El Homo Erectus de Java utilizaba conchas de mejillones de agua dulce a modo de herramientas hace medio millón de años, y también como superficie o ‘lienzo’ para sus grabados. Así lo ha investigado el equipo de arqueólogos de José Joordens Leiden, que se publica en la prestigiosa revista Nature.
Este descubrimiento nos lleva a conocer mejor la evolución del comportamiento humano «hasta este descubrimiento, se asumía que este tipo de grabados no se había producido hasta la llegada de los humanos modernos (Homo sapiens) en África, desde hace unos 100.000 años», comenta José Joordens, investigador de la Facultad de Arqueología de la Universidad de Leiden.
Se llevaron a cabo diferentes estudios sobre cientos de conchas fósiles y hallazgos asociados a los sedimentos en el yacimiento de Homo erectus de Trinil, en la isla indonesia de Java.La colección de conchas de Dubois, conservada en el Centro de Biodiversidad Naturalis desde finales del siglo XIX, han sido el objeto de la investigación. Fue el médico holandés e investigador Eugene Dubois, descubridor del Pithecanthropus erectus, conocido como Homo erectus.
El descubrimiento de un patrón geométrico trazado en una de las conchas fue sorprendente ante lo inesperado del mismo. Sólo es visible bajo iluminación oblicua, es más antiguo que los procesos de erosión producidos en la cáscara derivados de la fosilización. Es de origen ‘erectus’ sin dudas, no obedece a causas naturales y su antigüedad puede variar de entre 430.000 y 540.000 años, siendo más antiguos que los encontrados en África.
Al respecto Wil Roebroeks, profesor de Arqueología del Paleolítico en la Universidad de Leiden manifestaba que «es fantástico que esta concha grabada ha sido descubierta en una colección de museo donde se ha mantenido durante más de cien años. Me imagino que la gente puede preguntarse si esto puede ser visto como una forma de arte» y añadía que «de momento no tenemos ninguna pista sobre el significado o propósito de este grabado.»
La investigación demostraría que los primeros individuos de apariencia humana eran inteligentes pues abrían los mejillones perforando un agujero a través de la cáscara utilizando un objeto punzante, en el punto donde se une el músculo que mantiene la concha cerrada. Sobre ello Frank Wesselingh afirmaba: «La precisión con la que trabajaban indica gran destreza y el conocimiento detallado de la anatomía del molusco», investigador y experto en conchas fósiles en Naturalis. «Los moluscos se comían y las cáscaras vacías fueron utilizados para la fabricación de herramientas, como cuchillos».