colgando un carteles en un árboles y paredes. La imagen no podría ser más curiosa: Cartel escrito a mano, en el que pone un número de teléfono bien visible para quien lo vea, deja caer frases que, como mínimo, resultan curiosas. Sea como sea, el cartel llama la atención, estrenando lo que se podría llamar un Tinder analógico en las calles del barrio de San José, en Cádiz.

En pleno 2024, hay un hombre (si es que el anuncio es real) que ha decidido rebelarse contra los match, los superlike y los DM. ¿Su arma secreta? No es otra que el cartelito pegado en un árbol, como si estuviéramos de vuelta a los 90, cuando los anuncios de “se busca piso”, “compañero de piso” y “vendo moto” estaban por todos lados.

La escena es tal que así: vas por la zona de San José, con los mandaos o simplemente sales a dar una por la avenida o al Paseo, cuando de repente, lo ves. Un cartel que, con un aire desenfadado, te invita a conocer a un español-sueco de 30 años (que “aparenta 29”, muy importante ese dato) que acaba de regresar a la ciudad después de ocho años de aventuras. Y lo mejor de todo: busca ampliar sus amistades. ¡Amistad y lo que surja!

Eso sí, lo de aparentar 29 y no 30 es un logro que no debe pasarse por alto. En tiempos de filtros de Instagram, el chico deja claro que el año de diferencia es pura cuestión de luz y ángulo. Y claro, quitarse un año siempre es mejor que ponerlo de más.

Lo curioso de este Tinder vintage es que, según parece, el protagonista lleva cinco años sin nadar. No queda claro si es por elección propia o si simplemente no ha tenido tiempo de sumergirse en las aguas de cualquier playa de Cádiz (o piscina) desde que volvió. Tal vez la natación no es lo suyo, pero mejor no llevarlo a la playa sin unos manguitos, no vaya a ser que lo de nadar sea más un mito que una realidad. Eso sí, lo que no ha perdido es el sentido de la aventura y las ganas de vivir la vida con un grupo de amigos, y quién sabe, quizás encontrar a ese alguien especial para echar una siesta en pareja (lo de la siesta es sagrado).

Ligoteo sin pantallas

Lo que más llama la atención es que, a pesar de todo lo que se tiene al alcance del móvil, el protagonista de esta historia ha optado por algo tan tradicional como pegar un cartel en un árbol. Y no uno cualquiera, sino que lo ha hecho en varios lugares estratégicos de San José, convirtiendo esa zona en una especie de su propia red social. Un movimiento atrevido, ya que deja su teléfono a la vista de todo el mundo, pero que tiene su encanto. ¿Quién necesita un perfil de Tinder cuando puedes describirte como un tipo con sentido del humor (indispensable, recalca), experiencia en “planchas y arados de tierra”, y con los ojos azules, igual que tú (aunque bueno, lo de los ojos es opcional)?

Lo de la plancha y el arado puede sonar raro, pero nunca se sabe. Si la cosa no prospera a nivel amoroso, siempre puede echarte una mano en el huerto urbano. ¿Quién dijo que el chico no es útil? Lo mismo te arregla una conversación que te deja el campo listo para sembrar algo.

“Barajo la posibilidad de ir al programa de Juan y Medio”, añade es de esperar que con cierta ironía (con 30 años y aparentando 29 es difícil que lo cojan), como si quisiera dejar claro que, aunque no sea su primera opción, todo es posible en su búsqueda de amistad y lo que surja. Eso sí, no quiere “colapsar las llamadas” en el programa. Su WhatsApp está ahí, en los anuncios en árbol (no lo reproduciremos en el artículo por si es una broma). Un movimiento arriesgado (o desesperado) en tiempos donde los bots de spam campan a sus anchas.

¿Amor analógico o amor ‘arbológico’?

Esto nos lleva a reflexionar: ¿qué ha pasado con las redes sociales? ¿Será que nuestro protagonista ha probado Tinder, Meetic, Badoo y todas esas plataformas modernas sin mucho éxito? Quizás, cansado de deslizar a izquierda y derecha sin obtener resultados, ha decidido volver a lo analógico o a lo arbológico. Después de todo, Cádiz es una ciudad de tradiciones, y si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? En un mundo en el que las notificaciones y los filtros de belleza lo inundan todo, este chaval ha optado por ir a pecho descubierto. Aunque no haya foto en el anuncio.

Y aquí es donde entra el debate para estos tiempos modernos: Si le sale bien el anuncio, ¿sería un caso de amor analógico o amor ‘arbológico’? Porque, seamos sinceros, lo del cartel en el árbol tiene su toque romántico. Te imaginas escribiendo tu número de teléfono con boli, arrancando el cartelito y esperando, con cierto nerviosismo, a que el destino haga su trabajo. Este chico ha traído de vuelta no solo el ligoteo fuera de línea, sino que además ha añadido un toque poético.

Un guiño a los más románticos

Lo que realmente destaca en este curioso anuncio es la sencillez y la honestidad. En una época donde las descripciones en Tinder pueden ser un tanto exageradas, nuestro protagonista se muestra tal como es: un chico de 30 años que, por alguna razón, parece 29 (¿será la dieta mediterránea?). Busca a alguien que comparta su pasión por la plancha y el arado, dos habilidades que, aunque no suelen estar en el top de las cualidades que buscamos en una pareja, quizás tengan su encanto oculto. ¿Qué más se puede pedir?

Y, aunque algunos se pregunten si este método funcionará en plena era digital, lo cierto es que ya ha captado la atención de muchos. ¿Quién sabe? Tal vez, dentro de unos años, cuando los algoritmos ya no den más de sí, todos volvamos a los anuncios en las calles, a buscar el amor o la amistad de la manera más directa posible, sin pantallas de por medio.

Desde que aparecieron estos carteles en la zona de San José, no son pocos los que se han preguntado si será el inicio de una forma de ligar. Porque las aplicaciones de citas permiten conectar con personas de todo el mundo, pero nada supera el encanto de ver un anuncio de este tipo mientras vas por el pan o sacas al perro. Puede que lo del cartel no sea tan práctico como deslizar el dedo en una pantalla, pero, al menos, es mucho más divertido.

En cualquier caso, lo que está claro es que este chico ha sabido llamar la atención. Quién sabe, tal vez el próximo paso sea un perfil en Instagram dedicado exclusivamente a su búsqueda de amistad y lo que surja, o incluso un canal de YouTube donde cuente sus aventuras. Y si este articulo le ayuda a cumplir su objetivo, mucho mejor (y que nos lo cuente). Y si no, siempre nos quedará la posibilidad de echar una siesta. Solos o en compañía.