Del Coliseo a Itálica, los anfiteatros romanos que aún deslumbran al mundo

Antes de que se construyera el anfiteatro romano, en el mismo terreno donde se erige hoy, existía una gigantesca estatua de bronce conocida como el «Coloso de Nerón»

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El anfiteatro de Verona.
Impresionante vista del Coliseo de Verona.

Los anfiteatros romanos son obras maestras de la ingeniería y arquitectura de la Antigüedad, fueron mucho más que espacios para el entretenimiento. En estos colosos de piedra, gladiadores y fieras se enfrentaban en combates, se recreaban batallas navales y se realizaban ejecuciones públicas, consolidándose como epicentros de la vida social y cultural del Imperio romano. Su construcción no solo buscaba satisfacer la sed de espectáculo de los romanos, sino también fortalecer la cohesión social y la identidad cultural del imperio.

Antes de que se construyera el anfiteatro romano, en el mismo terreno donde se erige hoy, existía una gigantesca estatua de bronce conocida como el «Coloso de Nerón». Esta estatua, que representaba al emperador Nerón como el dios Sol, era una de las más grandes y famosas de la Antigüedad. Con el paso del tiempo, y tras la caída de Nerón, la estatua fue derribada pero el nombre «Coloso» quedó asociado al lugar. Así, el anfiteatro Flavio comenzó a ser conocido popularmente como el «Coliseo», en referencia a la estatua que alguna vez estuvo allí, y así quedaron marcados -con la misma denominación- otros edificios similares.

Aunque el Coliseo de Roma sigue siendo el más emblemático, hay otros anfiteatros que destacan por su excelente estado de conservación y su historia, edificios que se deben conocer y que resultan tan sorprendentes como el de la ciudad eterna.

Los otros espectaculares «Coliseos»

Arena de Nimes, en Francia: Construido en el año 27 a.C., este edificio aún alberga eventos multitudinarios. En la Edad Media, fue transformada en fortaleza y albergó viviendas para unas 700 personas. En el siglo XIX, el anfiteatro se adaptó como plaza de toros, uso que mantiene hasta hoy. Además de sus famosas corridas de Nimes, de referencia en el ámbito taurino, acoge conciertos y otros espectáculos, convirtiéndose en un testimonio de la funcionalidad de la arquitectura romana.

Anfiteatro de Pula, en Croacia: Este majestuoso anfiteatro, erigido entre el 27 a.C. y el 81 d.C., es el sexto más grande del Imperio y único en conservar sus cuatro torres originales. A pesar de haber perdido parte de sus gradas, su anillo exterior, con tres pisos de arquerías, permanece casi intacto. Con capacidad para 23000 espectadores, el Pula Arena es hoy un escenario para conciertos y eventos culturales, ofreciendo un vínculo directo con el pasado.

Arena de Verona, en Italia: Datado en el año 30 d.C., este anfiteatro podía albergar a 30000 personas en espectáculos que incluían combates de gladiadores y cacerías. Ha sobrevivido a terremotos y siglos de uso gracias a continuas restauraciones. Hoy, es famoso por acoger el prestigioso Festival de Ópera de Verona, donde la música suena en un entorno cargado de Historia.

Anfiteatro de Arlés, en Francia: Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981, este anfiteatro fue construido en el año 90 d.C. y, como otros, se convirtió en fortaleza tras la caída del Imperio romano. Durante siglos, albergó casas, plazas y capillas en su interior. Actualmente, es escenario de eventos como corridas de toros, representaciones teatrales y conciertos, destacando por su magnífico estado de conservación.

Anfiteatro de El Djem, en Túnez: Conocido como el Coliseo de Thysdrus, este imponente anfiteatro africano fue tallado en una colina de travertino en el año 238. Con capacidad para 35000 personas, su diseño irregular y su notable sistema de cisternas destacan entre sus características únicas. Aunque parte de su fachada fue demolida en el siglo XVIII, su estructura principal sigue siendo impresionante. Es otro sitio catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Anfiteatro de Itálica (Sevilla), en España: Ubicado en el conjunto arqueológico de Itálica, cerca de Sevilla, este anfiteatro es una joya de la península ibérica. Construido bajo el mandato del emperador Adriano en el siglo II d.C., podía albergar a 25000 espectadores y se distingue por ser el cuarto anfiteatro más grande del Imperio. Su impresionante estado de conservación lo convierte en un punto de visita obligada para los amantes de la historia.

Anfiteatro de Leptis Magna, en Libia: Excavado en una cantera cerca del mar durante el reinado de Nerón, este anfiteatro tiene una peculiaridad única que es un pequeño templo dedicado probablemente a Diana, diosa de la caza, ubicado en su última fila de gradas. Con capacidad para 16000 espectadores, fue un espacio donde la arquitectura y la religión se encontraron para dar forma a un escenario singular en el mundo romano.

Cada uno guarda historias de gloria, transformación y supervivencia, recordándonos el poder de la arquitectura para trascender el tiempo y conectar culturas. Una razón más para seguir admirando el ingenio de la civilización romana.