Se acabó septiembre sin que la Junta inicie las obras en el Balneario de La Palma de Cádiz

A pesar de las promesas de la Junta de Andalucía para iniciar las obras en agosto, los bajos del Balneario de La Palma permanecen cerrados tras el verano, sin fecha concreta para el inicio de los trabajos de restauración

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Los bajos de La Caleta siguen cerrados y sin obras, pese a que la Junta anunció que comenzarían en agosto.

Acabó septiembre, y la realidad es la que mucha gente se temía: para sorpresa de casi nadie los bajos del Balneario de la Palma de la playa de La Caleta en Cádiz, continúan cerrados. Los trabajos de reparación y mantenimiento que la Junta de Andalucía prometió para el mes de agosto siguen sin comenzar, y el cierre se ha prolongado más allá de lo previsto.

Lo que parecía una medida temporal por cuestiones de seguridad se está alargando sin que haya noticias de cuándo comenzarán las obras ni de cuánto se extenderá este cierre. La sospecha que hubo cuando se cerraron estos bajos de que se tomara otra medida por otros motivos que ni Junta ni Ayuntamiento decían parece confirmarse.

A principios de verano, cuando se desprendieron algunos cascotes de la estructura del antiguo Balneario de la Palma, pareció hacer saltar las alarmas. Los bomberos tuvieron que intervenir para sanear las zonas afectadas, y ante el riesgo que esto suponía, se procedió a cerrar la zona. Era una medida justificada, al menos desde el punto de vista de la seguridad, ya que los desperfectos no eran menores. La estructura presentaba daños como pilares con roturas, grietas en las escaleras y zonas desconchadas.

La Junta de Andalucía, responsable del inmueble que también alberga el Centro de Arqueología Subacuática (CAS), actuó en ese momento. La Comisión Provincial de Patrimonio de Cádiz aprobó las esperadas obras de restauración y mantenimiento. Sin embargo, aunque la Junta anunció que las obras arrancarían en agosto, ha termindo septiembre y ni rastro de los obreros, ni de los andamios. Y peor, sin noticias ni de fecha ni de la actacuación.

La historia se repite

Una situación no sorprende a quienes llevan tiempo observando cómo se maneja este tipo de cuestiones en Cádiz. El cierre preventivo de los bajos del Balneario no es un caso aislado. De hecho, parece más bien un episodio más en una estrategia conocida: impedir la ocupación de este espacio por personas sin hogar durante los meses de verano. No es una táctica nueva.

También se han realizado en otras zonas de la ciudad, tanto por el actual alcalde, Bruno García, como en anterior. Un ejemplo reciente se vivió en los soportales de Capuchinos, donde las vallas y los cierres se han convertido en una especie de solución mágica para evitar las acampadas de personas sin hogar. Y, este verano, el Balneario de la Palma ha corrido la misma suerte.

Por supuesto, oficialmente, el cierre del Balneario se debe a razones de seguridad. Y no es que la estructura no lo necesite: el edificio ha estado expuesto al clima marino durante décadas, sufriendo un evidente deterioro. A lo largo de los últimos años, se han acometido varias obras de reparación. Entre 2010 y 2021, se realizaron intervenciones puntuales: pintura de fachadas, reparación de cornisas y cúpulas, o trabajos en la azulejería artesanal del módulo de acceso. Sin embargo, esas intervenciones han resultado insuficientes para frenar el deterioro progresivo del balneario.

El eterno “ya veremos”

El pasado mes de mayo, la Comisión Provincial de Patrimonio dio luz verde para que se acometieran nuevas reparaciones en algunos de los puntos más críticos del edificio. La Junta anunció que se intervendría en cuatro áreas principales: el mirador hexagonal norte, el mirador hexagonal sur, el puente de conexión con la calle Duque Nájera y la torre anterior sur, donde se encuentra una de las cajas de escaleras más deterioradas.

Para sorpresa de nadie, ha acabado septiembre y las obras no han comenzado. No hay rastro del andamiaje, ni de los operarios. Solo las vallas que acotan el cierre perimetral que rodea los bajos del balneario, cerrados a cal y canto desde hace primavera. En medio de esta incertidumbre, los carteles que advierten de los posibles desprendimientos parecen los únicos trabajadores visibles en la zona. Los que quedan, claro.

Por supuesto, esta demora no hace más que alimentar las sospechas de veían en el cierre, más que una medida de seguridad, es una estrategia para mantener fuera a las personas sin hogar durante la temporada estival. Al fin y al cabo, no es la primera vez que se toman decisiones similares en otros puntos de la ciudad. Lo que en su momento fue criticado como una maniobra del anterior equipo de Gobierno, ahora parece haberse normalizado con total naturalidad bajo la nueva administración.