El movimiento social de Cádiz Resiste convoca una nueva manifestación el próximo 9 de noviembre en la Plaza de San Antonio, con el objetivo de continuar la lucha por una vivienda digna y contra la turistificación que ahoga a la ciudad. La movilización representa una respuesta enérgica ante el incremento descontrolado de viviendas de uso turístico (VUT) en Cádiz, una realidad que no solo está encareciendo el alquiler, sino que está expulsando a vecinos de sus barrios de toda la vida.
Será la segunda manifestación de este movimiento por las calles de la ciudad, además de diferentes actividades y concentraciones, para visulizar y protestar por el fenómeno de la turistificación que está padeciendo Cádiz.
La plataforma, integrada por ciudadanos y colectivos sociales, convoca a la población a tomar las calles nuevamente para gritar alto y claro que Cádiz no es un parque temático. Bajo el lema “Si nos echan de los barrios, paramos la ciudad”, esta protesta pretende dar continuidad al éxito de anteriores movilizaciones, como la del pasado 29 de junio, en la que se congregaron cerca de 3.000 personas. El objetivo es claro: frenar un modelo de desarrollo turístico que deja fuera a los propios gaditanos, quienes, ante la escasez de vivienda asequible, están teniendo que buscar alojamiento en municipios cercanos.
La turistificación en Cádiz se ha convertido en un problema estructural que parece haberse ido de las manos. Para la plataforma Cádiz Resiste, esta situación no es nueva, pero en los últimos años ha tomado una intensidad que asfixia a la ciudad y empuja a muchas personas a abandonar su hogar. La combinación de altos precios de alquiler, especulación inmobiliaria y la falta de regulación efectiva en el sector de los alojamientos turísticos son el cóctel perfecto para la crisis habitacional que sufre Cádiz.
El caso que adelantó Cádiz Directo de María Muñoz, una mujer de 88 años del Barrio del Pópulo, a quien no renovaron su contrato de alquiler para supuestamente reconvertir su vivienda en un alojamiento turístico, se convirtió en un símbolo del drama que atraviesan muchos vecinos. Esta historia resonó en toda España y, auqnue tuvo un final feliz por la intervención de la Fundación del Cádiz CF (una entidad privada que ejerció de elemento solucionador al comprar la casa y cedérsela en alquiler a esta mujer) encendió un debate urgente en torno a la turistificación y la gentrificación de la ciudad.
Para Cádiz Resiste, el fenómeno de las VUT no solo expulsa a sus habitantes, sino que también va transformando la identidad de sus barrios. Jesús Ruiz, portavoz de la plataforma, señalaba durante la última gran movilización que Cádiz “está viva y no se vende”. En su opinión, el Ayuntamiento “mira hacia otro lado” al no regular de forma efectiva este mercado desbordado. Para él, el consistorio solo contempla el impacto positivo del turismo en la economía, sin tener en cuenta el costo humano y social que implica para los vecinos de siempre.
Una realidad insostenible
Los datos oficiales de Cádiz Resiste, en colaboración con otros colectivos locales, han sido clave para cuantificar el impacto de la turistificación en la ciudad. Según el último informe de la plataforma, Cádiz es la capital andaluza con mayor densidad de VUT, con 21 viviendas turísticas por cada 1.000 habitantes, una cifra que supera las 19 de Málaga y las 14 de Granada. En el casco histórico, este fenómeno ha llegado a niveles alarmantes: más de 1.500 viviendas se destinan a uso turístico, con capacidad para alojar a unos 8.000 visitantes, lo que aumenta a 2.500 VUT si se incluyen las zonas de extramuros, albergando a más de 15.000 turistas.
Este dato refleja una realidad compleja para una ciudad que, además, cuenta con un suelo muy limitado. Cádiz, prácticamente una isla, no tiene espacio para crecer, lo que convierte la turistificación en un fenómeno mucho más fuerte y asfixiante que en otras ciudades. La falta de viviendas disponibles para los residentes y el encarecimiento de los alquileres ha generado un éxodo de gaditanos que buscan opciones de vivienda en localidades cercanas, incapaces de encontrar alquileres accesibles en su propia tierra.
Las zonas más afectadas, como La Viña, el Pópulo y el Mentidero, han visto cómo sus barrios tradicionales van perdiendo su carácter original, en favor de alojamientos turísticos y negocios orientados al turismo. Esto no solo genera una pérdida de identidad, sino también la desaparición de comercios locales, desplazados por tiendas y servicios para turistas que no responden a las necesidades de los vecinos.
Más que una protesta, una defensa de la ciudad
El éxito de la manifestación del 29 de junio marcó un punto de inflexión para Cádiz Resiste. Durante aquella jornada, miles de personas alzaron la voz contra la turistificación, recorriendo las calles desde la Plaza del Palillero hasta la Plaza de San Juan de Dios, bajo el lema “Cádiz para Vivir, no para Sobrevivir”. En el transcurso de la protesta, los asistentes entonaron cánticos como “Cádiz no se vende, Cádiz se defiende”, mientras las pancartas reflejaban el hartazgo de una ciudadanía que se siente desplazada de su propio hogar.
Las acciones de Cádiz Resiste no se limitan a grandes manifestaciones. En el Barrio de la Viña, una asamblea reunió a más de un centenar de personas en protesta por el aumento de las VUT y sus consecuencias en el precio del alquiler. En este contexto, los vecinos expresaron su temor de que la turistificación siga avanzando hasta el punto de convertir a los residentes en “actores secundarios” de una ciudad “pensada para el turista”. Este sentimiento de exclusión se intensifica ante la falta de medidas efectivas por parte del Ayuntamiento, que hasta ahora ha congelado las licencias de VUT, aunque sin un impacto real en la reducción de estas viviendas.
Otro ejemplo simbólico fue la concentración organizada en apoyo a Juanma y Conchi, una pareja que lleva 30 años en su hogar en la calle Pasquín y que está siendo desalojada por una posible conversión de su vivienda en piso turístico. La presión del desalojo y la inestabilidad económica, sumada a la enfermedad cardíaca de Juanma, ilustra el coste humano de la turistificación. La presencia de colectivos como Facua, la Asociación de Vecinos Gades La Viña, y otros grupos en estas asambleas refleja un apoyo colectivo que se une para visibilizar la problemática y exigir soluciones inmediatas.
Un modelo turístico a debate
Cádiz Resiste insiste en que su lucha no es contra el turismo, sino contra un modelo descontrolado que amenaza la habitabilidad de la ciudad. La plataforma aboga por una regulación que proteja a los residentes y permita un turismo sostenible. Este enfoque encuentra respaldo en otras ciudades como Barcelona, donde se ha aprobado una normativa que prohíbe nuevas licencias de pisos turísticos a partir de 2008. La plataforma gaditana sugiere que medidas similares podrían ser efectivas en Cádiz, especialmente con el nuevo Decreto de Viviendas de Uso Turístico de Andalucía, que brinda herramientas legales para limitar el crecimiento desmesurado de estos alojamientos.
Para Cádiz Resiste, la movilización de este sábado 9 de noviembre es otro paso crucial en su camino hacia un Cádiz digno y habitable. La plataforma convoca a todos los gaditanos a sumarse a la manifestación en la Plaza de San Antonio a las 11:30, para reclamar una ciudad que no expulse a su gente en nombre de un turismo que deja beneficios económicos, pero que convierte en inalcanzable el sueño de una vivienda propia. “Somos una levantera de las buenas, de las que sacuden injusticias y abren caminos dignos”, dice Cádiz Resiste, en un mensaje dirigido a todos aquellos que buscan devolver la ciudad a quienes la habitan.
En Cádiz, la batalla contra la turistificación no ha hecho más que empezar, y sus habitantes, alzando la voz como nunca, luchan por un futuro en el que la identidad gaditana prevalezca frente a los intereses económicos.