CADIZ DIRECTO / @ManoloDevesa.- Comer es un placer. ¿Alguien lo duda? Luego está el metabolismo de cada uno. Yo tengo suerte. Mi peso parece estancado desde hace años. Pero vamos, no me imaginen con una tableta ni muchísimo menos.
La hostelería es desde siempre el gran éxito de Cádiz. Pierdo la cuenta de los lugares tan maravillosos donde uno puede comer. También los hay cutres. Como en cualquier ciudad. Sin embargo hoy vamos a retroceder unos cuantos años para quedarnos con uno de los punteros de la época. Me refiero a El Anteojo.
Hay quien dice que la sala desprendía un cierto olor a puro – cuando se podía fumar en los restaurantes, que locura – puesto que su clientela era mayormente de esas de “parné”. Sin embargo, recuerdo haber ido alguna vez allí con mis padres y les prometo que seré rico en otras cosas. Pero en dinero no. También les digo que no fueron muy numerosas. Así que algo de cierto habrá…
Hablar de “El Anteojo” es hablar de Pepiño, muy popular en su día y padre de Pepe Ferradans, propietario de la actual “Taberna del Anteojo” ubicada a pocos metros del local que ocupó el mítico restaurante hoy convertido en “El Balandro”. Fue bajo su dirección cuando la barra y los comedores de su negocio se vistieron de Carnaval al llegar la fiesta grande. Del Falla a «El Anteojo». Imaginen lo concurrido que podía estar aquello con las agrupaciones con más tirón del concurso cantando a dos palmos de los clientes.
“El Anteojo” se convirtió con el paso del tiempo en centro de reuniones, de comidas de trabajo o de celebraciones como bodas o comuniones. Sus platos logran conquistar los estómagos de los gaditanos. Aun recuerdan su exquisito ragú de ternera o su pescadilla frita a la gaditana, fileteada muy fina que conseguían darle un toque crujiente maravilloso. Este plato aun se puede degustar en la “Taberna del Anteojo”, a modo de homenaje al que fue sin duda la especialidad del hostelero gallego Pepiño.
A modo de anécdota, les contaré que hubo una época en que las mesas de El Anteojo estuvieron pegadas a la balaustrada de la Alameda por orden del Ayuntamiento ante las quejas de los ciudadanos que paseaban por allí.
Con el paso del tiempo, “El Anteojo” cierra sus puertas dejando paso al restaurante que lo ocupa hoy: “El Balandro”. Sin embargo su estirpe continúa en el sector con “La taberna” que abre en abril de 2014 a las órdenes del hijo de Pepiño, el alma del antiguo restaurante. En su terraza se sirven a modo de homenaje algunos platos conocidos del antiguo negocio. Son otros tiempos, la oferta hostelera es mucho mayor.
Aunque han pasado los años, es muy habitual que cuando uno pasea cercano al edificio donde se instaló durante muchos años “El Anteojo” no pueda evitar que los recuerdos lo invadan.